La doctrina oficialista de Ferraz siempre ha defendido que a Pedro Sánchez le interesa más la opinión de la militancia que la de los barones porque es donde tiene su fortaleza el primer secretario general elegido por los afiliados. De ahí, el golpe de efecto que este sábado ha perpetrado el secretario general del PSOE ante los barones críticos presentes en el Comité Federal.
En respuesta a esos díscolos que solicitaban la convocatoria de un Comité Federal que ratificase un posible pacto de investidura o de Gobierno, el líder socialista ha elevado su oferta. Y lo ha hecho lanzando algo muy parecido a un órdago a los barones: el posible pacto no sólo será "ratificado por el Comité Federal" sino que ha anunciado una consulta a la militancia del PSOE que valide el acuerdo que lleve a Pedro Sánchez a La Moncloa. La consulta no será vinculante, pero sí está claro que mandará un mensaje al Comité Federal, que se tendría que reunir días más tarde para pronunciarse sobre ese hipotético pacto.
De esta forma, el secretario general ha prometido que este acuerdo contará "con todos los filtros y garantías posibles". "Haremos una consulta a la militancia socialista. Yo he sido el primer secretario general elegido por la militancia y también contaré con su opinión. Escucharé a la militancia de base", dijo Sánchez tras recibir el aplauso de no todos los presentes en la sala Ramón Rubial de Ferraz.
Para ello, pidió a los suyos: "Salgamos como lo que somos: un partido unido". En su opinión, de esta forma, "el PSOE da un paso al frente y no elude su responsabilidad" sobre la formación de un Gobierno "progresista y reformista". "Lo hicimos dos veces y lo volveremos a hacer una tercera", fueron las palabras con las que Sánchez concluyó su informe político, en el que no hizo ninguna mención expresa a la negativa a negociar la abstención de los independentistas de ERC y Democracia y Libertad.
Los barones, desactivados
La consulta a la militancia se realizaría una vez cerrado el pacto de Gobierno o investidura por parte del secretario general del PSOE, a quien el presidente del Congreso, Patxi López, prometió darle tiempo -entre veinte días y un mes-, para negociar al candidato que le proponga el martes el rey Felipe VI. A partir de ahí el PSOE sometería el acuerdo a sus bases, unos 197.000 militantes, en un proceso que no está regulado como tal porque sería inédito en el PSOE. Los estatutos sólo recogen un reglamento de primarias para la elección del candidato a la Moncloa, y otro reglamento de congresos con una consulta previa a la militancia, por lo que Ferraz trabajará en regular el procedimiento para un proceso en el que no se requiere ni un periodo de campaña ni recogida de avales puesto que no hay candidatos sino sólo la votación de un pacto por escrito. El comité federal deberá refrendar posteriormente el resultado en una nueva convocatoria en Ferraz.
La noticia pillaba por sorpresa a todos los barones del PSOE que se enteraban al mismo tiempo que la prensa del anuncio, pero después de los periodistas en lo relativo al procedimiento. A ninguno de ellos desveló Sánchez su secreto en la ronda de contactos de esta semana en Ferraz. De esta forma, consiguió desactivar a unos dirigentes territoriales que venían hablando de pactos y líneas rojas y salían hablando de la consulta e intentando aparentar públicamente su satisfacción porque se consulte a las bases del PSOE. Así lo hicieron todos los críticos.
La andaluza Susana Díaz, negó el ninguneo al comité federal por delegar esta decisión a la militancia socialista porque "todo es compatible"; el asturiano, Javier Fernández, también se mostró favorable a la consulta pese a que dijo desconocer si llegará a producirse por falta de acuerdo con Podemos o Ciudadanos; y el más crítico fue el valenciano, Ximo Puig, quien intentó diferenciar entre "democracia representativa y democracia directa" en su valoración ante los medios pese a ser él "el secretario general elegido en las primarias más abiertas de toda España".
Como siempre en privado era donde se alumbraba el sentir real de los socialistas. Dudas y quejas hacia quienes "intentan reinventar el partido" y "pretenden que acabamos siendo la CUP". Frases que se escuchaban de los sectores críticos que incluso animaban irónicamente a convocar una consulta en toda España: "total, si tenemos el censo de las últimas elecciones". En el otro bando, las sonrisas de los más fieles de Pedro Sánchez, el sector oficialista, que hoy salía de Ferraz con un sabor a victoria aunque sin saber cuándo será la próxima batalla.