Movimiento Ciudadano vuelve a las ciudades españolas tras el éxito de crítica y público del invierno pasado. Entonces la aventura terminó con dos eurodiputados. Ahora los frentes se multiplican. En uno de ellos, el de las elecciones municipales de Granada, el ex socialista Luis Salvador será su cabeza de cartel.
De los partidos nuevos hay uno, Podemos, que toma muchas precauciones respecto a las elecciones municipales. Usted sin embargo, apuesta fuerte por una gran ciudad como Granada. ¿Lo tendrá en cuenta el electorado para las próximas citas?
Cualquier partido nuevo o emergente tiene que comenzar por la política municipal, para construir un discurso primero localista, después de carácter autonómico y finalmente tener un proyecto nacional. Querer ir a la política nacional sin conocer la local me parece un engaño, hay que empezar desde abajo.
Ustedes no creen prioritario reformar la Constitución, pero si no quedase más remedio ¿por dónde empezarían?
En primer lugar por el consenso. Si hay que cambiar algo hay que cambiar para mejorarla y en aquellos puntos y aspectos que entre todos consideremos que deben servir para ese nuevo consenso. Debe durar muchos años para aquellas personas que no votaron nunca la Constitución. Lo que no hay que hacer es entrar en asuntos que generen controversia o que el conjunto de la sociedad española no esté de acuerdo. Por tanto si hay amplio consenso en hacer reformas que adapten la Carta Magna a los nuevos tiempos estaríamos de acuerdo.
Dígame dos reformas que habría que acometer antes que la de la Constitución.
En primer lugar la reforma de la Administración, la que tenemos en este momento no nos la podemos permitir, porque hay distintos niveles competenciales concurriendo en temas que son comunes. Se están descuidando las políticas básicas del Estado del bienestar. Hay que adelgazar la administración del Estado pero sin perder las competencias básicas. La segunda sería la de la Justicia, para garantizar que Montesquieu resucite y conseguir una verdadera división de poderes, que es algo fundamental para poder erradicar la corrupción. Me permito incluir una tercera: un pacto por la Educación con amplio consenso que dure varias generaciones.
¿Cuándo decidió Luis Salvador que el PSOE no era su partido?
Cuando defendiendo las cuestiones que había defendido siempre: la participación, la transparencia, la rendición de cuentas, el que los mejores deben ser legitimados por el voto democrático de las personas, etc me doy cuenta que eso es imposible con un sistema anclado en dos partidos. Yo intenté cambiar las cosas desde dentro, intenté luchar contra la corrupción y propiciar la democracia interna. Hace poco alguien me dijo que yo había hecho un Ciudadanos dentro del PSOE y es posible que sea así, por eso ahora es mi partido.
Algunas encuestas ya sitúan a Ciudadanos por encima de UPyD. ¿La ruptura de las negociaciones es el Waterloo de Rosa Díez?
Los ciudadanos han podido ver lo ocurrido con Podemos, que en las europeas tuvo 300.000 votos menos que la suma de UPyD y Ciudadanos. En la construcción de esa Tercera vía Ciudadanos ha sido muy generoso y Albert Rivera durante siete años ha planteado ese pacto. Yo creo que el electorado es sabio, y entiende cuándo dos no pactan porque uno no quiere y cuándo alguien no quiere pactar por temor a perder su control sobre la formación resultante.
¿Es Albert Rivera el único que posee la kriptonita contra Pablo Iglesias?
No creo que haga falta. Pablo Iglesias es un producto mediático de la sociedad actual, en la que prima el ruido sobre la sensatez y la confrontación sobre el acuerdo. Decía Maquiavelo que hay dos formas de ascender, una muy lenta que es la virtud y que es la elegida por Albert Rivera; otra forma es la fortuna, azarosa y que igual que viene se va. Esta última es la de Pablo Iglesias, ayudado por la bola que le están dando los medios de comunicación
¿A qué se parece más Ciudadanos: al PSOE en el que usted militó o al CDS de Adolfo Suárez?
Es una mezcla entre un partido progresista que defendía el Estado de bienestar y apostaba por recuperar derechos para la ciudadanía con la visión de consenso y centrista de la UCD, que fue el momento de la Transición donde todos los españoles nos dimos cuenta de que podíamos trabajar por un proyecto común de país que es el que en estos momento hace falta. Por eso, cuando decimos que ni rojos ni azules es porque hay etapas que ya están superadas y debates que tienen que dejar paso al pragmatismo de la solución de los problemas ciudadanos por personas que estén dispuestas a entenderse y llegar a acuerdos. Es necesario combatir la crisis y es compatible un estado del bienestar fuerte con bajar los impuestos si erradicamos la corrupción y las duplicidades.