Discreción ante todo. Los participantes en la reunión que congregó a figuras tales como el teniente general Ricardo Álvarez-Espejo, el general de la Guardia Civil Ángel Gozalo, el fiscal jefe de Cataluña, José María Romero de Tejada, el consejero autonómico Felip Puig, varios empresarios y otros políticos (de Ciudadanos, el PP y el PSC) pensaban que acudían a un encuentro secreto, sin testigos incómodos, juramentados todos en que nadie filtraría la "noticia" ni mucho menos el contenido de las conversaciones, que la singular cita no trascendería jamás.
A pesar de que Barcelona es conocida por la afición de políticos, empresarios y directivos del Barça a espiarse unos a otros y aunque aún resuenan los ecos del centro de mesa de La Camarga que captó la conversación entre María Victoria Álvarez, ex amante de Jordi Pujol Ferrusola, y Alicia Sánchez Camacho sobre los negocios e intereses internacionales del clan Pujol; las "garantías" de confidencialidad que se ofrecieron a los participantes cuya presencia pudiera ser más comprometida fueron suficientes para disipar sus recelos. Se trataba de un pacto de caballeros, de un local muy discreto, que además se cerraría al público, por supuesto. Un pub irlandés propiedad de Sergi Loughney, directivo de Abertis.
El local, con servicio de restaurante, está en la zona alta de Barcelona, pero es más bien un establecimiento para contemplar por televisión partidos de fútbol y también de rugby, pues Loughney fue en su día practicante de este deporte junto a Jordi Pujol Ferrusola. Además de en el rugby, Loughney hizo carrera al lado del padre del antedicho como jefe de protocolo de la Generalidad.
El Kitty's no tiene nada que ver con La Camarga. Mientras el plato estrella en el primero es el "Kitty's burguer", en la carta del segundo destacan el carpaccio de higos con virutas de foie y el ceviche de hamachi. Tampoco la decoración es exactamente igual. En el pub de Loughney no hay centros de mesas, sino televisiones en las paredes, camisetas enmarcadas y una bandera del Barça en un lugar destacado de la barra que indica que la concurrencia es culé.
En Barcelona hay muchos pubs irlandeses, pero no como el Kitty's, que se jacta de ser el primero y ahora podría presumir de haber tenido entre su clientela a la cúpula militar (Álvarez-Espejo fue el mando supremo de las tropas internacionales en una de las zonas más conflictivas de Afganistán) y a la fiscalía en Cataluña. De momento, sólo ha trascendido que la mayoría de los asistentes convino que el proceso separatista de Mas es perjudicial para la economía, pero hay temor en muchos de ellos a que se produzcan más filtraciones. Desde el entorno de los participantes políticos se dejaba caer no sin cierto temor que por muy irlandés que sea el pub, su nombre remite inquietantemente al Salón Kitty, el lujoso club berlinés que Reinhard Heydrich, el jefe de la Gestapo, trufó de micrófonos y empleados del servicio secreto.