En los primeros días de octubre de 2011, con las elecciones generales que terminaría ganando Mariano Rajoy ya convocadas, y con las encuestas pronosticando la sonora derrota de los socialistas en esos comicios, el por entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, anunció por sorpresa que España participaría activamente en el escudo antimisiles de la OTAN.
Este anuncio suponía un giro de 180 grados a la política excesivamente pacifista que había puesto en marcha durante sus dos legislaturas. Una política que empezó con la retirada de las tropas españolas desplegadas en Irak, con llamamiento al resto de países aliados para que hicieran lo mismo, y que vino afianzada con su política de utilizar y vender a las Fuerzas Armadas españolas como una mera ONG humanitaria.
Tal fue el caso, que ahogó económicamente, cuando todavía no había crisis económica, los presupuestos del ministerio de Defensa, y prefirió que las tropas desplegadas en Afganistán no tuvieran el material adecuado porque era difícil vender que el mismo fuera a ser utilizado para construir escuelas o carreteras. Su política la dejó muy clara quien fuera su ministro de Defensa entre abril de 2004 y abril de 2006, José Bono, que llegó a decir, en referencia a la misión afgana, que él "prefería morir antes que matar".
Pero más llamativo fue aún por lo que el propio Zapatero había dicho diez años antes sobre el escudo antimisiles de la OTAN. Recién aterrizado en sus labores de jefe de la oposición, tras conquistar la carrera por la Secretaría General del PSOE, atacó muy duramente a José María Aznar por haber brindado al entonces presidente norteamericano George W. Bush su apoyo para relanzar el escudo antimisiles en el seno de la Alianza Atlántica. Fue durante el debate sobre el estado de la nación, que ese año se celebró en el mes de junio.
"La política de defensa y de seguridad tiene que ser una política de Estado y de consenso. Hubiera sido muy deseable que, antes de hacer el pronunciamiento que hizo con el presidente de los Estados Unidos, dando su apoyo al escudo antimisiles, hubiera venido a esta Cámara a explicar por qué y a debatirlo", dijo entonces Zapatero entre los aplausos de la bancada socialista.
"Así es como se hace una política de defensa cohesionada. Todavía está a tiempo de hacerlo. Nosotros no lo compartimos, sinceramente, porque creo que es una idea vieja, que es la repetición de la propuesta del señor Reagan de la guerra de las galaxias y que no camina en la dirección adecuada para una política de seguridad en el mundo".
Al contrario de lo que había exigido años antes, él tampoco hizo el anuncio en el Congreso de los Diputados. Aunque, eso sí, se sacó de la manga una buena excusa para justificar un giro tan importante en su política: la crisis económica azotaba ya profundamente a España y lo justificó todo en virtud de los beneficios económicos que para la bahía de Cádiz iba a significar que la base de Rota fuera una pieza angular en la parte europea del escudo antimisiles.
Las cifras económicas facilitadas entonces por el Ejecutivo Zapatero cifraron en 3.400 personas, aproximadamente, la nueva colonia estadounidense que iría a residir al área de Rota (1.100 militares mas sus familias), lo que supondría un impacto económico de 50 millones de euros y la creación de 150 empleos directos.
Además, a esto habría que unir un contrato de cuatro años para la empresa pública Navantia para el mantenimiento y reparación de los destructores norteamericanos, que ronda los 200 millones de euros y que, según pronosticaron, ayudaría a mantener más de 300 empleos directos y cerca de 1.000 empleos indirectos.