La Assemblea Nacional de Catalunya (ANC) corre el riesgo de morir de éxito. Hace pocas semanas, la difusión de la ponencia golpista de la entidad civil para proclamar la independencia el 23 de abril del próximo año generó una oleada de adhesiones y una defensa a ultranza de la asociación por parte de los partidos políticos y medios de comunicación de la causa separatista.
Pero de esa euforia inicial por el supuesto favor que se le habría hecho al airear el delirante plan (aprobado recientemente y que, en teoría, comenzará la próxima semana, a un año vista de la proclamación de la República catalana) se ha pasado a un ambiente de crispación, acusaciones, denuncias y sospechas generalizadas en su interior. Existe un clima de desconfianza, críticas cada vez menos veladas y una singular psicosis basada en la creencia de que la entidad está masivamente infiltrada por la Policía o el CNI.
El pasado miércoles 16, aparecía el primer síntoma público del creciente cisma en la ANC. Un despacho de la agencia Efe anunciaba la irrupción de una plataforma interna denominada Essència, un colectivo formado por una cincuentena de miembros que dice "posicionarse" de cara a una "hipotética ilegalización por parte del Estado", posibilidad que, no obstante, calibran entre remota y nula, a pesar de que el "plan" plantea supuestos como la toma por la fuerza de las infraestructuras y bienes del Estado en la comunidad autónoma en caso de que no haya una consulta el 9-N.
En apariencia, los essencialistas de la ANC estarían a favor de Carme Forcadell, presidenta de la entidad, y pretenderían salvaguardar la organización en caso de que se emprendieran o prosperaran acciones legales como la promovida por el sindicato Manos Limpias. Así lo ha interpretado la prensa afecta al proceso catalán.
En la práctica, el colectivo responde al creciente malestar interno por la actitud de "diva" de la militante de ERC Carme Forcadell, a quien acusan de opacidad financiera, de despreciar a la militancia y de haber supeditado toda la capacidad operativa de la organización a la estrategia de insurrección institucional de Artur Mas, entre otras cosas. El apoyo retórico es tan intenso como las críticas internas, que se manifestarán en la presentación de candidaturas alternativas en las elecciones que la Assemblea prevé celebrar el 10 de mayo para renovar su secretariado.
El CNI o la Policía
En este contexto, crecen las suspicacias y afloran las obsesiones nacionalistas recurrentes. En el núcleo duro de la ANC, el blindado y autosuficiente entorno de Carme Forcadell, se ha llegado a la conclusión de que la organización está infiltrada por los "servicios" del Estado, ya sea en forma de agentes policiales del Ministerio del Interior o de espías del CNI, lo que explicaría la filtración de la ponencia así como las críticas internas y la propia irrupción en la escena separatista de Essència.
Desde esa plataforma, no precisamente moderada, se vierten acusaciones sobre las cuotas y el control de las formaciones políticas, con el argumento de que la ANC ha dejado de ser lo que era, un movimiento para forzar a los partidos a declarar la independencia y el referéndum, para convertirse un instrumento personalista "a sueldo" de la Generalidad para justificar la deriva radical de Mas. De ahí, alegan, que no se cuestionara la pregunta elaborada para el referéndum, entre otras renuncias, a cambio del protagonismo político y mediático de Carme Forcadell.