La contraportada de este sábado de El Mundo la protagoniza el ex presidente del gobierno español, Jose Luis Rodríguez Zapatero, que ha concedido su entrevista más desenfadada a la sección Doce más una de este diario. En ella, el socialista no tiene problema en afirmar que "quiere a Bambi" o que "entre Bush y yo hay algo personal".
Preguntado por qué sabe de Bambi, apodo que le puso Alfonso Guerra en sus años de líder socialista, Zapatero responde que tiene "una estrecha relación con Bambi. Alguien me llamó Bambi y, casualidades de la vida, Bambi era la película que mi hija mayor me hacía poner una y mil veces cuando era pequeña. Quiero a Bambi. Del personaje queda la idea de que es un poco ingenuo. Yo no creo serlo", explica.
"Nosotros construimos derechos"
En esta entrevista, Zapatero hace un repaso a sus años en el Gobierno y aclara que "procuré hacer cosas que cambiaran la vida a la gente. Nosotros construimos derechos, llegamos a lugares donde había oscuridad, invisibilidad, negación y humillación". Aunque para el ex presidente, sus dos mandatos "fueron dos tiempos, dos historias, dos relatos, dos circunstancias. Incluso yo me sentí dos José Luis, dos Zapatero".
Sobre su segunda legislatura y el "tijeretazo", Zapatero se excusa: "No dejé de ser socialista. Pero quizá fui más presidente del Gobierno que socialista".
El episodio de la negociación con ETA fue para Zapatero "el tema en el que tuve más sentimientos, tensión, y me considero templado, incluso frío. Se dijeron cosas fuertes de mí, más o menos que colaboraba con ETA". Para el ex presidente la paz en el País Vasco llegó en sus años como presidente, "es lo que más paz interior me ha dado. Incluso he recuperado la confianza de algunos colectivos de víctimas" explica.
Preguntado por si él se hubiera fiado de un presidente que no hubiera negociado con ETA, Zapatero responde rotundo, "no, sin duda. No me hubiera fiado. O sea, hubiera pensado que no podía decir la verdad. Sé que esto es difícil, pero hay veces que en las cosas de Gobierno debes ser prudente, porque sabes que si cuentas todo, a lo mejor se rompe. Eso lo viví cada semana con el diálogo con ETA. Yo vivía en esa contradicción, sabiendo que tenía que tener silencio para que el silencio de las armas llegara, pese a que ese silencio desconcertaba a los ciudadanos".
Una entrevista en la que además de para su pasado, también tiene palabras para su presente: "Ahora mi vida es distinta, hay días que a las 11 de la mañana no ha sonado el teléfono". Un teléfono en el que "no se me puso una vez Bush. Bush no se me pondría al teléfono. Ni me haría un retrato como el que le ha hecho a Aznar. Entre Bush y yo hay algo personal, como la canción de Serrat".