Los Reyes, la princesa (don Felipe se encuentra en Chile en la investidura de Michelle Bachelet), la infanta Elena, el presidente del Gobierno y del Congreso y del Senado, los portavoces de los principales partidos de la oposición y representantes de distintas instituciones recibieron su invitación para asistir al funeral por el 11-M, celebrado este martes en La Almudena con motivo del décimo aniversario de la masacre.
No así José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero, el jefe del Ejecutivo y de la oposición aquel 11 de marzo de 2004. Por eso las críticas y rumores ante tan clamorosas ausencias no tardaron en llegar. La encargada de organizar el acto fue la Fundación de Víctimas del Terrorismo -presidida por Mari Mar Blanco-, que se apresuró en justificarse en un comunicado: "Lamentamos si algunas personas no han llegado a acompañarnos por considerar necesaria una comunicación personal para asistir a la misa que, por no tener carácter oficial, ha estado abierta a todo el público".
Precisaron que en ningún caso se trataba de un funeral de Estado y que su idea era poder contar con los actuales representantes de las distintas instituciones. Sin embargo, personas como Eduardo Torres-Dulce, fiscal general del Estado, o Soledad Becerril, Defensora del Pueblo, tampoco estuvieron presentes al no recibir invitación.
Rodríguez Zapatero se encontraba en Madrid y Aznar en Guatemala porque ninguno de los dos tuvieron constancia de que su presencia era requerida. Desde FAES, no quieren culpabilizar al Gobierno de esta decisión porque son conscientes de que no era el encargado de organizar la misa-homenaje, señalan.
Esta es la tesis que esgrime Moncloa, que añade que ni tan siquiera estaban invitadas las mesas del Congreso y del Senado, algo protocolario en el caso de un funeral de Estado, apuntan. Ni ellos, ni Zarzuela tenían responsabilidad alguna en la organización y las invitaciones.
La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, a preguntas de la prensa, se vio obligada a pronunciarse este miércoles sobre el asunto tras la polémica surgida. "Estoy convencida de que la organización de estas cuestiones no es fácil y de que a veces pude haber algún tipo de error que no es intencionado, y yo creo que la intención y la voluntad es lo que vale, y se trabajó por esa unidad y se logró que allí estuvieran todas las víctimas y sus familiares, y era su día", argumentó.
También lo hizo en los pasillos del Congreso el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, quien en la misma línea que el comunicado de la Fundación de Víctimas del Terrorismo dijo que no se excluyó "a nadie" en el funeral y que si los expresidentes del Gobierno hubieran querido ir a la misa "sin duda hubieran podido ir". Insistió en que "no se excluyó a nadie" porque cualquier otra persona que, no ocupando responsabilidades institucionales, mostró interés y solicitó acudir al acto, se puso en contacto con la Fundación y pudo asistir. Y es que Esperanza Aguirre no recibió tampoco invitación, pero decidió acudir a La Almudena.
No obstante, muchos son los que consideran que no es el mismo caso el de Aguirre que el de un expresidente del Gobierno. Y que era necesario invitación. Así lo creen Eduardo Madina, Rosa Díez o Gaspar Llmazares. El secretario general del grupo socialista en el Congreso señaló en que debería haber habido una invitación previa. "La decisión sobre los invitados es de quien organiza el acto. Si llego a ser yo, hubiera invitado a todos los presidentes de Gobierno de la democracia, porque se trata del décimo aniversario de la herida más importante de la historia de España proveniente de un ataque terrorista de Al Qaeda", añadió.
Llamazares opinó que lo "lógico" es que hubieran asistido, lo mismo que Rosa Díez, quien manifestó que deberían haber sido invitados.