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Existen tres versiones contradictorias sobre la supuesta forma en que se llegó a esa vivienda presuntamente habitada por peligrosos islamistas: la primera de ellas (contenida en el sumario) afirma que se llegó al piso siguiendo el rastro de las llamadas telefónicas de los terroristas. La segunda de las versiones (también recogida en el sumario) afirma que se llegó al piso porque la Policía entabló un tiroteo en Zarzaquemada con unos sospechosos de raza árabe que se dieron a la fuga en un vehículo con matrícula de Jaén y terminaron refugiándose en ese piso de Leganés. La tercera versión (dada en la Comisión del 11-M) es que se llegó a ese piso de forma casual, al comprobar todos los pisos alquilados por árabes en la zona de Leganés. ¿Cómo es posible que ni siquiera hubiera acuerdo en algo tan básico como la forma en que se localizó aquel piso?
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Las primeras unidades policiales llegaron al piso en torno a las 14:15 del sábado 3 de abril. Sin embargo, los vecinos de aquellos inmuebles no fueron desalojados hasta las siete y media de la tarde: cinco horas después de que llegaran los primeros policías y una hora y media después de que se diera aviso a los GEO. Si verdaderamente estaban allí encerrados los terroristas que habían volado salvajemente cuatro trenes el 11-M, ¿cómo es posible que nadie pensara en desalojar a los vecinos cuanto antes?
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Nadie ha aclarado tampoco por qué los Geo tuvieron que forzar la situación. En condiciones normales, las negociaciones con terroristas o delincuentes pueden durar horas y el procedimiento habitual consiste en cansar a los encerrados y tratar de convencerles de que salgan. Sin embargo, en el caso de Leganés, los Geo recibieron la orden de derribar la puerta de la vivienda con una carga y tratar de forzar a los sitiados a salir. ¿Por qué se dio esa orden, si no había rehenes de ningún tipo?
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Todavía es más extraño el comportamiento de los presuntos suicidas, esperando educadamente a que se desalojaran ocho bloques de viviendas antes de hacerse estallar. Si es verdad, como nos dijeron, que esos presuntos terroristas querían morir matando, ¿por qué no se hicieron estallar cuando los vecinos aún se hallaban en sus casas? ¿Por qué aguantaron casi siete horas, rodeados de efectivos de las Fuerzas de Seguridad, antes de utilizar los explosivos de que disponían?
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Lo que nos habían contado es que los terroristas hicieron estallar las cargas explosivas cuando los GEO intentaron entrar en el piso. Pero lo cierto es que, en el momento de la explosión, los GEO estaban todavía parapetados en el tramo de bajada de las escaleras, y la carga explosiva no estalló en la entrada del piso, sino en una de las habitaciones interiores. Así pues, no es verdad que los terroristas hicieran estallar las bombas en el momento de entrar la Policía, con el fin de morir matando. Quienquiera que hiciera estallar las cargas explosivas no pretendía matar a ningún GEO; por eso hizo detonar las cargas en el interior de la vivienda y no en la puerta.
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Pero entonces, si los terroristas no tenían intención de matar a ningún vecino (ya que permitieron que fueran desalojados) y tampoco tenían intención de matar a ningún policía (ya que la deflagración se produjo en el interior del inmueble), ¿por qué se hicieron estallar? El 11-M es el único atentado islamista de la historia donde los terroristas matan a 200 personas sin inmolarse y luego se inmolan sin intención de matar a nadie. Un presunto suicidio completamente absurdo.
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Todas estas incongruencias llevan a plantearse qué fue lo que sucedió realmente en aquel piso. ¿De verdad hubo allí un suicidio de siete terroristas? ¿Para qué se iban a suicidar? ¿Es que esos fervientes islamistas no sabían que el Islam prohíbe el suicidio? Las acciones de los terroristas suicidas no se consideran un suicidio, sino una forma de matar al enemigo; pero en este caso, donde no hicieron la más mínima intención de matar a nadie, ¿por qué se saltaron los preceptos coránicos?
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De hecho, en aquel piso no se suicidó nadie. Analizando las actas de levantamiento de cadáveres y de registro del piso de Leganés (que quedó reducido a escombros), se comprueba que en Leganés no apareció ningún cinturón explosivo, ni tampoco ningún resto de ese tipo de cinturones. Lo cual resulta bastante curioso: en los dos vídeos grabados por los supuestos terroristas y que se encontraron entre los escombros de Leganés, aparecen tres encapuchados con cinturones explosivos. Entonces, si disponían de cinturones explosivos, ¿por qué no aparecen sus restos entre los escombros de Leganés?
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El análisis de cómo quedó el piso después de la explosión arroja otro resultado curioso. Las fotografías tomadas al piso de Leganés después de la explosión muestran unas paredes inmaculadamente blancas, donde no hay un sólo resto de sangre. ¿Cómo es posible que 35 litros de sangre se volatilicen sin dejar rastro al hacerse estallar siete terroristas suicidas?
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La sangre de los suicidas no es lo único que parece haberse volatilizado en Leganés. Tampoco aparecen por ninguna parte los casquillos de las balas presuntamente disparadas por esos terroristas. Los informes policiales y los testimonios de los vecinos nos hablan de un intercambio de disparos con la Policía que duró unos 15 minutos, y en el que los terroristas habrían hecho uso de subfusiles. Tendrían que haber aparecido decenas o centenares de vainas de cartuchos percutidos. Pero en el desescombro sólo aparecieron cinco vainas, ninguna de ellas de subfusil. ¿También se volatilizaron las vainas?
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Según consta en el acta de registro del piso y en los autos judiciales, uno de los cadáveres de los terroristas apareció con los pantalones puestos al revés. Recordemos que la Policía llega al piso a eso de las 14:15 de aquel sábado 3 de abril y que la explosión no se produce hasta las 21:00. ¿Se le ocurre a alguien alguna explicación de por qué querría uno de los terroristas estar casi siete horas con los pantalones puestos del revés? ¿O es que alguien vistió ese cadáver después de muerto, sin percatarse de que lo estaba haciendo mal?
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De los siete terroristas muertos en el piso, a cuatro se los identificó por las huellas dactilares, pero a otros tres no se los pudo identificar por ese procedimiento, por la sencilla razón de que sus manos no aparecieron. No apareció ni un sólo dedo de ninguno de esos tres terroristas. Resulta completamente ilógico. Pero es que, además, ni en las paredes del piso de Leganés, ni en los objetos que se encontraron en el piso, ni en los libros y documentos encontrados al hacer el desescombro aparece ni una sola huella dactilar de ninguno de esos tres terroristas a los que les faltaban las manos. ¿Es que acaso los tres terroristas que aparecieron sin manos tampoco tenían las manos antes de producirse la explosión?
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Todas las huellas dactilares que se encontraron en el piso (varias decenas, ninguna de las cuales corresponde a los tres terroristas que aparecieron sin manos) se encontraban en diversos libros y documentos. Se da la circunstancia de que una de esas huellas encontradas en los libros corresponde a Mustafá Maymouni, un individuo que está en la cárcel en Marruecos desde 2003, acusado de participar en los atentados de Casablanca y que, por tanto, no pudo nunca estar en el piso de Leganés, porque éste fue alquilado en marzo de 2004. ¿Quién llevó al piso esos libros y documentos donde aparecieron tantas huellas de presuntos islamistas?
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A los suicidas de Leganés no se les practicó la autopsia. Los preceptivos informes no constan en el sumario y, oficialmente, no hay explicación alguna para que no se realizaran, ya que tal práctica forense es obligatoria en casos de muerte violenta y hubiera debido servir para determinar la causa del fallecimiento. ¿Por qué no se practicó la autopsia a los suicidas?
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No sólo no se realizó la autopsia a esos cadáveres. Es que, además, se intentó impedir a la Policía Científica que tomara muestras de los mismos, a pesar de las órdenes de la juez Teresa Palacios. La Policía Científica sólo pudo por fin acceder a los cadáveres 7 horas después de que éstos llegaran al Instituto Anatómico Forense, donde estaba al mando el forense que el PSOE llevó a declarar a la Comisión 11-M.
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El de Leganés era, además, un piso marcado. Los vecinos recuerdan dos intervenciones policiales anteriores en aquel piso, en el lapso de dos años. ¿Es que los delincuentes sentían predilección por ese piso? ¿O acaso alguien les atraía a él?
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Hay un dato que apunta en esta última dirección: el piso de Leganés estaba pared con pared con la vivienda de un policía experto en escuchas y seguimientos. ¿Se trata de una casualidad? Puede ser, pero lo cierto es que ese dato se ocultó a la opinión pública y que incluso se ha hecho un esfuerzo consciente para que no quedara rastro del mismo en el sumario del 11-M.
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Son muchos los detalles con los que se ha tratado de convencer a la opinión pública de que Leganés fue un acto suicida. Por ejemplo, se difundió que había aparecido una carta de despedida escrita por uno de esos presuntos suicidas (Abdenabi Kounjaa) a su familia en Marruecos. Sin embargo, esa carta apesta a falsificación, puesto que alguien ha añadido a una misiva escrita en árabe una firma de Abdenabi Kounjaa en caracteres latinos (¿para qué firmaría en caracteres latinos, en vez de árabes, un marroquí que está escribiendo en árabe a su familia en Marruecos?) (Más información aquí).
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El sábado 3 de abril, el mismo día de la explosión del piso de Leganés, se recibía en el periódico ABC un fax manuscrito en árabe donde unas supuestas "Brigadas de la muerte" lanzaban un ultimátum al nuevo gobierno de Zapatero, dándole de plazo hasta el mediodía del domingo 4 de abril para retirar sus tropas de Irak y Afganistán. Nos dijeron que ese fax había sido enviado por los suicidas de Leganés. Pero el fax fue recibido en el periódico ABC a las 18:05 del sábado 3 de abril, cuando los presuntos terroristas llevaban ya unas horas rodeados por la Policía en un piso donde no había fax. ¿Quién envió el fax haciéndose pasar por los presuntos suicidas?
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La Policía hubiera podido averiguar fácilmente desde qué teléfono se había enviado ese fax al ABC, sin más que preguntar a la compañía telefónica. Sin embargo, lo sorprendente es que la Policía no solicitó a la compañía telefónica el listado de llamadas entrantes a la línea de fax del periódico ABC ¡hasta el 9 de marzo de 2005!, casi un año después de los atentados, y sólo hizo esa petición después de que el juez Del Olmo preguntara desde dónde se había enviado ese extraño fax. Teniendo en cuenta que es imposible que se enviara desde dentro del piso, ese fax sólo podría indicar (aceptando la versión oficial de los hechos) que algún otro terrorista, quizá el cerebro del grupo, estaba fuera del piso y en libertad. ¿No tenía interés la Policía en averiguar desde dónde se había realizado esa comunicación?
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Lo cierto es que aquella tarde del 3 de abril los presuntos terroristas no enviaron un solo fax, sino dos. El otro fax fue enviado a Telemadrid. La persona que se hacía pasar por los terroristas hizo incluso dos llamadas a las 18:00 y a las 19:30 para ver si se había recibido ese fax. Pero el fax había llegado en blanco. ¿Por qué se ocultó a la opinión pública la existencia de este segundo fax y de las llamadas a Telemadrid efectuadas el sábado 3 de abril?
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La razón de que se ocultara a la opinión pública la existencia de este segundo fax es que, en este caso, la Policía sí pudo determinar desde dónde había llamado por dos veces a Telemadrid la persona que se estaba haciendo pasar por los presuntos suicidas. Esa persona llamaba desde una cabina telefónica situada en la C/ Antonio López, de Madrid, muy lejos de ese piso de Leganés rodeado por la Policía. Nadie envió desde Leganés ningún fax. Era todo un montaje. (Más información aquí).
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Para tratar de determinar quién había hecho esas llamadas desde fuera del piso, funcionarios policiales se personaron en las dependencias de Telemadrid. Esos funcionarios recogieron la cinta donde estaban grabadas las conversaciones de la centralita, entregándosela a la Policía Científica para que realizara el correspondiente análisis de la voz. Pero, sorprendentemente, al examinar la grabación, la Policía Científica no encontró ni una sola voz de hombre en ninguna de las dos caras de la cinta. ¿Cómo es posible que no figure esa conversación?
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Por último, nos queda por atar un cabo más. Porque todos hemos oído que aquellos suicidas llamaron a sus familias para despedirse poco antes del estallido del piso. ¿Acaso no bastaría ese sólo dato para demostrar que en aquella casa sí que había terroristas, que en aquella casa sí que había personas vivas antes de esa explosión, que en aquella casa sí que había fanáticos islamistas dispuestos a inmolarse, antes que dejarse coger por la Policía? Sin embargo, como vamos a ver, también en esto nos mintieron. En primer lugar, esas llamadas no pudieron producirse nunca (porque había inhibidores instalados). En segundo lugar, los datos del sumario arrojan dudas sobre la forma en que se realizaron las llamadas: teniendo varios teléfonos móviles y tarjetas a su disposición, los suicidas efectuaron un total de 23 llamadas sucesivas, pero las efectuaron una detrás de otra en lugar de llamar simultáneamente desde varios teléfonos. ¿Para qué tenían que esperarse unos a otros antes de llamar? En tercer lugar, la Policía le hizo llegar al juez tres informes distintos sobre las llamadas de los suicidas, y los datos contenidos en los tres informes son todos contradictorios entre sí: los informes no concuerdan ni en lo que respecta a los teléfonos que se usaron, ni en lo que se refiere a las tarjetas telefónicas empleadas, ni en el número de llamadas efectuadas a cada número de destino, ni en la información sobre a quién pertenece cada número de destino.
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En realidad, todo lo referente a las supuestas llamadas de despedida apesta a montaje. Los datos reales aportados por las compañías telefónicas demuestran que al menos una parte de esas supuestas llamadas de despedida se hicieron desde fuera del piso, con un teléfono que no figura entre los que fueron encontrados en el piso de Leganés y que continuaba operativo un mes después de que ese piso explotara. Alguien, desde fuera del piso de Leganés, haciéndose pasar por esos presuntos suicidas, se dedicó aquella tarde a enviar faxes amenazadores al periódico ABC y a Telemadrid, y se dedicó a efectuar una serie de falsas llamadas de despedida a Marruecos y a Inglaterra. (Más información sobre este aspecto de las investigaciones aquí).
¿Por qué el episodio de Leganés es una prueba falsa?
Leganés fue una chapucera operación de inteligencia, lo que el argot técnico denomina "un cierre de expediente".
En España
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