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El Estado, obligado a recuperar los cuadros de Dalí expuestos en Cataluña en caso de secesión

Pese a las presiones de la Generalidad, el artista insistió en legar toda su obra y propiedades al Estado español.

Pese a las presiones de la Generalidad, el artista insistió en legar toda su obra y propiedades al Estado español.
Un autorretrato del artista expuesto en Figueras, que formó parte de la retrospectiva de este verano en Madrid | Museo Reina Sofía

A los nacionalistas catalanes no les arredran las consecuencias económicas y sociales de la ruptura con España. Mucho menos las culturales. La campaña de la Generalidad no conoce límites ni reconoce problema alguno. Según la propaganda, Cataluña sería más rica, se pagarían menos impuestos, habría menos paro, las instituciones europeas y la comunidad internacional acogerían al nuevo Estado con los brazos abiertos. La realidad, en cambio, contradice las optimistas previsiones nacionalistas. La independencia obligaría, por ejemplo, a cerrar el Teatro Museo de Dalí en Figueras, un centro artístico de referencia mundial y que atrae a casi un millón de visitantes al año. Los cuadros y objetos allí expuestos pertenecen al Estado, que debería reclamarlos en caso de que el bloque separatista encabezado por Artur Mas y Oriol Junqueras consiguieran su propósito de convertir Cataluña en un Estado soberano.

El grupo de "expertos" de la Generalidad que compone el Consell Assesor per a la Transició Nacional (CATN) acaba de determinar que el Barça y el Español deberían de jugar en la Liga española aún en el caso de que se consumase la secesión de Cataluña. Esa es una de las principales conclusiones de la última tacada de papeles presentada por la Generalidad respecto al día después de la separación y en la que se fija también la constitución del "Consejo Ibérico". La producción de papeles por parte del CATN se ha reemprendido tras el anuncio del referéndum y ya se espera el informe sobre los términos del divorcio en el reparto del patrimonio cultural, donde tampoco habría ningún problema.

De la misma manera que los asesores de Artur Mas han resuelto "no adulterar" la Liga, también tienen variadas soluciones para resolver el reparto del patrimonio cultural del Estado en Cataluña. La instrucción recibida en este caso es que se reclame la titularidad de todos los bienes estatales con el compromiso de mantener la representación del Estado en instituciones como el Liceo o el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona. Según el esquema en el que trabajan los asesores de la Generalidad, el Archivo de la Corona de Aragón, emplazado en la capital catalana, pasaría a manos del nuevo Estado catalán, que tendría a bien incluir al Estado español en los órganos de representación y financiación del Archivo.

Algo parecido ocurriría con el legado de Salvador Dalí, que según la "doctrina" del CATN, pasaría a engrosar directamente el patrimonio de un hipotético Estado catalán, a pesar de que el pintor legó toda su fortuna, posesiones y obras de arte al Estado español en el testamento que firmó el 20 de septiembre de 1982, seis años antes de morir, el 23 de enero de 1989.

En el caso de que triunfase la hipótesis de la independencia, el Estado debería reclamar todas las obras del artista ampurdanés expuestas en Cataluña para cumplir con las disposiciones testamentarias. El Teatro-Museo de Dalí de Figueras es el tercero más visitado de Cataluña, por detrás del Museo Picasso y de la exposición de las trofeos del F. C. Barcelona. Casi un millón de personas pasan cada año por las instalaciones que el artista diseñó en Figueras, en lo que constituye el mayor objeto surrealista del mundo, según la fundación que gestiona el patrimonio del artista. Las pérdidas económicas para Figueras y para el turismo cultural en Cataluña serían incalculables si la Generalidad estuviera obligada a devolver todas las obras de Dalí de ese museo y del castillo de Púbol.

El testamento de Dalí ilustra a la perfección los procedimientos reivindicativos y operativos del nacionalismo catalán. Durante los últimos años de vida del pintor la Generalidad de Jordi Pujol hizo todo lo posible por que variara el testamento a su favor y hasta llegó a instalar a un notario en la clínica donde agonizaba el artista por si las presiones surtían efecto a última hora. No hubo manera, pero por iniciativa del Ministerio de Cultura, que dirigía Jorge Semprún, se creó una comisión Estado-Generalidad de Cataluña a los efectos de determinar qué obras se expondrían en el museo de Figueras y cuáles en el Reina Sofía de Madrid. Fue la primera vez que Jordi Pujol invocó la teoría según la cual la Generalidad era el Estado en Cataluña. Según el consejero de Cultura de la Generalidad, Joan Guitart, debía ser la administración catalana la que tuviera la mayor capacidad decisoria y la propietaria del legado del pintor puesto que la Generalidad no era sino la forma administrativa del Estado (se sobreentendía que del español) en Cataluña.

El ministerio cedió la mitad de la colección al museo de Figueras, pero mantiene la titularidad, en atención a que el pintor habia manifestado en repetidas ocasiones su interés por convertir su ciudad natal en una capital museística. También se incluyó a la Generalidad, al ayuntamiento de Figueras y a un grupo de notables del nacionalismo catalán (Miquel Roca es patrono vitalicio) en la fundación que gestiona el patrimonio del pintor, una colección que este año ha batido el record de visitas (más de setecientas mil) en la última retrospectiva del Reina Sofía, celebrada entre mayo y septiembre de 2013.

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