"Su Alteza Imputada", titula El Mundo con mucho regodeo. "Y al final, José Castro se atrevió", dicen Esteban Urreiztieta y Eduardo Inda. Para Pedro J. estaba "cantado" y no ha pasado antes porque la "fiscalía y el Gobierno han intentado que no se produjera en la creencia, equivocada, de que así protegían la institución monárquica (...) La resolución de Castro es encomiable" pero "resulta extraordinario que un magistrado razone una imputación tan profusamente y lo haga en tono autojustificativo". Hijo, Pedro, nunca estamos contentos. También cree el director de El Mundo que la Casa del Rey ha perdido una gran oportunidad para callarse en lugar de enfurruñarse y manifestar su sorpresa, pero "la comunicación no es últimamente el punto fuerte de la Zarzuela".
Inda dice que tenemos "dos bombas atómicas en una. La imputación pone en jaque a la Corona y al borde de la ruptura al matrimonio ducal". ¿Ahora que están unidos por una imputación? Mira que son raritos. "El golpe judicial deja groggy a la institución". "La fortaleza del dúo ducal era incuestionable cuando al agua no pasaba de los egregios pies de la hija del Rey. Ahora que le roza el cuello, todo es posible. Básicamente porque ella sabe perfectamente de qué va la feria de la nueva remesa de bombas atómicas made in Torres. Repugnantes y, tal vez, refinitivas". Inda, ¿tú también lo sabes y no nos lo cuentas? El periodista de El Mundo es de los que pone por las nubes al juez Castro. De "superlativa integridad moral" porque "ya no aspira a nada y le quedan cuatro años para coger el petate", se ha liado la manta a la cabeza para hacer de España un lugar "más salubre".
"La infanta, imputada", titula El País. "El juez cita a doña Cristina por cooperación necesaria en los negocios de Urdangarin. Existen indicios de que consintió que su parentesco con el Rey fuera utilizado". Anda, ¿eso quiere decir que no le daban la pasta al exjugador de balonmano por su cara bonita? Qué perspicacia, la del juez. Lento pero seguro. Dice Cebrián que esto ha pasado porque "el estado de derecho funciona". "Está claro", dice con total convencimiento, "que la infanta no tomó parte en la gestión del Instituto Nóos ni en otras actividades sospechosas". Estará claro para ti, majo, el resto tenemos nuestras dudas.
Dice El País que "la casa del Rey se declara sorprendida". Vamos, que no se esperaba que el juez tuviera arrestos. Pues que no se pongan tontos, que "Castro desliza en su auto un posible conocimiento del Rey de los hechos". Soledad Gallego Díaz dice que "la noticia era esperable e inevitable en un país que es mucho más serio de lo que algunos quieren hacer creer". Si tú lo dices. Y con suma delicadeza hace una sugerencia a la infanta. "Quizás sería aconsejable que la infanta Cristina, de propia iniciativa, solicitara al Rey que la aparte de la línea sucesoria de la Corona", que qué más le dará, córcholis, si nunca iba a reinar.
También El País tiene algo que decir sobre el juez. Tranquilo, hombre, que les caes bien. "El juez que no juega a Agatha Christie. Campechano y solidario, Castro busca la verdad a fondo y hace respetar la ley con severidad. Es un lobo solitario". Cuenta además El País que el pijerío de Mallorca está al borde del desmayo. "Cristina zozobra en aguas turbias. Las élites políticas y empresariales de Palma rumian cómo valorar la imputación de la infanta sin salpicar a la familia real". Te lo juro por Snoopy que "‘esto no es bueno para nadie’, dice el presidente del Club Náutico". Y si no que se caiga el VIP. Luz Sánchez Mellado no entiende nada. "Lo tenía todo para disfrutar de la privilegiada existencia de una princesa sin trono". Cien por cien de acuerdo. ¿Cómo se puede ser tan torpe y meterse en este lío? ¿No ha visto a su hermana? Que si a los toros, que si al teatro, que si de concierto, pasándolo pipa sin tener que ganarse los cuartos ni dar un palo al agua.
La Gaceta se limita a un "Imputada" en portada. Eso sí, en el editorial quiere que quede claro que "la Corona no está imputada". Por si aca. Aquí el juez no sale tan bien parado. Dice Intereconomía que su "argumentación" es "extravagante". Es "un gesto ante la opinión pública". Y por cierto, "el juez aún no ha llamado a declarar a Gallardón, que donó 120.000 euros a la red Nóos".
La Razón está hecha una furia y hoy no es de lectura recomendable para personas templadas y de estómago delicado. "El juez imputa a la infanta Cristina en contra del Fiscal". En un sonrojante editorial, dice Marhuenda que "no es difícil barruntar que detrás de este salto cualitativo en la instrucción existen motivaciones espurias o, cuando menos, muy discutibles desde la ortodoxia judicial y la calidad técnica". "A la infanta se la imputa porque su fotografía aparecía en los folletos del Instituto Nóos, del cual era vocal", dice sin inmutarse. "La endeble consistencia del argumento retrata un auto que el fiscal se ha negado a secundar, con buena lógica, aunque sólo fuera por pudor intelectual y profesional", dice sin pudor el director de La Razón. "También sorprende que se haya dado carta de naturaleza a los correos electrónicos aportados por la defensa de Diego Torres en un goteo interminable y con evidente ánimo de chantajear. No se acierta a comprender por qué el juez ha permitido este comportamiento frívolo e irrespetuoso, que raya la tomadura de pelo". Le tenía que haber enchironado directamente sin derecho a defensa, hombre. "Que el instructor haya decidido imputar a la infanta amparándose en e-mails de muy dudosa veracidad produce cierto estupor". Estupefactos nos hemos quedado los demás con este editorial, Marhuenda. Y más le vale que aplace la comparecencia hasta que se pronuncie la Audiencia Provincial sobre el recurso de la Fiscalía, porque "si no lo hiciera así, se habrá retratado definitivamente ante la opinión pública" este juez "motero mediático" que "ha heredado el trono vacante del inhabilitado juez Garzón". Jo, han dejado en pañales a El País cuando se lanza a la yugular de un juez que no se inclina a sus deseos.
Tampoco ABC se queda manco, pero algo más de mesura hay que reconocerle. "El fiscal recurrirá la imputación de la infanta Cristina", titula. "Todo parece indicar que el juez Castro se ha dejado llevar por la presión mediática y de las redes sociales". A el juez "coleccionista de los correos de Torres" "hay quien le acusa de cierto afán de protagonismo. En Palma, la opinión pública le alaba. A veces, incluso lo vitorean por la calle. Él, mientras, se limita a sonreír y a trabajar con más o menos acierto". Y tenemos un problemón. "Se está dando tratamiento de ciudadano del común a una infanta de España". Si es que se están perdiendo las buenas constumbres, a dónde vamos a ir a parar.