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¿Qué pasó en Leganés?

Uno de los aspectos más rocambolescos de la versión oficial del 11-M es la explosión de Leganés. Este jueves se cumplen 10 años.

El 3 de abril de 2004, pocas semanas después de la masacre del 11-M, la Policía rodeaba un piso en la C/ Carmen Martín Gaite de Leganés y, después de un asedio de varias horas, se produjo una explosión en la que presuntamente murieron siete magrebíes y un miembro del GEO.

La historia oficial es que aquellos siete magrebíes estaban implicados en el atentado del 11-M e hicieron volar aquel piso al verse rodeados. Pero lo cierto es que la historia oficial no tiene ningún sentido:

  • ¿Por qué los responsables del 11-M iban a concentrarse en aquel piso, en lugar de huir de España tras el atentado?

  • ¿Por qué eligieron para refugiarse un piso que daba pared con pared con el de un policía experto en escuchas y seguimientos?

  • ¿Por qué eligieron para refugiarse un piso marcado, en el que anteriormente ya se habían producido intervenciones policiales?

  • ¿Por qué unos terroristas que no se habían suicidado en los trenes del 11-M iban a suicidarse en aquel piso?

  • Si iban a suicidarse, ¿por qué esperaron nada menos que siete horas, rodeados por la Policía, antes de hacerlo?

  • ¿Por qué esperaron los terroristas a que se desalojaran los ocho bloques de viviendas colindantes?

  • ¿Por qué la Policía tardó casi cinco horas en desalojar a los vecinos, si esos terroristas eran tan peligrosos?

  • ¿Por qué esos terroristas se suicidaron en el interior de la vivienda, donde su capacidad de hacer daño era menor, en lugar de salir al encuentro de los GEO, que aguardaban parapetados en el rellano de la escalera?

No es solo el modus operandi lo que no cuadra. El sumario del 11-M está plagado de detalles que invitan a pensar en algún tipo de montaje:

  • Una supuesta carta de despedida de uno de esos presuntos suicidas, escrita en árabe, a la que alguien añadió una firma en caracteres latinos.

  • Una serie de supuestas llamadas de despedida de esos presuntos suicidas que, teniendo más de diez teléfonos a su disposición (los cuales aparecieron en el desescombro) se dedicaron a llamar de manera sucesiva, en vez de simultánea, a lo largo de casi una hora.

  • El hecho de que uno de los teléfonos con los que se efectuaron esas supuestas llamadas de despedida continuaba activo un mes después de producirse la explosión del piso.

  • Dos faxes supuestamente enviados por esos terroristas desde el piso al diario ABC y a Telemadrid, cuando en aquel piso no había ningún fax.

  • La ausencia de casquillos de subfusil, a pesar de que la versión oficial dice que hubo un intercambio de disparos con subfusil que duró entre 15 y 30 minutos.

  • La ausencia total de imágenes, tanto de los supuestos terroristas disparando a través de las ventanas, como de la propia operación de asalto de los GEO.

  • La misteriosa desaparición de las manos de tres de aquellos suicidas, que no pudieron ser identificados por las huellas dactilares.

  • La aparición en el desescombro de más de 20 libros de temática religiosa, que no solo habían resultado milagrosamente intactos en la explosión, sino que, además, algunos de ellos eran libros santos chiíes, lo que no cuadra con el hecho de que aquellos siete magrebíes eran sunníes.

  • El hecho de que uno de los cadáveres apareciera con los pantalones puestos del revés.

El lector interesado en profundizar en cualquiera de los aspectos mencionados puede leer los siguientes artículos donde se explican más detalladamente los distintos puntos:

-¿Qué ocurrió en Leganés?

- Visiones contradictorias

- Brigada de limpieza

¿Qué pasó en Leganés? ¿Es cierto que unos islamistas, presuntamente relacionados con el 11-M, se inmolaron en aquel piso? ¿Se trató de una operación de inteligencia, en la que fueron liquidados algunos de los autores del 11-M, o algunos de los cabezas de turco? ¿O en realidad en aquel piso no murió nadie?

Lo normal es que las autopsias de aquellas siete personas nos hubieran permitido aclarar algunas de las dudas. Sin embargo, aunque parezca mentira, a aquellos presuntos suicidas no se les hizo autopsia para determinar la causa de la muerte.

Después de la explosión del piso de Leganés, el desescombro y la recogida de restos continuaron a lo largo del domingo 4 de abril de 2004. Ambas operaciones estaban dirigidas in situ por la juez Teresa Palacios. Los restos de los presuntos suicidas fueron enviados al Instituto Anatómico Forense para realizar los correspondientes estudios y cumplimentar los trámites legales.

En el Instituto Anatómico Forense no se encontraba la directora, Carmen Baladía, que acababa de tomar un permiso pocos días antes, con el que esperaba poder recuperarse del tremendo desgaste vivido desde el fatídico 11-M, cuando le tocó hacerse cargo de organizar todas las autopsias de las víctimas en aquella morgue improvisada en que se convirtió el IFEMA.

En su lugar, Carmen Baladía había dejado como responsable del Instituto al doctor Pera, como director en funciones. Sin embargo, quien se hizo cargo de la situación tras la explosión del piso de Leganés no fue el doctor Pera, sino el jefe de la Sección de Antropología del Instituto, José Luis Prieto Carrero, que hizo caso omiso del director en funciones y se puso al mando de todo lo relacionado con los cuerpos de los "suicidas", sin que el doctor Pera pudiera impedirlo.

A las 11:30 de la mañana del lunes 5 de abril, funcionarios de la Sección de Antropología y Biología de la Comisaría General de Policía Científica se personaban en el Instituto Anatómico Forense para colaborar en el examen de los cadáveres y tomar muestras de ADN de los restos, con vistas a su identificación. Sin embargo, el doctor Prieto se encaró con los funcionarios de Policía Científica y, de forma un tanto incorrecta, les dijo que el examen de los restos sería realizado por el personal a su cargo y que no les iba a permitir la toma de muestras de ADN si no recibía una orden por escrito de la juez del caso, ya que tenía órdenes de enviar las muestras al Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses (INTC) de Madrid. Tras eso, les dijo a los miembros de la Policía Científica que volvieran a las seis.

A las 18:00 volvían a presentarse los funcionarios policiales en la sede del Instituto Anatómico Forense, volviéndoseles a reiterar que ya se estaban encargando de la toma de muestras de ADN los miembros del INTC y que no se les iba a permitir el acceso a menos que se recibiera orden escrita de la juez. La propia juez Teresa Palacios, que continuaba supervisando las labores de desescombro en Leganés, llamó por teléfono al doctor Prieto para ordenarle que permitiera el acceso de la Policía Científica a los cadáveres. Pero ni siquiera eso bastó, ya que Prieto se negó, hasta que la juez no enviara sus órdenes por escrito, cosa que desde Leganés, obviamente, no podía hacer. Finalmente, después de muchos dimes y diretes, se permitió a los funcionarios policiales tomar las muestras de ADN que venían buscando, tras lo cual se marcharon.

Fue el equipo del doctor Prieto quien realizó los estudios antropológicos, toxicológicos y radiológicos de los cadáveres de los presuntos suicidas. Sin embargo, no realizó la autopsia de los cadáveres.

La irregularidad es de tal calibre (puesto que la Ley obliga a realizar las autopsias) que el juez Del Olmo tuvo que solicitar, dos años después, que el doctor Prieto redactara los informes de autopsia (VER DOCUMENTO 1). Pero ya era tarde. Del Olmo podía ordenar que se hiciera una segunda autopsia (o, mejor dicho, una primera autopsia), pero lo que no podía era ordenar que se redactara un informe de una autopsia que no se había hecho (VER DOCUMENTO 2). Ante la advertencia que la directora del Instituto Anatómico Forense hizo llegar a Del Olmo, en el sentido de que su petición era irregular, el juez optó por anular su petición de que se redactara ese informe.

El doctor Prieto protagonizó también en la Comisión de Investigación del 11-M otro episodio peculiar. El Partido Socialista le convocó a la Comisión para contrarrestar mediáticamente el testimonio de Carmen Baladía, y lo hizo citándole en calidad de "Subdirector del Instituto Anatómico Forense", cargo que no sólo no ostentaba dicho doctor, sino que ni siquiera existía: en el Instituto Anatómico Forense no había subdirector. El propio Prieto tuvo que mandar un escrito aclarando que él no era subdirector del Instituto, a pesar de lo cual su comparecencia en la Comisión de Investigación del 11-M no fue anulada.

Resulta llamativo, en la secuencia de acontecimientos vividos tras la explosión del piso de Leganés, el interés en que los funcionarios de la Comisaría General de Policía Científica no accedieran a los cadáveres. ¿Qué era lo que no debían ver? No es el único caso en que se trató de dejar al margen, como ya saben los lectores de Libertad Digital, a la Policía Científica: los restos de los focos de explosión de los trenes tampoco fueron enviados a la Policía Científica para su análisis, como tampoco se permitió a los funcionarios de Policía Científica fotografiar la mochila de Vallecas tras su desactivación. ¿Quién trató de dejar al margen a la Policía Científica en muchos aspectos clave de las investigaciones del 11-M? ¿Y por qué motivo?

¿Cómo se solventó la irregularidad legal de la ausencia de autopsias en el juicio del 11-M? Pues muy sencillo: el juez Gómez Bermúdez dijo en su sentencia que los informes antropológicos (que no son una autopsia) redactados por el Dr. Prieto y su equipo eran equivalentes a una autopsia (que no lo son), y asunto arreglado.

De modo que no sabemos cuál fue la causa de la muerte de aquellas siete personas, o si efectivamente se suicidaron, o si estaban vivas antes de la explosión.

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