El robo de cientos de kilos de hachís en Huelva ha vuelto alimentar la polémica sobre la custodia de la droga incautada a las bandas de narcotraficantes. Este miércoles, el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, se preguntó por qué el juez que lleva el caso no ordenó eliminar el montante principal del hachís incautado y haber mantenido tan sólo un mínima parte probatoria para el proceso judicial.
Recordó que el protocolo que permite destruir la droga almacenada está vigente y que existe un crematorio en Andalucía, cuyo emplazamiento no desveló, en el que ya se está acometiendo la destrucción de la droga. No en vano, según dijo, dos tercios de la droga incautada en otras operaciones y que había sido depositada en ese edificio de la Agencia Tributaria en Huelva ya había sido destruida a petición de los jueces que llevaban esas causas.
El ministro se preguntó asimismo por qué ese edificio perteneciente a Hacienda no contaba con más seguridad, dado el tipo de material que custodian, y contaban esa noche tan sólo con un sistema de cámaras de videovigilancia. "No creo que sea razonable que no haya nadie vigilando la droga en el edificio", dijo
Fuentes del ministerio del Interior consultadas por este periódico no fueron capaces de aclarar si la vigilancia exterior del edificio es llevada a cabo por agentes de las Fuerzas de Seguridad del Estado o por una empresa de seguridad privada, ni por qué los mismos no se encontraban trabajando en la noche del robo.
Las primeras investigaciones apuntan a que el grupo que asaltó el edificio y se llevó la droga podría formar parte del mismo clan o banda de narcotraficantes a la que había sido decomisada la misma en la operación policial. "Es algo que suele ser frecuente, que los traficantes a los que se incauta la droga luego intenten recuperarla", valoró el ministro.
En esta línea, Fernández Díaz aseguró que "es lamentable que después del excelente trabajo realizado por la Policía y la Guardia Civil pasen estas cosas" y calificó de "poco prudente" tener tanta droga almacenada en un edificio porque se convierte en "una tentación" para los delincuentes.