"La historia se repite: la izquierda crea el problema, nosotros empezamos a arreglarlo y mientras nos critican, pero es igual". Mariano Rajoy se echó encima el peso de la precampaña con un pormenorizado relato de cómo recibió España a finales de 2011 y qué dificultades ha tenido que ir sorteando hasta la fecha. "Que no vengan con historias quienes han llevado al país a la ruina que no se las vamos a aceptar", se revolvió, proclamando un cambio de tendencia que, a su juicio, ya no tiene retorno.
Si alguien aún tenía la esperanza de que diera la sorpresa y soltara el nombre del candidato se llevó una gran desilusión. El jefe del Ejecutivo esbozó su discurso económico; aquél con el que pretende dar la vuelta a las encuestas y ganar las elecciones europeas. Nada dijo sobre Cataluña, aunque recalcó que de ello se hablará muy pronto, en referencia al pleno del próximo martes en el Congreso de los Diputados.
De nuevo, la diferencia entre los discursos y lo que se susurró en los pasillos, en los encuentros informales con los cargos del PP, fue abismal. Rajoy se centró en exclusiva sobre en la recuperación mientras los suyos siguieron con las quinielas sobre el candidato; con permiso de Esperanza Aguirre, protagonista tras su incidente en Gran Vía.
Arias Cañete, ¿favorito?
En este contexto de nerviosismo, Rajoy se mantuvo impertérrito, aunque algunos quisieron ver una pista cuando al hablar de la importancia de Europa sacó a colación a Miguel Arias Cañete y sus batallas en materia de Agricultura.
En la Intermunicipal celebrada durante dos días en Valencia, el ministro siempre fue el favorito a pesar de ser la tierra de Esteban González Pons, también en la terna. Quienes apostaron porque este fin de semana ya se conocería el nombre no tenían otra que dar por ampliado el plazo. En conversación informal, Rajoy se dio de tiempo hasta Semana Santa: "Tampoco quedan muchos días", recalcó este mismo jueves. Pero no dio más pistas. Mientras, todo cargo consultado partía de la misma premisa: "Estoy especulando porque, realmente, no tengo información de primera mano". Esto es, el jefe sigue en silencio.
Las especulaciones, en todo caso, continuaron. La sensación mayoritaria es que los cambios en el gabinete, si acaban produciéndose, serán mínimos. En otras palabras, que la crisis únicamente afectará a Arias Cañete. Cabe destacar que, junto a Rajoy en Valencia, estuvieron dos de los ministros más cuestionados, y que no ven síntomas de que se vayan a marchar del Ejecutivo: Ana Mato (Sanidad) y Cristóbal Montoro (Hacienda). Ambos tienen ganas y se ven fuertes.
Contra los partidos pequeños
De los españoles, Rajoy destacó su "buen olfato" a la hora de votar. Y es que, además de su dura crítica al PSOE, le declaró la guerra a los minoritarios. A su juicio, hay que apostar por las formaciones europeistas; esto es, por los partidos "serios", con "personalidad" y que estén integrados "en grandes organizaciones como el PP". En la víspera, María Dolores de Cospedal fue todavía más clara al criticar a los partidos "personalistas" y "antisistema". No dio siglas, pero caben prácticamente todos aquellos que no son PP y PSOE.
"Y ahora voy a explicar cómo lo veo", empezó en relación a la economía. En ello estuvo durante prácticamente toda su intervención. "No hemos llegado a la meta pero hemos dejado atrás el miedo, la desesperanza y la incertidumbre. Yo sé que hay muchos españoles que lo están pasando mal y me duele, me duele porque soy el presidente. Pero os digo una cosa: las cosas van mejor y pronto van a ir mucho mejor", sentenció. Su optimismo es evidente: "Todavía son pocos, sé que son pocos pero son los primeros, pero pronto habrá muchos más".
Para Rajoy, la clave está en el cambio de tendencia. Se observa con claridad, en su opinión, en los últimos datos de la Seguridad Social. "¿Qué ha pasado aquí y qué va a pasar?", se preguntó. "¿Qué nos encontramos?", insistió, para ir año por año desde 2011 y poner en valor sus reformas. Se detuvo en la tributaria, de la que aún no se conocen todos los detalles, aunque le sirvió para prometer: "Ahora sí que creemos que podemos bajar los impuestos". Y se defendió de quienes le han criticado que los subiera: "No podíamos bajar los impuestos" antes porque "habría sido un suicidio para nuestro país".
La estrategia electoral parece clara: desarmar al PSOE con la herencia y estrujar los datos que demuestran que España está saliendo de la crisis. Siempre, con Rajoy como maestro de ceremonias. "Para mantener todo eso y para mejorarlo", defendió el presidente, la única opción es el PP: "Ahora hay elecciones y este es un asunto muy serio porque a veces no nos damos cuenta de lo que significa Europa en nuestras vidas". Y recordó como España era ninguneada en las instituciones comunitarias con los socialistas y como ahora tiene un peso mayor.
Para ganar, reclamó al PP movilización. Lo importante es el mensaje, no el candidato, repite a los suyos. "Os pido que trabajéis con la misma garra, ilusión, coraje y simpatía con la que siempre lo habéis hecho", afirmó ante un abarrotado auditorio a pesar del calor. Según la organización, más de 1.500 militantes -muchos de ellos alcaldes- llenaron el Palacio de la Música de la ciudad. A la salida, Rajoy despachó unos minutos con los periodistas: "No lo sé", dijo por tres veces sobre quién será el elegido. "Tampoco estoy encima del tema", despistó con una sonrisa el jueves en Bruselas. Mientras, su partido espera expectante a que se pose el dedo divino.