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Cardedeu: el muro de la crispación

Un concejal del PP, en el punto de mira por denunciar a quienes pintaron una bandera independentista en una tapia.

Un concejal del PP, en el punto de mira por denunciar a quienes pintaron una bandera independentista en una tapia.
El muro de la discordia de Cardedeu. | LD

La ocupación simbólica del territorio es una de las claves del "proceso" político en Cataluña. La bandera independentista, la estelada, ondea en campanarios, ayuntamientos, rotondas, azoteas y balcones, es un elemento omnipresente del paisaje catalán, más acusado en las zonas de interior pero presente en todas partes. Y los muros de Cataluña son monopolio de la causa separatista, el escaparate de sus consignas y su iconografía bolivariana. Cualquier tapia es buena, pero mejor cuanta más visibilidad.

La complicidad institucional ayuda al arte mural independentista, cuyos autores no sufren los rigores de los grafiteros. Al contrario, pintar paredes con esteladas y lemas contra España es considerado un acto de civismo en algunos sitios. Es lo que ha ocurrido en Cardedeu, veinte mil habitantes en la comarca del Vallés Oriental, a menos de cuarenta kilómetros de Barcelona, una localidad conocida por ser la que dispuso de la primera emisora municipal de televisión en catalán, cuando aún no existía TV3.

El considerable muro que preside uno de los accesos a la ciudad era terreno colonizado por el agit-prop independentista, fuera para celebrar la ocupación de un inmueble o para condenar las obras de una carretera o un campo de golf. En esa pared lucían los eslóganes revolucionarios y los llamamientos a la lucha, el testimonio irredento de un pueblo oprimido, etcétera, etcétera. La estética, entre Rentería y Belfast con el toque autóctono de la estrella y las cuatro barras. Pero Cardedeu no es Rentería ni Belfast. Hasta hace un año, los seis concejales de CiU gobernaban en coalición con los dos del PP y un independiente. El PSC dispone de cuatro concejales, mientras que ERC tiene uno, Iniciativa, otro, y las Candidaturas de Unidad Popular (CUP), la izquierda radical independentista, dos.

Un pacto ajeno al proceso

La extraña alianza entre convergentes y populares se basaba en acuerdos de carácter local a los que no afectaba el curso del proceso separatista. Era un pacto pragmático en favor de los intereses ciudadanos más prosaicos. Por ejemplo, el de adecentar los accesos a la ciudad. Así, en agosto del año pasado CiU y PP acordaron repintar el muro y poner unas letras metálicas con la leyenda "Benvinguts a la vila de Cardedeu". El 4 de septiembre, el muro lucía como nuevo, con las letras ya instaladas y el escudo de la ciudad bien visible.

No habían pasado horas cuando ERC, Iniciativa y las CUP agitaban a sus simpatizantes a través de las redes sociales para "recuperar" la tapia. Como siempre, las arengas se mezclaban con los insultos y la amenazas, dirigidas todas ellas al concejal del PP Jaime Gelada. A los cuatro días, en vísperas del Onze de Setembre de la cadena humana, un grupo de activistas se ponía manos a la obra para pintar una gran estelada en la tapia con la frase "Poble per la Independència". Gelada se cansó de denunciar el caso, ante los Mossos y en la alcaldía. La alcaldesa, Calamanda Vila, de CiU, hizo caso omiso y el PP le retiró su apoyo.

Sentencia condenatoria

Mientras los separatistas se hicieron fuertes en el control del muro ante la pasividad municipal, una de las denuncias de Gelada superaba los obstáculos burocráticos que planteaban la policía local y los Mossos y llegaba hasta el juzgado número 3 de Granollers. El fallo, del pasado 17 de abril, condena a ocho de los grafiteros por la independencia a pagar al propietario de la tapia 7.640,40 euros y a cuatro días de localización permanente por una falta de deslucimiento de bienes inmuebles. Entre los ocho condenados, un concejal de la CUP y un exconcejal de ERC.

Sin embargo, Gelada aún no ha ganado nada. En el plano personal, él y su familia han sufrido los insultos y las amenazas en la calle por parte de militanes de las CUP, cada vez más agresivos, crecidos y batasunizados. El concejal popular explica que a una hija la acosaron en las fiestas mayores y le dijeron que su padre era un "hijo de puta", con el asunto del muro como telón o paredón de fondo. Era la crispación en el día a día, una situación que no es reciente para muchos cargos y militantes de partidos "unionistas".

La ministra Pastor tiene la palabra

En cuanto al estado actual del muro, el ayuntamiento de Calamanda Vila mira para otro lado. Ahora forma parte de la Associació de Municipis per la Independència (AMI) y los concejales de CiU, así como la mitad de los del PSC, están en la vanguardia del proceso, al lado de las CUP. Así que ahí se mantiene la estelada. Gelada explica que ahora debería ser el propietario quien se ocupara de repintar la pared una vez cobrados los 7.640 euros. Y el dueño de la tapia no es ni más ni menos que Adif, el gestor ferroviario dependiente del Ministerio de Fomento, de modo que correspondería a la ministra Ana Pastor dar la orden de borrar la estelada y devolver el muro al estado que antes del último 11 de septiembre habían pactado convergentes y populares, con el "Benvinguts a Cardedeu" en negro sobre gris.

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