El presidente de la Generalidad en funciones, Artur Mas, ha recibido a los organizadores de la manifestación separatista de la Diada y se ha resistido a asumir que en esta ocasión ha habido menos gente que en los años precedentes. Al contrario, Mas ha reclamado al Estado que "deje de amenazarnos con las leyes como si fuéramos delincuentes" y ha expresado su "orgullo, confianza e ilusión" por la concentración separatista, a pesar de que ha congregado menos gente que en ediciones anteriores.
Mas ha pedido al Estado que "tomen nota de los que han visto y abandonen el orgullo imperial" y ha reclamado al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que "tome nota" de lo acontecido este "Onze de Setembre" en Cataluña. Mas, en una mezcla de discurso institucional y mitin electoral, ha sentenciado que en la calle "se influye" y ha reclamado al Estado que atienda el resultado del 27-S.
Mas ha encajado con un discurso "institucional" el fracaso respecto a las propias expectativas que se habían marcado los propios independentistas. En su primera manifestación de este ciclo político, en 2013, fueron más de un millón. El pasado año la cifra fue de 1'8 millones. Este año debían alcanzar los dos millones y en esa cifra han insistido los medios independentistas.
La Guardia Urbana de Barcelona ha rebajado la cifra hasta el millón cuatrocientas mil personas. Ese era el número de la versión oficial, pero en privado los mandos de la policía local, liberados de las ataduras del exalcalde convergente Xavier Trias, afirmaban que los participantes en la Diada de este año no llegaban al número de setecientos mil.
En parecidos parámetros se mueve Sociedad Civil Catalana (SCC), que asegura que los asistentes a la manifestación fueron poco más de seiscientas mil personas en atención al cálculo de la superficie ocupada y el número de personas que caben en un metro cuadrado.
El separatismo acaba de realizar una nueva demostración de fuerza a 17 días de las elecciones más trascendentales de los últimos cuarenta años en Cataluña, pero ha reunido a mucha menos gente (según sus propias fuentes) que en los últimos años. Aún así, Mas clama para que el Estado negocie con su plataforma separatista e insiste en que la sociedad catalana ha lanzado un "mensaje contundente". Las imágenes reflejan la multitud, pero los datos de la Guardia Urbana alimentan el pesimismo separatista. Son muchos, están movilizados pero empiezan a dudar de que sean la mayoría. Como dijo el propio Mas, "en la calle se influye, pero en las urnas se decide". La próxima estación de Mas es una victoria electoral del separatismo que obligue a los poderes del Estado a aceptar un referéndum de autodeterminación.