Mariano Rajoy se avino con gusto a las exigencias de Artur Mas en relación al formato del encuentro con más morbo del curso político, después de unas elecciones catalanas desastrosas para CiU y de una ofensiva independentista como nunca antes vista en España. Desde la Generalidad se dijo desde un primer momento que el despacho debía ser "discreto", en ningún caso con cámaras delante. Y el presidente, ya de por sí poco amigo de los medios de comunicación, aceptó en aras de un nuevo clima de entendimiento, forzado por la situación de extrema crisis económica en Cataluña.
Hace sólo cinco días, la Moncloa ya deslizó esta posibilidad, en contra de sus tesis iniciales, que pasaban por una reunión pública como las celebradas con el resto de presidentes autonómicos. Sin ir más lejos, las de Iñigo Urkullu (País Vasco) y Alberto Núñez Feijóo (Galicia) en fechas recientes, que concluyeron con ruedas de prensa de los visitantes. Al término del Consejo de Ministros del pasado viernes, un portavoz autorizado negó que hubiera fecha para la cita, si bien dejó entrever que podría ser privada, como finalmente así ha ocurrido.
Un oscurantismo que va a más a tenor de cómo el Gobierno ha informado del despacho, una vez saltó la noticia a través de la agencia de noticias Europa Press. Confirmamos que "se han reunido esta semana en Madrid", se expuso sin desvelar el día exacto. Todo parece indicar que fue el lunes, toda vez el martes Rajoy estuvo en París. No existe fotografía del apretón de manos, aseguraron, a pesar de que es el primer despacho desde la investidura del presidente autonómico.
Moncloa, que ni tan siquiera ofreció a los medios el habitual comunicado, afirmó por cauces oficiales que la economía lo monopolizó prácticamente todo. De hecho, en el Gobierno no se cansan de repetir que nos encontramos ante una nueva fase en las relaciones, mucho menos beligerante. "Ayudaremos a Cataluña en todo lo que no sea posible, como otra comunidad más, y cumpliendo con la ley", es el mantra de Rajoy, reiterado en privado ante Artur Mas.
Flexibilizar el objetivo de déficit
Así, según la versión del Ejecutivo, ambos mandatarios -nacional y regional- compartieron "un mismo diagnóstico" sobre la necesidad de mantener los compromisos de consolidación fiscal y de corrección del déficit público. Más aún, se recuerda, después de que el Ministerio de Hacienda haya permitido un déficit específico para cada región. Concretamente, Rajoy se comprometió "a que Cataluña pueda beneficiarse" de esa herramienta, según corroboraron fuentes gubernamentales.
Los problemas de tesorería, principalmente de la Generalidad, también estuvieron encima de la mesa, así como "las dificultades para atender a los pagos pendientes". Rajoy se fijó seguir buscando "fórmulas" para dar solución a este problema, en línea con Mas. En su análisis económico, el presidente regional se sumó al plan de España en Bruselas para "poner en marcha política de crecimiento" así como articular instrumentos, vía el Banco Central Europeo, que mejoren "las condiciones actuales de financiación y liquidez".
Aparcar el enfrentamiento
La parte más delicada del encuentro, que tampoco se sabe oficialmente cuanto duró, llegó a la hora de hablar "de las relaciones entre Cataluña y el resto del Estado y de su enorme complejidad". Aquí siguió sin haber acuerdo de ningún tipo: "Ambos constataron que en esta cuestión mantienen posiciones muy distantes", corroboraron del lado gubernamental. Esto es, Rajoy no aceptará "ningún trato" que se salte el marco vigente, en voz de un ministro consultado expresamente por la reunión. En cambio, da vía libre para negociar la financiación autonómica, como ya ha dicho en reiteradas ocasiones en público, recalca este miembro del gabinete.
Pese a que no hay acuerdo en esta materia, Rajoy reiteró su actitud de "diálogo", que ven recíproca. Una disposición "que indudablemente el Gobierno aprovechará", aseveró Soraya Sáenz de Santamaría el viernes, tras varios contactos con Duran Lleida, el hombre de Mas en Madrid, en el Congreso de los Diputados. En la reunión sin luz ni taquígrafos, los presidentes se comprometieron a "evitar que las discrepancias afecten a la buena relación que ambas administraciones mantienen", principalmente, en el capítulo económico.