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Primer posado de Jordi Pujol, 13 días después de La Confesión

El ex presidente catalán, acompañado por la escolta oficial, se deja grabar por los medios en la casa de su mujer en Queralbs y se pasea por el pueblo

Jordi Pujol i Soley ha reaparecido. Tras saltar de mansión en mansión por la Cerdaña para huir de los medios de comunicación, este jueves se paseó por Queralbs (Gerona), donde su esposa, Marta Ferrusola, es titular de la "dacha" en la que el patriarca acostumbraba a pasar una semana al año en verano y concedía las entrevistas estivales a La Vanguardia y El Periódico. Pujol incluso se tomó, y juran que abonó, un café en el bar, a media mañana, tal vez para desmentir que jamás haya pagado una consumición de su bolsillo.

Ya por la tarde, con un jersey a lo Marcelino Camacho, buen humor y excelente aspecto, el mito caído compareció ante los medios de comunicación. Pujol ha decidido cambiar de estrategia. De inutilizar los coches de la "canallesca" que le seguía mientras se refugiaba en las mansiones de sus hijos Josep y Jordi ha pasado a mostrar su lado carismático, afable y directo, de patriarca con un control total de los tiempos y los medios, de abuelo entrañable y venerable líder democrático.

Mientras el guardaespaldas hacía un gesto para que la prensa se acercara al hombre que rigió los destinos de Cataluña durante 23 años y cuya familia acumuló una fortuna formidable, Pujol accedía a hablar. Trece días después de La Confesión que provocó un tsunami en el oasis catalán, el pasado 25 de julio, festividad de Santiago, el padre de la Cataluña del proceso separatista paseó y posó para los fotógrafos y las televisiones con pantalones y jersey "beige" y concedió las primeras declaraciones públicas. Le satisfizo mucho que la primera pregunta fuera sobre su estado de ánimo tras el estallido del mayor escándalo político de Cataluña desde Banca Catalana, protagonizado por el mismo personaje. "Bien, bien, gracias", declaró. Después, lo corriente en las comparecencias "improvisadas" o formales de quien sigue recibiendo trato de "president" y gozando de muchas de las prerrogativas de un ex presidente del gobierno regional catalán, como la escolta.

Pujol se mostró dispuesto a facilitar cualquier aclaración "a las instancias judiciales y tributarias pertinentes", negó que su comunicado se debiera al cerco judicial sobre los negocios del clan Pujol y mantuvo la incertidumbre sobre si comparecerá en el Parlamento regional, tal como pide ERC. El patriarca del clan no tiene aún claro, o eso declaró a los periodistas, si comparecer ante los diputados. Todas las demás cuestiones quedaron en el tintero. El posado y las preguntas se ciñeron al guión del publicista y los abogados que aconsejan a Pujol. Nadie efectuó una pregunta sobre la familia, sobre los coches de la prensa pinchados, sobre el patrimonio de los hijos, sobre el futuro de Convergència, sobre la independencia que él alienta desde hace cuatro años.

La posibilidad de que Pujol comparezca en sede parlamentaria desata el pánico en Convergència, uno de cuyos líderes emergentes, el consejero Santi Vila, declaró en la radio oficial catalana, "Catalunya Ràdio", que, "por suerte y razones generacionales" no tenía "nada que ver" con Pujol, pero que no le parecía "pertinente" que el "president" se sometiera a una comparecencia parlamentaria "donde cada diputado dice lo que le sale de la barretina".

Pujol, de momento, se ciñe a la estrategia marcada por Artur Mas y trata de centrar la cuestión en su "regularización" fiscal, de ahí que aludiera tan sólo a instancias "judiciales y tributarias". En el plano político, ya ha dado el primer paso al aceptar la versión de Mas de que hacía diez años que ya no tomaba decisiones de relieve en el seno de partido, argumento difícil de sostener dado el papel de su hijo Oriol, el "hereu" político como número dos del partido del padre.

El fundador de CDC, CiU y el hombre que rigió los destinos de una región durante más de dos décadas y sostuvo a gobiernos del PSOE y del PP se mostró muy relajado en su comparecencia ante los medios. Escudriñó los mismos signos reverenciales de cuando obligaba a los periodistas a ponerse de pie cuando entraba en la sala de prensa de la Generalidad como "president" y, según no cesaba de recordar, era la primera autoridad ordinaria del Estado en Cataluña.

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