El general Luis Alejandre, JEME cuando el accidente del "Yak-42", en un escrito presidido por una indignación ciega e incomprensible insinúa que los científicos de la Comisión Prim que han investigado el magnicidio, combatiendo todas las falsedades históricas que lo rodean y descubriendo grandes hallazgos, deberían ser fusilados.
La rabia contenida que destila el artículo, hija de la ignorancia de los trabajos de la Comisión Prim y de una posible ceguera autoritaria, atribuye una serie de injurias y calumnias a los investigadores, llamándoles ladrones y afirmando que "cobraron treinta denarios" cuando de forma expresa todos los trabajos han sido gratuitos.
Alejandre, hoy en la reserva, dentro de unas maneras suaves y educadas oculta una dureza digna de uno de aquellos "espadones isabelinos" como Narváez, el Espadón de Loja. Nombrado Jefe del Estado Mayor del Ejército (JEME) por Federico Trillo, bajo su mandato se produjo el accidente del Yakolev 42, en el que murieron más de 60 soldados españoles con misión en Afganistán. Una gran parte fueron enterrados bajo su mando sin identificar, incompletos, de una forma descuidada e inhumana. El portavoz de las familias acusó a Luis Alejandre de "haber perdido el honor" por haber permitido este desastre. Hoy es el personaje más visible de la Asociación Bicentenario que quiere celebrar a Prim con el Ayuntamiento de Reus extendiendo su fama sobre el acontecimiento.
El general, hoy consejero del PP por Menorca, con un inusitado afán de protagonismo, forma parte de la Asociación Bicentenario de Prim, patrocinada por una marca de cava y una caja catalana, en la que también figura José Bono, el ministro socialista que le destituyó, aunque no le castigó al despedirse con un discurso desafiante, tras la investigación por el accidente aéreo. Los dos como primeros socios fundadores. Alejandre dejó el cargo de JEME tras un discurso de adiós impertinente e indisciplinado. El general acostumbrado a la impunidad por la flojera del ministro socialista llegó a llamar "trepas, ambiciosos y ególatras" a Trillo y Bono, los dos exministros, en un libro, según el diario 20 minutos (25/05/2006). A pesar de eso, a Bono parece no importarle que hoy figuren juntos en la asociación Prim, a lo que seguro que es ajeno el que esté muy bien patrocinada. Según nuestras informaciones, la caja ya le ha dado a la asociación más de 40.000 euros. A eso hay que añadirle el desembolso de la marca de cava.
Por el momento, Alejandre, desde su puesto en la asociación para la celebración del bicentenario de Prim, ha publicado un artículo en El Mundo (28/11/12) lleno de errores históricos e inexactitudes, alrededor de un despropósito inicial, en defensa de un falso litigio, al que nadie le ha llamado, supuestamente en contra de la Comisión de Investigación Prim, que ha llevado a cabo un intenso estudio sobre el magnicidio, y tal vez porque entiende que de alguna manera ha interrumpido a su pesar la celebración folclórica del Bicentenario.
Partiendo de la falsedad inicial del mal estado de los restos de Prim, que la Comisión demostró que por el contrario están en un estado excelente, el general Alejandre afirma que el abogado reusense Pedrol Rius fue quien logró el traslado del cuerpo a Reus, atribuyéndole un libro que no escribió y delatándose como que no ha leído el verdadero: "autor de una biografía tuya", dice el osado general. Alejandre es un general conservador que festeja supuestamente a Prim, un general revolucionario y liberal. Como para no creérselo.
Como todo el mundo sabe en Reus, Pedrol escribió un libro en el que comenta los datos que leyó del sumario de Prim, que tenía 18.000 folios, y ninguna biografía de Prim.
Insiste Alejandre en que "se comprobó el deterioro de tus restos, especialmente por la mala calidad de la funda interior de cinc del ataúd". El general le escribe a Prim tratándole de tú y aprovecha para contarle falsedades, como que su ataúd era de cinc, cuando todos saben que era de plomo. Pero, en fin, qué más le da a uno acostumbrado a contar la historia como le viene y dispuesto a mantener las falsedades.
El caso es que Alejandre, que vive en el paraíso de los septuagenarios de oro, se atreve a escribir: "Respetar a los muertos forma parte esencial de nuestra cultura cristiana", momento en el que hay que recordar El Mundo del 26/06/ 2004:
"Las familias del Yak-42 han mostrado su indignación por las declaraciones del general Luis Alejandre Sintes, relevado como jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra, que denunció "deslealtades y venganzas" en su adiós. El portavoz de las familias, Carlos Ripollés, pidió a Alejandre "que se calle" porque "ha perdido su honor" al permitir que sus subordinados fueran "tratados y enterrados como lo han sido".
El ministro de Defensa, José Bono, comunicó a Alejandre que iba a ser destituido de su cargo tras conocerse los errores en el reconocimiento de los cadáveres del Yak-42 (...)"
En algunos féretros fueron entregados a las familias cadáveres mutilados que no eran de sus hijos.
A partir de ahí, y de una forma absurda, metiéndose en camisa de once varas, el general dice que "le han traicionado" porque los científicos que investigaron a Prim firmaron supuestamente un papel con el Ayuntamiento de Reus para la no difusión de imágenes sin permiso y publicaron fotos a pesar de esto. Acuerdo en el que el general, que no debería representar en forma alguna al Ayuntamiento de Reus, no tiene arte ni parte y no sabe de las interioridades entre la pareja Comisión-Ayuntamiento, ni los porqués. Pero no importa: el general que no ha leído a Pedrol, aunque posa de saber quién es Prim, que confunde los metales, cinc con plomo, y no respeta a los muertos, especialmente cuando se trata de sus subordinados, provoca porque sí guerras que no existen.
A continuación en un solo párrafo ensarta algunas conclusiones del intenso estudio de la Comisión Prim y trata de descalificarlas con insólita frivolidad. Sólo hay una salvedad: llegados al punto mas caliente, cuando se afirma que Prim fue rematado al estrangularlo en su lecho de muerte, Alejandre se detiene un momento en su inexplicable furia y razona: "Y para mantener su tesis –que podría ser respetable si trabajasen con rigor y confidencialidad en demostrarlo– se apoyan en las fotos robadas, que ocupan la parte importante de reportaje". Dice el general que por ello se cobraron "treinta denarios", "que no vienen mal en época de crisis". Hay que decirle enseguida que atribuye un falso delito de robo, nada menos, y que además afirma que se cobra, aunque sea en denarios, cuando ningún componente de la Comisión Prim ha cobrado nada, dado que se trata desde el principio de un trabajo de prestigiosos profesores y expertos, voluntario y altruista, dirigido a fomentar la investigación. Por cierto, que el fotógrafo tiene registrada la propiedad de las fotos, así que difícilmente podría robarse a sí mismo.
El general, que muestra una indignación impropia de su jerarquía y de su supuesta formación universitaria, dice que no le habría escrito esto a Prim si no le hubieran provocado "los de los treinta denarios", que como se ha demostrado solo son injurias y calumnias. Y aquí, como remate, es donde dice eso (a Prim) de: "Fusilarlos no, mi general, ya no se lleva".
En todo el artículo no hay un dato nuevo sobre Prim, ni nada que contradiga el trabajo impecable de la Comisión, que se propuso investigar el misterio del primer catalán presidente del Consejo de Ministros de España a la luz de la ciencia actual. Fueron examinados los miles de folios del sumario que revelaron un aluvión de novedades, luego lo que queda de la escena del crimen, en el Museo del Ejército, y finalmente el cuerpo en Reus, con la técnica de la tomografía axial que meses después han copiado científicos de otras latitudes. En España, en vez de acercarse con respeto al trabajo ajeno, los partidarios de no desvelar lo ocurrido y los jubilados de oro tratan de amedrentar a los investigadores.