Este domingo 4 de agosto se cumplen once años del atentado perpetrado por la banda terrorista ETA en la casa-cuartel de la Guardia Civil en Santa Pola (Alicante), en el que perdieron la vida Cecilio Gallego Alaminos, un ciudadano jubilado, y la niña de seis años Silvia Martínez Santiago, hija de José Joaquín Martínez y de Toñi Santiago.
Según recuerda Libertad Digital en el blog In Memoriam, la menor se encontraba jugando en su domicilio de la casa-cuartel junto a su madre, una tía y un primo. La banda asesina hizo explotar un coche-bomba cargado con cien kilos de dinamita Titadyne y metralla frente al edificio y junto a una glorieta muy concurrida de la ciudad. Además de matar a Cecilio y a Silvia, la explosión causó heridas de diversa gravedad a otras cincuenta y seis personas, según consta en el escrito fiscal -entre ellos Borja, primo de Silvia, de tres años y medio, que sufrió cortes en la cara, el brazo y la pierna derecha- y cuantiosos daños materiales en los inmuebles cercanos.
Dos pisos de la casa-cuartel de la Guardia Civil quedaron destrozados y decenas de edificios de los alrededores, dañados. Además, unos 150 vecinos tuvieron que ser realojados por el Ayuntamiento. La explosión provocó una densa columna de humo visible a varios kilómetros de distancia, el estallido de cristales de numerosas ventanas y la caída de tabiques de los inmuebles cercanos. También, la deflagración del coche bomba mantuvo esta zona de Santa Pola conocida como El Palmeral sin fluido eléctrico.
La explosión pudo escucharse en un radio de varios kilómetros y la zona fue acordonada por agentes de las Fuerzas de Seguridad del Estado, pues se temía que se produjera la explosión de un segundo coche-bomba. A Cecilio Gallego la onda expansiva le lanzó a varios metros del lugar, provocándole la muerte en el acto. La niña Silvia sufrió heridas de extrema gravedad y murió mientras era trasladada al hospital. El objetivo de la banda terrorista era provocar una matanza.
"Que la memoria de Silvia no caiga en el olvido"
Los padres de Silvia han pasado un auténtico calvario desde el asesinato de su hija. Toñi, su madre, ha empeñado su vida en evitar que la memoria, dignidad y justicia por su hija Silvia caiga en el olvido. En el quinto aniversario del asesinato de Silvia, en una concentración silenciosa en Santa Pola, Toñi pedía que "la memoria de nuestra" siguiera viva en la memoria de todos y no se convirtiera en un mero número dentro de la larga lista de víctimas de la banda terrorista ETA, "como algunos pretenden".
Más tarde, el 29 de octubre de 2011, Toñi Santiago emocionaba a toda una multitud en la Plaza de Santo Domingo, en Madrid. La Rebelión Cívica se concentraba para exigir justicia, memoria y dignidad para las víctimas del terrorismo etarra. En un relato desgarrador, Toñi Santiago recordó minuto a minuto cómo fue aquel fatídico 4 de agosto. Un relato que recordaba la vitalidad de una niña de 6 años que moría minutos después de bañarse en la piscina con su primo Borja. Toda la plaza quedó en silencio, sumido por la emoción y sólo rota por aplausos. Unas lágrimas muy diferentes a las que, por aquel entonces, podían verse en los mítines del PSOE, donde se celebraba el cese de la actividad armada de ETA, recientemente anunciado esos días. Un cese que no incluía disolución de la banda terrorista, ni entrega de armas.