Los próximos movimientos de la partida de ajedrez de Artur Mas le conducen directamente hacia la claudicación. Con toda probabilidad, la ley de consultas que elabora el parlamento autonómico a marchas forzadas será suspendida cautelarmente previo recurso del Gobierno, lo que aboca al presidente de la Generalidad a sustituir el referéndum separatista por unas autonómicas "plebiscitarias". Eso siempre que cumpla su promesa de convocar sólo una consulta autorizada o, en su defecto, unas elecciones.
En Convergència subrayan que hasta el momento ha cumplido todos sus compromisos y recuerdan que siempre ha dejado la puerta abierta a unas plebiscitarias como alternativa a una consulta ilegal, razón por la que sí se contempla el "plan B" cuya existencia negaba ayer mismo en el hemiciclo catalán el propio Mas. Según ese plan, las próximas autonómicas no podrán coincidir con el 9-N por una razón de plazos legales, ya que Mas quiere agotar la vía de la ley autonómica, por lo que se baraja la posibilidad de llevarlas a cabo en marzo del 2015, dos meses antes de las municipales.
El argumento de peso en CiU para contemplar ese escenario es que ERC ha centrado todos sus esfuerzos y su maquinaria electoral en los comicios locales. Los tácticos de la formación republicana dan por seguro que Mas no podrá convocar una consulta y que si ésta se celebra será en el formato simulacro previsto por la Assemblea Nacional Catalana (ANC). Las municipales son una obsesión para Esquerra, puesto que las encuestas predicen una victoria clara de los republicanos y hasta que podrían gobernar en Barcelona.
Sobre esa base, ERC potenciaría a la Associació de Municipis per la Independència (AMI) y otorgaría a los municipios el peso y el liderazgo de "proceso". Una vez exprimida la vía de la consulta, ERC considera que CiU no tendrá más remedio que convertirse en el partido muleta de un nuevo proceso que empezaría en los Ayuntamientos y culminaría con la conquista de la Generalidad y la proclamación unilateral de independencia.
Homs, Gordó y Vila
Los planes, teorías y estrategias políticas de CiU y de ERC circulan actualizados al minuto por las numerosas líneas abiertas entre ambos partidos. En ERC, por ejemplo, dan por descontado que Artur Mas no volverá a presentarse, entre otras razones porque no habrá podido llevar a cabo el referéndum que pretende, ni aún en su forma no vinculante. Además acumula el desgaste de su último fracaso electoral, en las autonómicas de 2012 y en las europeas del pasado mayo. El sustituto de Mas en unas elecciones abocadas al fracaso de Convergència sería Francesc Homs, el portavoz, confesor político y asesor único de Mas. Homs está dipuesto al "sacrificio", pero la oposición de Unió al hombre fuerte del president es de carácter tajante, hasta el punto de que amenazan con disolver la federación. Los teóricamente moderados Francesc Gordó, consejero de Justicia, y Santi Vila, de Fomento, son otras de las opciones que se contemplan, mucho más del agrado en el partido de Duran.
En contraste, Junqueras hace y deshace a su antojo en ERC y mantiene un prudente silencio mientras contempla el desgaste imparable de Mas y cómo el presidente de la Generalidad asume ya sin matices ni objeciones la doble hoja de ruta de ERC, la fuerza emergente y el siguiente problema de política catalana al que deberán hacer frente el Gobierno y los partidos nacionales pasado el 9-N.