La estrategia del presidente del Gobierno parece clara: no hablar bajo ningún concepto de Luis Bárcenas, hombre de confianza hasta 2009 e innombrable desde que se supiera que amasó una fortuna en Suiza y empezara la pesadilla interna en el PP. La única idea que quiso dejar clara a la opinión pública, en un mar de negaciones, es que no se siente chantajeado. "Con toda franqueza, no", fue su lacónica respuesta.
No se le pudo rascar más. En una comparecencia pasadas las diez de la noche, la primera desde hacía un mes, los periodistas lo abordaron hasta en tres ocasiones por el peliagudo asunto. Mariano Rajoy utilizó el hecho de que estuviera en Bruselas, al término de un Consejo Europeo que según su propio entorno era de "tránsito", para enrocarse en su postura. "Eso no se ha tratado en el Consejo de hoy", dijo cuando se le preguntó por la presunta contabilidad B en el PP y, en concreto, por las coincidencias con cifras oficiales.
La última vez que el presidente protagonizó una rueda de prensa también fue en la capital comunitaria, pero en dicha ocasión sí utilizó esa misma sala para mostrar su confianza en la ministra de Sanidad, Ana Mato, cuyo nombre apareció en un informe policial relativo a la trama Gürtel. Rajoy fue en esta ocasión inflexible: "Sobre ese asunto ya he dicho cuanto tenía que decir", cortó, cuando la pregunta era relativa a la gestión que el Partido Popular ha hecho sobre el caso.
Así, la única certeza que se desprende de sus palabras es que no cree que Bárcenas quiera chantajearle, a pesar de su ofensiva judicial. La pregunta fue: "¿Cree que la intención del señor Bárcenas es intentar chantajearle, cree que es su objetivo?". La negación del presidente, taxativa.
El equipo de Rajoy ya avisó sólo horas antes de que la intención de Rajoy era no dar más explicaciones al respecto: el asunto está en los tribunales, argumentan, y el Gobierno no debe hacer más valoraciones al respecto. Esta consigna ya la esgrimió el pasado viernes la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, insistiendo en el respeto a los jueces. Sobre el resto de cuestiones, como las dudas sobre la relación laboral de Bárcenas con Génova, en Moncloa siguen derivando al PP.