Fue un domingo muy duro para el partido en el Gobierno. En el ambiente se respiraba indignación y dudas sobre la política antiterrorista. Fue una concentración en apoyo a las víctimas, pero también de protesta. Y la dirección del PP tuvo que aguantar el chaparrón; tal vez, el examen más duro desde hacía mucho tiempo pues quienes les abuchearon se declaraban abiertamente próximos a su ideología.
La reprobación no fue unánime. Hubo críticas y también aplausos y palabras de apoyo para los populares. Pero quienes protestaron contra el Ejecutivo se hicieron notar, y desde el principio. Los temores se tornaron en realidad: la dirección no fue bien acogida. Tanto es así que sus tres vicesecretarios generales -Esteban González Pons, Carlos Floriano y Javier Arenas- no recorrieron andando el poco espacio que separa la sede -en Génova13- con la plaza de Colón. Salieron por el garaje y fueron en coche oficial.
Hubo muchos nervios y tensión hasta el final. A pesar de que el Gobierno -que no estuvo presente- y el PP trataron por todos los medios de evitar el choque de trenes y hablar de una concentración centrada en el apoyo a las víctimas, muchos de los asistentes mostraron su queja con la hoja de ruta de Mariano Rajoy contra ETA. Y lo hicieron patente de principio a fin y cada vez que veían o intuían algún cargo de la formación.
El divorcio entre populares –no todos- y una parte el mundo de las víctimas quedó escenificado cuando los vicesecretarios llegaron a los pies del escenario, en el que estaban las víctimas y al que ningún momento subieron. Las caras de Arenas, González Pons y Floriano lo decían todo: guardaron silencio y pasaron el trance. Junto a ellos, un batallón de parlamentarios y miembros de las distintas estructuras del partido que agachaban la cabeza. Siempre, de fondo, alguna reprimenda.
Lo peor, el momento de marcharse. Entonces los silbidos, abucheos e incluso insultos se hicieron más patentes. "Traidores", les gritaron. Las víctimas –emocionadas- pidieron justicia y que no se ceda y los convocados se revolvieron contra el PP nacional. El equipo de seguridad de Génova vivió algunos momentos de tensión hasta que los vicesecretarios se montaron en los coches y se marcharon.
"Peor hubiese sido no estar. Había que estar, aunque ha sido muy duro", era el sentir de la dirección. "No estamos negociando con ETA, eso es falso y es injusto que se diga", en voz de uno de los presentes. Precisamente, ésa fue una de las quejas más escuchadas entre el público: el miedo a una estrategia pactada o en connivencia con la banda terrorista. "¿Dónde está Rajoy?", se escuchó decir varias veces. Varias pancartas iban dirigidas contra el presidente.
Aguirre y Mayor, aplaudidos
En la concentración también se vislumbraron, mejor que nunca si cabe, esas dos almas en el PP que ya chocaron con la excarcelación de Bolinaga. Si la dirección era abucheada, Esperanza Aguirre y Jaime Mayor Oreja recibieron una sonora ovación. También los dos cargos institucionales más importantes allí presentes: Ana Botella e Ignacio González. "Quitenme las vallas que quiero saludar a la gente", llegó a pedir la alcaldesa de la ciudad. "Bajo su responsabilidad", le contestó la organización, y entonces estuvo un buen rato con los madrileños congregados.
"Eres el único" y "vuelve", le gritaron a Jaime Mayor, a la espera de saber si repetirá como candidato del partido a las elecciones europeas. En contraposición, la nueva cúpula del PP vasco no fue bien reciba: no tanto Arantza Quiroga -"Tenéis que hacer algo", le pidió una señora- como Iñaki Oyarzábal, que recibió un número considerable de críticas. Ni la una ni el otro utilizaron eso sí vehículo y llegaron y se fueron andando, y con poca presencia de seguridad.
Rafael Hernando, portavoz adjunto en el Congreso, fue increpado y tuvo una intensa conversación con ciudadano. "Estamos con las víctimas con todas las consecuencias", dijo Arenas a los medios, con silbidos de fondo. "Las víctimas siempre tienen razón, nos aplaudan o nos critiquen", medió Mayor Oreja. Aguirre, que escuchó los ya clásicos "presidenta, presidenta", exigió la derrota de la banda "sin obtener otras victorias".
Reunión de Cospedal con Pedraza
Desde una hora antes, en Génova13, hasta en los momentos álgidos de la concentración, el PP estuvo en el punto de mira. "Ha sido triste", repetían, si bien "al menos hemos estado". La tesis más extendida es que la ausencia de la cúpula habría sido mucho peor. "Ahora tenemos que sentarnos a hablar con ellas -las víctimas- y reconducir la relación", y en este sentido María Dolores de Cospedal -que no estuvo- prevé reunirse con la AVT en fechas próximas. Las críticas de Ángeles Pedraza fueron más veladas que directas contra el Gobierno y se centró, exclusivamente, en "pedir justicia". En algunos momentos llegó a pedir "respeto" cuando las críticas al Ejecutivo se recrudecían-.
"Algo estaremos haciendo mal cuando los nuestros nos reciben así", expuso un diputado nacional. "Esto no consiste en si me abuchean o me aplauden. Tenemos que estar con las víctimas siempre y no ceder nunca", añadía. En muchas ocasiones, cuando los congregados aplaudían, los cargos del PP se quedaban estáticos porque en el fondo eran críticas al Ejecutivo. Hubo excepciones: Botella, por ejemplo, sí aplaudió cuando se reprochó la salida de prisión de Bolinaga.
El PP salió tocado. Y es que la fotografía es muy difícil de gestionar: las víctimas arriba en el atril y ellos a ras de suelo escuchando en silencio y recibiendo una sonora reprimenda pública. Desde luego, la protesta más dura en la que el partido pidió a sus cargos y militancia que asistieran. Existe preocupación. Si bien, con cabeza fría, dicen que los puentes no están rotos y que Pedraza no hizo sangre. Ahora, buscarán la reconciliación: Rajoy le prometió otra reunión y también se verá con Cospedal. Pero no será fácil: "Hechos y no palabras", repiten desde que Rajoy accedió a la Moncloa.