Siete horas en un Comité Federal "a cara de perro". Así resumen fuentes socialistas la reunión del máximo órgano entre Congresos al que Susana Díaz venía "dispuesta a todo" pero del que se ha marchado como siempre. Pedro Sánchez continúa al frente de un PSOE "partido por la mitad" y que intentará formar gobierno con Podemos a costa de haber asumido públicamente la línea roja que le dibujaron la víspera los barones. Intentará hacerlo "con tranquilidad, convencido y sin atajos", pero con una "condición previa" que no tenía el líder del PSOE hace 24 horas: que Pablo Iglesias "renuncie a cualquier tipo de referéndum" en Cataluña antes de sentarse a negociar.
Esto se recoge en la resolución aprobada por un 99% del Comité Federal con sólo cuatro votos en contra- y esto constituye la cesión de la dirección federal ante los barones. Un matiz diferencial que figuraba en la resolución que la federación andaluza iba a presentar al Comité Federal y que Susana Díaz nunca presentó.
Sánchez encajó la situación como pudo: haciendo cesiones en el texto y, casi más explícito, en su intervención en abierto ante la reunión del órgano. Tras unos lánguidos aplausos que daban cuenta de la frialdad del encuentro, Sánchez se explayó en este punto: "Dialogaremos, intentaremos llegar a acuerdos, pero no formaremos gobierno a cualquier precio. No dialogaremos sobre cuestiones que afecten a la integridad territorial de España. Derecho a decidir sí, pero de todos los españoles".
Argumentó que "no es la primera vez que se discute sobre la integridad territorial de España y los socialistas nunca cedimos". "No pondremos en cuestión el país porque creemos en nuestro país y porque creemos en la diversidad de nuestro país y no vamos a aceptar un referéndum que lejos de ser el final es el principio de nuevas rupturas". Sánchez se mostró "convencido de que estamos preparados para esta nueva etapa", pero "no con atajos". Y prometió una negociación "con luz, y taquígrafos, transparencia sobre los términos de la negociación", y advirtiendo a Pablo Iglesias de "que nadie cuente con nosotros para negar la ciudadanía común".
Congreso, aplazado
Susana Díaz ganó esa primera batalla, pero no la segunda. Hasta cuatro federaciones, las que aúnan la gran mayoría del poder territorial del PSOE, Andalucía, Asturias, Comunidad Valenciana y Castilla La Mancha, solicitaron mantener para febrero el congreso ordinario del PSOE, el que debe ratificar el liderazgo del partido y elegir a la nueva dirección; que se celebre "cuando toca", en contra de la decisión de la Ejecutiva federal el pasado lunes: aplazarlo hasta primavera, después de las sesiones de investidura atendiendo al principio de "primero la gobernabilidad de España, después las cuestiones internas del partido".
El entorno de la baronesa socialista ya manifestó su "sorpresa" el pasado lunes cuando Pedro Sánchez anunció su voluntad de posponer este calendario congresual y su voluntad de concurrir nuevamente como candidato. "Es él quien ha abierto el debate interno, cuando no tocaba", dicen fuentes críticas a este diario. Y en consecuencia, los barones de las citadas federaciones hicieron constar su rechazo, pero no en persona. Sólo el barón y presidente asturiano, Javier Fernández, rechazó, cara a cara ante los suyos, la decisión de la Ejecutiva. Y tan pronto lo dijo -el segundo en intervenir tras Susana Díaz-, "recogió sus cosas, y ni se sentó, se fue" del comité federal, el primero en marcharse de la reunión.
Formas distintas a las que mantuvo la baronesa socialista que ha llevado la batuta de esta rebelión interna. Como viene siendo habitual en quien defiende decir siempre "lo mismo dentro que fuera", Díaz llegó a Ferraz rechazando la decisión de Sánchez porque "nosotros somos un partido que tiene sus estatutos. Y el congreso se hará cuando toque, como lo marcan los estatutos". Pero en su intervención a puerta cerrada no pronunció una sola palabra del calendario interno. La palabra congreso y la defensa de que se haga "cuando toque" vino de la mano de su lugarteniente andaluz, Juan Cornejo, el secretario de Organización territorial. La misma estrategia que utilizaron tanto el barón y presidente valenciano, Ximo Puig, como el manchego, Emiliano García Page.
Fuentes de la dirección federal sostienen que "los barones vinieron como vinieron y se marchan como se marchan", porque el "sentido común apunta a que no se puede recoger avales y hacer una campaña a las primarias a la vez que la investidura de Rajoy"... o la de Pedro Sánchez. En esto confía Ferraz, en que la "posibilidad real" de que Pedro Sánchez acabe pudiendo gobernar con Podemos, PNV e IU aplaque los ánimos de los críticos que, a día de hoy, no volverán a dar tregua a su secretario general. Pedro Sánchez tiene dos meses por delante para jugar ya su última baza. Si no lo consigue, "éste no pasa de primavera".