Artur Mas está pendiente de una última reunión con Oriol Junqueras -que también tendrá como testigos a Carme Forcadell (ANC), Muriel Casals (Òmnium Cultural) y el alcalde de Vich, Vila d'Abadal, de la Asocación de Municipios Indepedentistas (AMI)- para decidir si se celebran elecciones autonómicas en marzo, se dejan para el próximo otoño, opción que se abre paso ante la falta de acuerdo entre Convergència y ERC para formar una candidatura conjunta, o se agota la legislatura.
La Generalidad había convocado a los medios porque Mas estaba dispuesto a hacer "balance de gestión", enunciado que levantó cierta expectación ante la posibilidad de que hoy fuera el día elegido para anunciar o descartar definitivamente el anticipo de las elecciones. No hubo tal. Mas comenzó su rueda de prensa con otro anuncio, el de que "el próximo jueves (más tarde matizaría que como muy tarde el viernes) comunicaré las decisiones para que el proceso continúe y acabe bien". Adujo que está pendiente de una última reunión con el líder de ERC, que no contestaría a ninguna pregunta sobre ese asunto y que el propósito de la disertación era el de exponer la acción de gobierno de su Ejecutivo durante los últimos meses. Así, pasó a una larga intervención atribuyendo a la Generalidad la creación de empleo y grandes esfuerzos en materia de corrupción y transparencia. Como ocurriera en su discurso de fin de año, Pujol y las peripecias judiciales del clan del fundador de CiU han pasado definitivamente a la historia. Los Pujol Ferrusola están fuera de su mundo y de su realidad, una situación en la que la Generalidad gobierna, el Gobierno ahoga financieramente a su administración -a pesar de las ventajas del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA)- y se han cumplido casi todos los objetivos que CiU y ERC se marcaron al comienzo de la legislatura, hace dos años.
Al final de la rueda de prensa recibió una pregunta sobre el caso Pujol y adujo que "no tengo nada que decir sobre lo que afecta al president Jordi Pujol; es un asunto que afecta a una familia concreta y que por lo que se está viendo no tenía tantas implicaciones políticas como parecía al principio". "La comisión de investigación en el parlament -añadió- no sólo tiene que ver con ese caso, sino que su propósito es más amplio porque no sólo es una cosa relativa a una familia en concreto sino que hay más casos".
Antes de eso, Mas sacó pecho por la celebración del 9N ("consulta, votación, proceso participativo, llamadlo como queráis") y trató de dejar grandes titulares para la galería: "Contra todo pronóstico y contra todos los impedimentos, de fuera y de dentro, se produjo por primera vez en la historia una votación colectiva a favor de la libertad política de Cataluña". "El año pasado -añadió fue un gran año, un año grandísimo, el mejor de la historia en términos de nación y no podemos aflojar".
Entre líneas, Mas acusó a ERC de poner trabas a un acuerdo para adelantar las elecciones, de haber cedido al "ruido mediático", a la "política de filtraciones", a la "dinámica partidista". Frente a esa actitud, contrapuso la de su gabinete y afirmó que el 9N fue un "éxito" porque "hubo un gobierno que se la jugó, al igual que se la jugó la gente". Mas acentuó en varias ocasiones las querellas y denuncias "por la vía penal" que penden sobre él e insistió en las virtudes de la unidad ultrapartidista.
En síntesis, se abre un plazo de 48 horas para tomar una decisión definitiva sobre tres escenarios, en principio, posibles: elecciones autonómicas en marzo, en otoño o a finales de 2016. En la última hora, el incendio que el último tuit de Junqueras del lunes en el que se refería a Mas como el MHP ha creado en Convergència, donde no dudan en atribuir al dirigente de ERC la aviesa intención de no referirse a Mas como "molt honorable president".
En la línea habitual del infatigable Mas, la rueda de prensa duró casi dos horas en las que evitó dar cualquier pista sobre lo que pasará el jueves.