La llegada masiva de turistas a Barcelona tiene un problema extra que, hasta ahora, no se ha analizado en profundidad: el retroceso del catalán en algunas zonas de Barcelona y de otras partes de Cataluña.
Al menos esa es la tesis de un artículo que publica la edición catalana del El País. El texto se titula "Peaje lingüístico de la marca Barcelona" y está firmado Rudolf Ortega, tiene frases llamativas como la que habla de "los lamentos de los paisanos que se acaban sintiendo extranjeros entre pieles nórdicas enrojecidas y montones de japoneses que siguen un banderín" o que "no hay que ser una lumbrera sociolingüística para percibir que desde la Plaza de Cataluña a Colón, la Ramblar de Barcelona ya no pertenece a la catalanofonia".
Ortega tira de cifras para concluir que se pueden cuantificar en 15 millones "no catalófonos" que visitan cada año Cataluña, y lo que es peor: "Por si fuesen pocos, tienden a concentrarse en áreas concretas y a colonizar sin miramientos el ecosistema lingüístico propio". El autor llega a denominar "hidra multicéfala" al turismo "desbocado" que "no habla en una sola lengua reconocible" sino en una "mezcla babélica con muy poco de lengua propia".
El autor reclama también que en la reflexión sobre "el modelo lingüístico que queremos" se tenga en cuenta también el impacto de la "llegada masiva y continua de turistas que no saben catalán" y que, para colmo, "están poco predispuestos a que les hablen en esta lengua".
Finalmente, se descubre lo que se esconde tras la sesuda disertación: "No estaría de más establecer mecanismos de resarcimiento que compensen la tolerancia ante la hidra a cambio de inversiones en otros ámbitos", dice, concretando que se refiere a el uso que se podría dar a la tasa turísitica.