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La CUP revienta el proceso de Mas y llena de incógnitas la política catalana

Los nuevos comicios deberían celebrarse el 6 de marzo. Se descarta que Junqueras vuelva a formar tandem con Mas.

O Mas o marzo. Salió marzo en la asamblea definitiva de la CUP, la repetición de las elecciones autonómicas del pasado 27 de septiembre, las "plebiscitarias" que debían dar paso a un "mandato" para la independencia de Cataluña. Cercado por la corrupción y por la aplicación despiadada de recortes para poder garantizar fondos al proceso, Mas ha acabado en manos de la CUP, una formación tan heterogénea y extraña que agrupa facciones troskistas, feministas, antiimperialistas e imperialistas (su meta es la soberanía de los 'países catalanes'), antisistema, internacionalistas y separatistas.

En medio de semejante confluencia se impuso el no inicial a Mas con el que la CUP abordó la campaña de aquellas ya lejanas autonómicas. En pleno ajetreo preelectoral, Antonio Baños, el cabeza de lista de la CUP, declaró que "nunca, nunca, nunca" votaría a favor de la investidura de Mas. La "diabólica" aritmética parlamentaria, según el propio Baños, situó a una parte de la CUP entre el pragmatismo y la coherencia.

Las opciones de Mas

El no a Artur Mas implica un tropiezo severo del "proceso" y la casi segura repetición de las elecciones. Lo contrario se debería a tres hipótesis: que dos diputados de la CUP se desmarcaran de la orden de su consejo político, que Mas cediera el paso a un candidato de consenso o que el PSC o En Comú Podem, los podemitas en Cataluña, le dieran su voto. Ninguno de estos supuestos parece plausible ahora, aunque esto es política catalana y cabe cualquier sorpresa, hasta un gol en el último minuto de la prórroga.

No obstante, la última asamblea de la CUP aboca claramente a la repetición de las elecciones, pero en esta ocasión Convergencia ya no tendría el sostén de una plataforma integrada por los restos de su partido, ERC en ascenso y un puñado de "independientes", tales como Lluís Llach o Carme Forcadell, que se han cansado de bregar a favor de un acuerdo. La decepción es máxima, hasta el punto de que una de las musas del proceso, la columnista de La Vanguardia Pilar Rahola emitía un mensaje en "twitter" en el que afirmaba: "Bien mirado, nos han hecho un favor. Es evidente que con gente como esta (los miembros de la CUP) no podíamos llegar muy lejos. Cerremos capítulo y volvamos a luchar".

CDC y ERC, por separado

Se da por descontado que en unas nuevas elecciones autonómicas CDC y ERC concurrirían por separado, como ya pasó en las generales del mes pasado, en las que Podemos obtuvo la victoria en Cataluña con 12 diputados, seguida de ERC con 9, PSC y la nueva marca de CDC ('Democràcia i Llibertat') con 8 y Ciudadanos y el PP con cinco.

La traslación de estos resultados anticipa un tripartito separatista y de izquierda sin el partido de Artur Mas, Francesc Homs, Josep Rull y Jordi Turull. Los podemitas catalanes lanzan guiños a ERC y la CUP para formar una alianza independentista con el objetivo de forzar un referéndum de autodeterminación en Cataluña, una vía diferente a la de Mas, pero con el mismo desenlace, la república catalana independiente. El nombre de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, está en todas las quinielas para las previsibles elecciones catalanas.

Mas, por su parte, tiene ante sí un dilema. La CUP ha puesto ha lanzado la pelota a su tejado. Si quiere que el "proceso" que ha liderado hasta ahora continúe, debería dejar paso a un candidato alternativo, sea Raül Romeva, el ecocomunista que encabezaba la lista de "Junts pel Sí" o Neus Munté, su vicepresidenta en funciones. Cualquiera menos él y nadie de Convergencia le vale a la CUP para seguir adelante con los planes separatistas y empezar una legislatura de 18 meses para proclamar la independencia. Si Mas no cede, habrá nuevas elecciones autonómicas, las cuartas desde 2010.

Continúa la incertidumbre en la política catalana. "Junts pel Sí" no se plantea proponer otro candidato y en manos de Carme Forcadell, la expresidenta de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y presidenta del parlamento está la decisión de convocar un nuevo pleno o dejar que el calendario corra hasta el 10 de enero. En ese caso, las nuevas elecciones se convocaría el 11 de este mes y se celebrarían el 6 de marzo.

Repercusiones en la política nacional

Este "escenario" podría tener una cierta influencia en el intento del PP de formar un gobierno con apoyos parlamentarios estables con el PSOE y Ciudadanos. La política catalana puede tornarse aún más inestable y peligrosa, con un cambio de tercio por la vía de un referéndum pactado. El "proceso" no ha muerto. Sin Mas, cambia de forma y se torna más directo. Convergencia está rota, en caída libre, sin credibilidad y cercada por la corrupción.

Emerge una versión catalana de Podemos que está en sintonía con la CUP antisistema y antiMas y crecen las opciones de Oriol Junqueras, el líder de ERC. Si los partidos constitucionalistas no consiguen reducir el apoyo del 48% en las últimas autonómicas al independentismo, el problema catalán puede adoptar perfiles todavía más graves. El actual líder del PSOE, Pedro Sánchez quiere pactar con Podemos, a pesar de la promesa del referéndum de autodeterminación catalán. Y el PSC le avala.

A estas alturas, lo único que parece claro es que la carrera política de Mas se habría acabado. El gran conseguidor de apaños a última hora, como la composición de la plataforma junto a ERC, no se habría salido con la suya porque 67 miembros de la CUP han votado y ha salido que no quieren a Mas por 36 a 30 y una abstención.

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