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Telemadrid: la televisión que los sindicatos creyeron de su propiedad

La sentencia del Tribunal Supremo no sólo cierra el conflicto laboral en Telemadrid sino que concluye una larga etapa en la cadena autonómica.

Cuentan los que conocen la casa –y esta historia ha llegado a nuestros oídos a través de varios interlocutores-, que cuando Alberto Ruiz Gallardón llegó a la presidencia de la Comunidad Autónoma de Madrid alcanzó un pacto con los sindicatos que se resumía básicamente en que él se libraba de los ataques, pero la televisión tenía carta blanca para destrozar a cualquier otro político o instancia en el PP.

El pacto tenía su enjundia en una televisión que, en virtud de otro pacto, estaba en manos no ya del PSOE, sino de IU. Un acuerdo entre los comunistas y un Joaquín Leguina que necesitó su apoyo durante dos legislaturas: de 1987 a 1995.

Fueron los años en los que se creó la televisión y en los que se llenó de personal, supuestamente a través de procesos de selección rigurosos y oposiciones. Pero en la práctica el rigor no era tal y el amiguismo era la moneda de cambio más común.

Algunos hablan de exámenes cuyas respuestas se filtraban antes y, desde luego, el resultado final señala en esa dirección: una plantilla extremadamente sindicalizada, especialmente en su escala más técnica, y políticamente de izquierda radical –y esto ha llegado a decirlo IU- y en la que, misteriosamente, no era extraño que coincidiesen varios miembros de una familia.

Fin de los pactos

Gallardón pasó a su vez ocho años presidiendo la CAM. Tras él llegó Esperanza Aguirre y con ella no valieron ni pactos ni componendas. Comenzó entonces una batalla durísima entre la nueva dirección y aquellos que, quizá acostumbrados tras años de campar por sus respetos, estaban convencidos de que la televisión "de todos" en realidad era suya.

Así, Telemadrid se convirtió, probablemente, en la única cadena del mundo a la que los empleados acusaban diariamente de manipulación o en la que los invitados pasaban, antes de entrar a los estudios, por un hall en el que se podía leer en gigantescas pancartas "Aquí se manipula".

La situación fue degenerando con los años: desprestigiada por sus propios trabajadores y con una gestión tan deficiente como la de la mayoría de televisiones públicas españolas, Telemadrid iba perdiendo progresivamente influencia, audiencia.. y dinero.

Con el nuevo mercado audiovisual tras la irrupción de la TDT y la crisis económica las pérdidas se volvieron insostenibles: a partir de 2007 las rondaron los 100 millones al año ejercicio tras ejercicio.

Una plantilla descomunal

Mientras los números rojos no dejan de crecer y el modelo de televisión en nuestro país cambia radicalmente, Telemadrid mantiene prácticamente intacta la enorme estructura con la que nace: cerca de 1.200 empleados para un ente público autonómico que sólo emite dos canales y una radio.

El Grupo Atresmedia, por ejemplo, sólo necesita un 20% más de trabajadores para emitir para toda España ocho cadenas de televisión –alcanzando una cuota de pantalla de alrededor del 25%– y la segunda radio más oída del país.

Durante la crisis los costes de personal se elevaban respecto al total de gasto del grupo de forma insostenible, pero nunca se aceptaron ajustes que paliasen al menos en parte el problema. Más bien al contrario, no sólo no había reducción alguna en la plantilla sino que los convenios colectivos de Telemadrid eran propios de una empresa con beneficios multimillonarios: hasta 34 días laborables de vacaciones, libranzas a gogó, abundantes complementos salariales…

Privilegios que se defendían, cuando se consideraba necesario, a golpe de huelgas salvajes: Telemadrid ha sido la única televisión en la que la emisión ha ido a negro, es decir, se ha dejado de emitir señal, en prácticamente cada una de las muchas huelgas convocadas.

Estalla el conflicto

En una situación financiera de práctica bancarrota y con la Comunidad de Madrid acometiendo ajustes de gasto en prácticamente todas las partidas, la situación en Telemadrid estalla después de que un informe externo recomiende en noviembre de 2012 el despido de nada más y nada menos que el 80% de la plantilla.

A partir de ese momento el ambiente dentro de la propia cadena se degrada hasta extremos inauditos: amenazas, insultos, pasacalles denigrantes cualquier cosa valía para acogotar a la parte de la plantilla que no estaba a favor de las huelgas salvajes y presionar a la Comunidad de Madrid para que no acometiese los necesarios recortes.

La huelga fue muy dura: la cadena dejó de emitir durante 16 días completos y tuvo otros 34 paros parciales. Las pérdidas fueron millonarias. Los sindicatos, además, abortaron cualquier intento de negociación tal y como recordaba este mismo miércoles el consejero de la CAM Salvador Victoria.

860 despidos

Finalmente y sin ser posible llegar a ningún acuerdo con los sindicatos los despidos se llevan a cabo en enero de 2013: 860 trabajadores salen de la empresa y se cierra la primera etapa del conflicto.

Lo siguiente ha sido una tensa espera de las decisiones judiciales: la primera se producía en abril del pasado 2013 y tenía algo de salomónico: el Tribunal Superior de Justicia de Madrid declaraba los despidos improcedentes pero no forzaba la readmisión de los trabajadores.

El fallo satisfacía más a la Comunidad de Madrid y, de hecho, según fuentes consultadas por este periódico la administración regional no lo habría recurrido de no haberlo hecho los sindicatos.

Casi un año después este miércoles el Tribunal Supremo ha cerrado jurídicamente el conflicto: da plena validez a la sentencia del TSJM y finiquita las esperanzas de los 860 trabajadores de volver a una televisión que, con la excusa de lo público, habían llegado a considerar de su propiedad.

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