Mariano Rajoy se niega a recibir lecciones sobre lucha contra la corrupción del resto de fuerzas políticas. Cree que las medidas implantadas por su Ejecutivo y la respuesta del PP a los casos que le afectan son las adecuadas, y de ahí que haya que mantener el sosiego pese a la presión mediática y política. "No vamos a actuar movidos por la histeria", avisó a los suyos a puerta cerrada, pese a reconocer que el daño que les está causando esta lacra es enorme. "Muchos ya no están -en el partido- por sus comportamientos reprobables", enfatizó.
Una vez más, el partido enmudeció ante su diagnóstico. En su día, ningún diputado hizo uso del turno de réplica ante Rajoy. Tampoco ningún senador. Y, este lunes, ni barones ni altos cargos hicieron amago de levantar la mano, aunque muchos líderes territoriales ni tan siquiera se presentaron. "No merece la pena ir", deslizó uno de ellos. Sí estuvieron Cristina Cifuentes y Alberto Núñez Feijóo, los dos grandes referentes del partido en estos momentos y que llegaron juntos a la sede nacional de la formación.
Ante ellos, Rajoy recetó "exigencia, limpieza y transparencia" contra la corrupción, pero sacó pecho de su proceder ante los casos que afectan al PP. Según dijo, las gestoras en Madrid y Valencia son "muestra" de cómo reacciona la formación ante comportamientos inadecuados. Si bien, Esperanza Aguirre aseguró que su dimisión fue una decisión personal, posteriormente comunicada a Rajoy. Un extremo que fue corroborado por la dirección nacional, que rechazó presiones para que la hoy líder municipal se hiciera a un lado.
Sea como fuere, la gestora del PP de Madrid entró este lunes formalmente en funcionamiento, tras el plácet del Comité Ejecutivo. Cifuentes, a quien le reservaron un hueco antes del discurso de Rajoy, prometió "una nueva etapa" y confirmó que Juan Carlos Vera será su secretario general hasta la celebración de un congreso, que sigue sin fecha. "Esperanza es historia", se destacó en paralelo, no sin precisar que Aguirre no estaba en el órgano habida cuenta de que "ya no es miembro" del mismo.
Casado, muy duro con Barberá
En total, ni una hora de reunión, y muy poca autocrítica. Cuando Rajoy tomaba la palabra, todas las portadas de los medios digitales informaban sobre la detención de Alfonso Grau, el que fuera mano derecha de Rita Barberá en el consistorio. La otrora alcaldesa se ausentó del Comité Ejecutivo, pese a tener un asiento reservado. Nada dijo de ella el presidente, aunque Pablo Casado no se mordió la lengua en la rueda de prensa posterior. "Hay vida fuera de la política", le recordó.
En su comparecencia, Casado mostró su frustración por los casos de corrupción. Fue durísimo, mucho más que Rajoy de puertas para adentro. "Me parece vomitivo y abominable y me siento directamente perjudicado", dijo en un momento de su intervención. "Estamos hasta las narices, indignados y exigimos la máxima contundencia", contestó una vez más. Como él, vicesecretarios como Javier Maroto y Andrea Levy llevan tiempo quejándose de que tengan que "dar la cara" todas las semanas "por cuatro golfos". El vicesecretario de comunicación exigió, una vez más, a Barberá que dé explicaciones y reflexione si está o no dañando al PP.
Dentro, eso sí, el debate fue nulo. Antes de referirse a la corrupción, Rajoy se centró en la inestabilidad política que sufre el país y en el debate de investidura. Nada nuevo en su diagnóstico. Según precisó, la otra opción a una gran coalición -liderada por él- es que Pedro Sánchez se acabe echando en brazos de Pablo Iglesias, pacto con los independentistas incluido. Sobre la posibilidad de que se pudiera abstener ante un posible acuerdo de PSOE y Ciudadanos, volvió a ser tajante. "Suman 130 escaños, pese a tener tantos apoyos de finos sabios", destacó, poniendo otra vez su "no" encima de la mesa.
En los últimos días, el presidente en funciones ha hecho hincapié en que no se someterá a las presiones de los poderes económicos y mediáticos para que se haga a un lado y favorezca un Gobierno de Sánchez apoyado por Ciudadanos. "Estamos a las órdenes de los españoles y no de algunos españoles concretos", aseveró el pasado fin de semana en Bruselas. "Como ustedes saben, hemos vivido muchas cosas, acuérdense del rescate, con una presión evidente y legitima. Pero yo tengo que defender los intereses generales y los de mi partido. Eso es lo que me importa. Lo queda mayor tranquilidad, serenidad, espíritu y equilibrio es atender al interés general", arguyó entonces.
María Dolores de Cospedal, en el Comité Ejecutivo, defendió la estrategia de Rajoy y destacó que una de las "fortalezas del partido" es la unidad de discurso que se está manteniendo desde el día después de los comicios. Rajoy, en línea con esta tesis, auguró que el debate de investidura de Sánchez será "duro" tras protagonizar una sucesión de "actos propagandísticos". Si fracasa, reiteró que buscará los apoyos necesarios para ir a las Cortes, pero el PP sigue siendo muy pesimista, y ya trabaja con el escenario de nuevas elecciones en junio. Casado rechazó de forma tajante una coalición con Albert Rivera de cara al 26-J, tal y como publicó ABC.