Mariano Rajoy y Albert Rivera escenificaron como nunca antes su sintonía política. Más el primero que el segundo, pero ambos reconocieron que comparten posturas en asuntos cardinales para el país. Durante cerca de hora y media, el presidente en funciones y el líder naranja se intercambiaron papeles, y se comprometieron a seguir hablando en una mesa negociadora formal a partir de la próxima semana. "Coincidimos en muchas cosas", destacó por dos veces Rajoy ante la prensa.
Durante el encuentro, ninguna barrera pareció insalvable. En el PP existía el temor de que Rivera llegara a la cita con la petición de que Rajoy diera un paso atrás, pero nada de eso ocurrió, y respiraron aliviados. "En absoluto me ha dicho nada de lo que usted me ha preguntado", aclaró Rajoy al respecto. Durante semanas, Ciudadanos aseguró que no parecía "la persona más indicada" para combatir la corrupción y tildó al presidente en funciones de "fracasado" por haber declinado el ofrecimiento del Rey para intentar la investidura. Algo que mereció críticas muy duras del portavoz parlamentario centrista, Juan Carlos Girauta, que llegó a afirmar que "lo normal" cuando uno recibe ese ofrecimiento es decir: "Sí señor, a ello me pongo". Este jueves, en una entrevista con los informativos de esRadio, Girauta afirmaba: "Con los tiempos que tenemos, mirar atrás es muy mala idea" un cambio de criterio que también escenificaba Rivera al no decirle a la cara a Rajoy que no es la persona idónea para luchar contra la corrupción. El líder de Ciudadanos se ha limitado a asegurar que ni el PP ni el Gobierno han luchado eficazmente contra ese fenómeno. En privado en las últimas semanas en la cúpula centrista se descartaba absolutamente al líder popular como opción de Gobierno.
Partiendo de esta base, Rajoy por fin aportó un documento de 18 páginas con una oferta de cinco pactos de Estado, aunque sin concreciones. Se lo entregó en mano a Rivera y se lo hizo llegar a Pedro Sánchez, con quien se ve "por educación" el viernes a las cinco de la tarde. El objetivo del presidente es radiografiar a un Sánchez que da la espalda a un Ejecutivo "moderado, fuerte y estable" para echarse en brazos de radicales e independentistas. Su plan sigue siendo que el líder socialista se estampe, incapaz de sumar apoyos, y se convoquen nuevos comicios antes de las vacaciones de verano.
Rajoy planteó un pacto por el crecimiento y el empleo -incluyendo una flexibilización del déficit que, recordó, ya ha conseguido durante esta legislatura-, una reforma fiscal y de la financiación de la comunidades autónomas, un pacto social que refuerce el estado del bienestar, un pacto por la educación y un pacto para el fortalecimiento institucional. Sobre este último, enfatizó la necesidad de articular un compromiso "en defensa de la unidad de España y la soberanía de su pueblo".
Precisamente, donde Rivera puso más acento, y exhibió más sintonía con Rajoy, fue en la cuestión territorial. De hecho, volvió a fijar como condición irrenunciable para su participación en un acuerdo con el PSOE que se ponga freno al referéndum independentista que propone Podemos. Por su parte, el presidente en funciones lamentó en varias ocasiones que nada se diga sobre la unidad de España en el documento socialista y sintetice su reforma de la Constitución en un renglón. "Esto me lo tomo en serio", avisó, para a renglón seguido precisar que no está para "operaciones de investigación".
Acuerdo sobre el déficit
En economía, Rajoy y Rivera también mostraron su proximidad. De hecho, de las declaraciones de ambos se desprende que no hay ningún muro insalvable, tampoco sobre el déficit público. "Esto no es nuevo, el déficit ya se flexibilizó, como en Francia", recordó el líder del PP. A su juicio, lo importante es ir a Bruselas con la "voluntad de cumplir", y a partir de ahí negociar a favor de los intereses nacionales. "Hay que ir a la mayor, lanzar un mensaje nítido y claro" que es "que vamos a cumplir con la estabilidad presupuestaria", enfatizó ante los periodistas.
El mayor escollo, en principio, sería la corrupción. Pero, en este sentido, Rajoy reiteró que está dispuesto a estudiar cualquier medida que le proponga su interlocutor salvo la exigencia de que se haga un lado. Incluso lo pone por escrito, destacando que se puede avanzar "en materias como la adecuación del régimen de aforamientos", extremo que afectaría a Rita Barberá. Según el presidente, Rivera no le planteó que el caso de la otrora alcaldesa de Valencia pudiera impedir un entendimiento.
"Estamos en un proceso de negociación de la investidura de Pedro Sánchez pero los siete millones de votos del PP son necesarios para cualquier acuerdo", resumió Rivera, que reclamó al PSOE que concrete "el coste" de sus medidas, algo que ven difícil desde el equipo económico centrista.
Tras él, más relajado que en otras ocasiones, compareció Rajoy, que por primera vez desde las elecciones irrumpía en la negociación. Incluso parecía que fuera él y no Sánchez el que se tuviera que enfrentar al debate de investidura. Si bien, el líder del PP volvió a justificar su "no" al Rey y dejó claro que todavía no es su momento. "Primero le toca a Sánchez, que tendrá que elegir si se va con Podemos y los independentistas o rectifica y apoya la gran coalición", tradujo su entorno, que sin tapujos habla de nuevos comicios como "única solución".