El PP, el PSOE, Podemos y Ciudadanos parecen tener posturas irreconciliables, que les hacen imposible alcanzar un acuerdo de investidura para formar gobierno. 92 días han pasado desde que se celebraran elecciones generales y el pacto parece cada vez más lejos y la situación -si nada lo remedia- abocada a la repetición de comicios. La acción parlamentaria también se ha visto resentida, obviamente, por esta falta de actividad.
Esta situación insólita [nunca antes el país había permanecido tanto tiempo con un Ejecutivo en funciones] se ha agravado por la falta de control parlamentario al Gobierno. Los grupos de la oposición -con el presidente de la Cámara Baja al frente- insisten en que sus miembros deben someterse a dicho control. Esta nueva polémica ha provocado otra situación inaudita: el choque institucional entre el Parlamento y el Ejecutivo.
Así las cosas -sin Gobierno y con un Congreso de los Diputados casi paralizado- sus señorías han acordado darse 21 días de vacaciones, tres semanas de descanso por Semana Santa. Todos los grupos votaron a favor de esta medida y decidieron aplazar el Pleno del 29 de marzo al 5 de abril. De esta manera, durante el próximo mes se celebrarán cuatro plenos.
La propia página del Congreso lo explica así: "La Mesa de la Cámara, en su reunión del día 15 de marzo, oída la Junta de Portavoces, ha acordado modificar el calendario de sesiones plenarias para el período marzo-junio de 2016, en el sentido de que se celebre sesión plenaria en la semana del 5 al 7 de abril, en vez de en la semana del 29 al 31 de marzo".
Se da la circunstancia de que, si no se llega a un acuerdo de investidura antes, abril sería el último mes de trabajo para los parlamentarios. El 2 de mayo se disolverían las Cortes y la convocatoria de elecciones generales se publicaría al día siguiente, 3 de mayo, en el BOE. El 10 de junio arrancaría -otra vez- de manera oficial la campaña electoral.