Arnaldo Otegi sale de prisión pocos meses antes de su 58 cumpleaños. Ha pasado los últimos seis años y medio entre rejas, en la cárcel de Logroño. Fue detenido en el marco de una operación contra el intento de rescatar Batasuna a través de Bateragune y se le condenó por pertenencia a la organización terrorista ETA, banda a la que está vinculado desde los 16 años.
El 16 de septiembre de 2011 la Audiencia Nacional sentenció a 10 años de prisión a Arnaldo Otegi y Rafael Díaz Usabiaga por pertenecer a ETA en grado de dirigentes, y a ocho años a Miren Zabaleta, Arkaitz Rodríguez y a Sonia Jacinto por pertenencia a banda armada. Rufi Etxeberría fue puesto en libertad (cuando fue detenido, apenas llevaba un mes en libertad y las autoridades consideraron que no pudo tratar de reflotar Batasuna desde la cárcel).
Dos años antes, el 13 de octubre de 2009, la Policía Nacional sorprendía en la sede del sindicato LAB en el número 9 de la calle Pokopandegui, en San Sebastián, a Arnaldo Otegi mientras discutía con Rufi Etxeberría y Rafael Díaz Usabiaga cómo recomponer Batasuna a través de Bateragune. En los registros, los agentes encontraron toda la documentación que inculpaba a Otegi.
Años en prisión
Pero no era la primera vez que Otegi era detenido, ni la primera vez que resultaba condenado y encarcelado.
- 21 de febrero de 1989 fue condenado a seis años de prisión por el secuestro del director de Michelín en Vitoria, Luis Abaitua Palacios. Estuvo en prisión en total 3 años (1989-1990/1991-1993)
- 26 de marzo de 2005 ingresó en prisión preventiva acusado de un delito de pertenencia a banda armada. Salió de prisión tras depositar una fianza de 400.000 euros.
- 29 de marzo de 2006 el juez Grande Marlaska ordena su ingreso en prisión, acusado de inducir más de cien actos violentos durante la huelga celebrada en el País Vasco y Navarra aquel mismo mes. Salió a los pocos días tras depositar una fianza de 250.000 euros.
- El 8 de junio de 2007 ingresa en prisión, en Martutene, para cumplir la condena de 15 meses de cárcel impuesta por la Audiencia Nacional por su participación en el homenaje al histórico miembro de ETA José Miguel Beñarán, Argala, en diciembre de 2003. Salió el 30 de agosto de 2008.
- Finalmente, el 16 de septiembre de 2011, Otegi era condenado por pertenencia a organización terrorista. Este martes 1 de marzo de 2016 sale de la cárcel tras cumplir seis años y medio entre rejas (entró en prisión en 2009 tras ser detenido).
Los atentados de Otegi
Desde que decidió unirse a la banda terrorista ETA cuando apenas tenía 16 años, Otegi ha sido detenido en distintas ocasiones y ha entrado en prisión preventiva varias veces, aunque los tres años que pasó en la cárcel por el secuestro de Abaitua fue el único paso por la cárcel que Otegi ha tenido en relación a los tres grandes atentados que cometió como terrorista de la banda. Fue absuelto, en cambio, de otros como el secuestro del embajador y destacado miembro del PP Javier Rupérez o del intento de secuestro e intento de asesinato de Gabriel Cisneros, uno de los padres de la Constitución.
Tal y como se relata con detalle en la única biografía no autorizada sobre su figura publicada hasta ahora, Otegi El hombre Nuevo, Arnaldo Otegi ha tenido un intenso pasado terrorista al que nunca ha renunciado. Fue miembro de la banda armada como terrorista de pistola en cinto durante más de 16 años. Sus compañeros en ETA le conocían como el Gordo, y no por ir sobrado de kilos, sino por todo lo contrario. Con ellos, además de acciones menores como un esperpéntico asalto al Gobierno militar de San Sebastián en 1978, llevó a cabo tres secuestros.
Con apenas 20 años, Otegi fue uno de los encargados de seguir y secuestrar al empresario Luis Abaitua Palacios en febrero de 1979. En julio de ese año participa en el intento de secuestro e intento de asesinato de Gabriel Cisneros, y en noviembre también del 79 forma parte activa del grupo de ETA que secuestra a Javier Rupérez.
Su compromiso con ETA
Tras pasar seis años en prisión por el secuestro de Abaitua, Otegi ingresa en la dirección nacional de KAS. Sucede en 1993. Dos años después, en el Gudari Eguna de 1995, Otegi pronuncia su primer discurso público donde se gana al público exclamando:
Lo hemos expresado alto y claro hoy. En los últimos 30, 40 años la admirable y única organización que ha liderado este movimiento hacia la libertad ha sido Euskadi Ta Askatasuna (ETA). (...) Por eso, hermanos y hermanas, seguid en la lucha, manteneos en la lucha. Euskadi ta Askatasuna (ETA) y la izquierda abertzale tienen el camino claro y en ese camino no desistiremos.
¡Viva Euksadi libre!
¡Viva Euskadi sozialista!
¡Vivan nosotros y los nuestros!
Impasible ante el terror
Otegi nunca ha mostrado empatía por el dolor de las víctimas. El 22 de febrero de 2000 ETA, que había roto poco antes su tregua, asesinaba al socialista Fernando Buesa y a su escolta, Jorge Díez Elorza, tras hacer estallar un coche bomba, cuya onda expansiva alcanzó a la sede del Gobierno de Vitoria.
Otegi conocía de sobra a Buesa, y le veía en la distancia corta al menos una vez a la semana. Todos los viernes debatían intensamente en las sesiones de la Cámara vasca. En la sesión siguiente al asesinato, el líder de Batasuna se mostró impasible y no tuvo ni el más mínimo gesto de solidaridad con el grupo de los socialistas vascos, liderados entonces por Nicolás Redondo Terreros, quien años después recordaba así el momento: "Mostraban [en los debates parlamentarios] su oposición el uno al otro, pero de forma pacífica. Cuando lo asesinan, que veas que el que más ha debatido con él, que es Otegi, que no tenga ni un gesto nada. A mí no me dijo nada, nunca. Y lo que es más importante, en público no hicieron nada, porque ETA les había dicho que, de esto, ni una palabra".
Su último tren político
Arnaldo Otegi ha seguido, durante su última estancia en prisión, la evolución de los acontecimientos en el País Vasco, tras el alto el fuego declarado por ETA en octubre de 2011. En 2012 el PNV de Iñigo Urkullu recuperaba el Gobierno autonómico tras la legislatura del socialista Patxi López con el apoyo del PP, en unos comicios en los que EH-Bildu, coalición que integra a Sortu, la heredera de Batasuna que le ha reservado el puesto de secretario general, obtuvo un resultado histórico: segunda fuerza política con el 25% de los votos y 21 escaños. Los batasunos habían alcanzado un año antes otros dos hitos en las elecciones municipales, al hacerse con la alcaldía de San Sebastián y con la Junta de Guipúzcoa, cotas de poder perdidas el pasado 2015. Entre las rejas de la cárcel de Logroño, donde ha tratado de aprender inglés y ha recibido a numerosos amigos como el expresidente del PSE Jesús Eguiguren -el hombre con el que diseñó la negociación con ETA que llevaría a cabo José Luis Rodríguez Zapatero-, o más recientemente los dirigentes de las CUP y ERC, David Fernández y Joan Tarda, Otegi ha podido ver cómo un inesperado cisne negro político, llamado Podemos, amenaza sus planes de futuro, que pasan por una candidatura a Lehendakari en las elecciones del próximo otoño, gracias a una estrategia jurídica que casi seguro le permitirá burlar su inhabilitación como cargo público.
Los de Pablo Iglesias, que en el País Vasco concurren sin confluencias, ganaron al PNV en votos, aunque no en escaños, en las elecciones generales del pasado 20 de diciembre, donde la franquicia batasuna sufrió un significativo descenso de cuatro escaños y cien mil votos con respecto a 2011. Anecdóticamente, Bildu mantuvo el tipo por los pelos en el pueblo natal de Otegi, Elgoibar, donde superó a Podemos por apenas veinte mil sufragios, aunque setecientos mil menos que el PNV.
La de octubre sería para Otegi su tercera vez como candidato, tras haber liderado a Batasuna, antes de la ilegalización del partido que ratificó en 2009 el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, en las elecciones vascas de 1998 y 2001.
En la primera de esas ocasiones se presentó con el aval de la tregua, declarada pocos días antes, de ETA, y logró ser la tercera fuerza política superando por unos pocos miles de votos al PSE; las cosas fueron distintas en 2001, el alto el fuego se había esfumado de manera sangrienta (se produjeron los asesinatos de Buesa y su escolta o del periodista José Luis López de Lacalle) y Otegi quedó cuarto, perdiendo la mitad de sus escaños. Durante la precampaña protagonizó un duro enfrentamiento con Basta Ya, el movimiento de resistencia al nacionalismo, y con su portavoz, el intelectual Fernando Savater. Otegi pretendió ironizar diciendo que en las manifestaciones de ese colectivo sólo faltaba "la cabrá de la Legión", Savater replicó: "Prefiero ir detrás de una cabra y no con los cabrones con los que regularmente se manifiesta Otegi".
De todo esto, así como del proceso que la valió el calificativo de "hombre de paz" por parte de Zapatero, hace ya mucho, como mínimo una década. Otegi ha estado presente en alma estos años, a través de las campañas de la antigua Batasuna, de los apoyos nacionales e internacionales y de la cuenta de Twitter que gestiona su hijo Hodei. Pero la gran duda es si para los más jóvenes del movimiento radical y proetarra vasco sigue siendo un referente o, por el contrario, una vieja, mítica y adorada pero antigua figura. Lo que Felipe González definiría como un jarrón chino, supuestamente valioso pero difícil de ubicar en un piso. La mayoría eran niños cuando Otegi era el líder de Batasuna y copaba portadas y telediarios. Quizá, a su salida de la cárcel para su enésima reencarnación política, descubra un mundo no muy distinto del que él mismo profetizó hace más de una década en una película de Julio Medem:
"El día que en Lekeitio o en Zubieta se coma en hamburgueserías, y se oiga música rock americana, y todo el mundo vista ropa americana, y deje de hablar su lengua para hablar inglés, y todo el mundo en vez de estar contemplando los montes esté funcionando con Internet, pues para nosotros ése será un mundo tan aburrido, tan aburrido, que no merecerá la pena vivir".