El consejero de Interior anuncia un "dispositivo especial" y controles ante el riesgo, aduce, de incidentes a cargo de la extrema derecha durante la celebración en Barcelona de la Fiesta Nacional. Alerta de un "alto índice de riesgo" si hay manifestación y aventa el ataque en la librería Blanquerna para justificar medidas excepcionales. En la Generalidad se prioriza el "control del orden público" durante el Doce de Octubre en contraste con el silencio sobre los recientes envíos de paquetes bomba a un banco y a una gestoría atribuidos a anarquistas italianos.
Se cumple un año de la convocatoria a través de las redes sociales de la manifestación a favor de unidad de Cataluña y España con la que una parte de la "mayoría silenciosa" se hizo visible en la plaza de Cataluña de Barcelona. La celebración de aquella inédita concentración en un Doce de Octubre en la capital catalana sorprendió tanto a Ciutadans y el PP como al bloque nacionalista, en gran parte por la ausencia de estructuras consistentes tras ese llamamiento. Sin ninguna clase de sostén mediático, sin amparo partidista ni campañas institucionales, más de cincuenta mil personas se congregaron en la citada plaza. (Seis mil según la guardia urbana de Trias y 65.000 según la Delegación del Gobierno).
Doce meses después, aún no se sabe a ciencia cierta si se repetirá la manifestación el próximo Doce de Octubre, pero la Generalidad catalana ha activado todas las alertas en la policía autonómica, los Mossos d'Esquadra. De hecho, el consejero de Interior, Ramon Espadaler, de la cuota del partido de Duran, no pierde ocasión de subrayar en los últimos días que sus agentes están vigilantes ante el que considera "elevado" riesgo de incidentes. "Haremos lo que haga falta para velar por la seguridad ciudadana y el orden público", ha declarado Espadaler, quien también anuncia un "dispositivo especial".
El riesgo de incidentes fue conjurado el año pasado sin alertas previas y con un cordón de "mossos" que se interpuso ante un numeroso grupo de portaestandartes independentistas, encapuchados incluidos, que pretendían reventar la manifestación de la Fiesta Nacional; un acto en el que, como en la cadena independentista, también había niños, jubilados y plácidas familias al completo.
En esta ocasión, la Generalidad no está dispuesta a facilitar que se repita lo del pasado año, una reacción casi espontánea y del todo imprevista de disidencia frente a la teórica unanimidad nacionalista. En esta ocasión, el goteo de advertencias y alertas sobre el peligro ultraderechista, la amenaza fascista, y, sobre todo, su identificación con todo lo relacionado con España y el Día de la Hispanidad obtiene en los medios afines una amplificación sistemática. El escenario anticipado es el de una Barcelona blindada por los mossos y que efectuará controles en estaciones y accesos, según se anuncia, en previsión de los brotes ultraderechistas.
El proceso de tratamiento policial y criminalización del Doce de Octubre contrasta con la falta de atención, al menos en el plano público, de la Generalidad y su consejería de Interior respecto a un par de "incidentes" ocurridos recientemente en Barcelona y que antes hubieran merecido el calificativo de "terroristas". Se trata del envío de dos paquetes cargados de explosivo a una gestoría de la avenida General Mitre y a una sede bancaria en la Diagonal, hace tan solo seis días. Fuentes policiales, tanto de Madrid como de los mossos, coinciden en atribuir los envíos a un difuso grupo anarquista italiano denominado Federación Anarquista Informal que ha conseguido echar raíces en Barcelona
Es de dominio público que la capital catalana es una de las ciudades favoritas de estos grupos radicales, entre otras razones por el fácil acomodo que hallan en estructuras asamblearias y redes como las de las casas "okupas". También es conocido el influjo que ejercen en los sectores más radicales del independentismo.
Sin embargo, esa amenaza no está en la "agenda política" de la Generalidad, como tampoco las captaciones yihadistas en territorio catalán. Eso no forma parte, ni siquiera accidental, del discurso del consejero Espadaler. El mismo consejero que se implicó a fondo en el "éxito" de la cadena independentista (dijo que lamentaba no poder acudir porque tenía que controlar el dispositivo de sus agentes) advierte ahora de que Barcelona será un escenario de alto riesgo en el que lo más aconsejable es quedarse en casa.