La jornada ha sido perfecta para el separatismo y para Artur Mas. Ante el TSJC han pasado Irene Rigau, consejera de Enseñanza, y la exvicepresidente Joana Ortega, de Unió. Ambas han sido recibidas como víctimas y despedidas como mártires del 9-N mientras el tribunal emitía un lastimoso comunicado en el que se quejaba de la manifestación, de la presencia de representantes públicos e incluso de cargos del gobierno regional en apoyo de las imputadas e incluso como convocantes del acto.
La puerta del TSJC se convirtió en una pasarela independentista con Irene Rigau y Joana Ortega como top models. Compungidas, como si afrontaran una ejecución hipotecaria, ambas dijeron que todo fue espontáneo, festivo, democrático, cívico y voluntario. Ortega, fuera ya de la primera línea política, asumió las responsabilidades logísticas. Rigau ni siquiera admitió haber dado órdenes para abrir los colegios para votar. La Generalidad según Ortega facilitó un "proceso participativo" y tal proceso estaba amparado por el "mandato del Parlament", según Rigau.
La exvicepresidenta fue más valiente. Su defensa, como la de Mas y Rigau, trata de convertir el 9-N en una reacción espontánea de la ciudadanía catalana, pero ella asumió la organización del referéndum en la confianza de que el TSJC acepte el archivo de la causa, que será la petición que hagan las defensa una vez haya comparecido Mas ante el magistrado.
Se debe tener en cuenta que el instructor, Joan Manel Abril, ni siquiera es juez sino representante del Poder Judicial andorrano, que fue nombrado a propuesta de CiU y ERC en el parlamento catalán, que fueron las defensas de los imputados las que pidieron declarar durante la campaña o a la mayor brevedad y que la fecha elegida para que pase Mas ante el TSJC le convierte en un héroe de la causa.
El jueves se cumplirán 75 años del fusilamiento de Lluís Companys y el president en funciones pasará por el TSJC a las diez de la mañana. Lo de hoy, en principio, no ha sido nada. Ni las manifestaciones ante el tribunal, más bien testimoniales (amigos, compañeros de partido, miembros de las candidaturas separatistas y cargos públicos), ni las concentraciones en los ayuntamientos alcanzarán la categoría de lo que hay preparado de cara a este jueves 15 de octubre.
Además, el apoyo de Ada Colau puede hacer decantar la balanza a favor de Mas de una forma incontestable. La alcaldesa de Barcelona ha hablado en tanto que miembro del "Pacto nacional del derecho a decidir" (entidad que acoge desde la plataforma antihipotecas hasta el Barça), flanqueada por los líderes de UGT y CCOO en Cataluña, al lado de Oriol Junqueras y delante de miembros tan destacados del gobierno regional como Francesc Homs y Neus Munté, exportavoz y portavoz respectivamente del ejecutivo autonómico. Y se ha considerado imputada, partícipe del 9-N y firme defensora de Rigau, Ortega y Mas tal que en los tiempos en que, tras convocar a las cámaras, se plantaba en el domicilio de algún desahuciado sin recursos ni defensa.
El paso al frente de Colau se ha complementado con el gesto de Antonio Baños, número uno de la CUP, con un grupo de partidarios de Mas que le increpaban durante la comparecencia de Irene Rigau. Baños les ha asegurado que al final se llegará a un acuerdo y Colau ha dado el espaldarazo definitivo para la reelección del presidente de la generalidad catalana en funciones. Quien lideró el 9-N merece ser el presidente que proclame la república catalana. Quién mandará y cómo será es, ahora mismo, harina de otro costal.