El Gobierno acabó estallando. Tras ver dibujada una enorme estelada en el Camp Nou, desde el presidente a varios de sus ministros criticaron abiertamente el órdago secesionista de Cataluña, que podría tener su símil en el País Vasco. La preocupación va en aumento entre los cargos de la administración, que lamentan que Artur Mas "haya logrado utilizar el fútbol" para mandar un mensaje contra España. "El mismo que, por la puerta de atrás y con piel de cordero, pide dinero al Estado porque no puede pagar a los proveedores", en voz de un miembro del Consejo de Ministros.
Una imagen, la del campo del Barcelona, que va en contra de los intereses españoles y que supone un socavón en el exterior, donde no entienden las proclamadas secesionistas. Así lo piensa el Ejecutivo, que se dejó de paños calientes y salió a bocajarro en contra del independentismo. Desde San Sebastián, donde la marca de ETA gobierna en su ayuntamiento, Mariano Rajoy tachó de "disparate colosal" unas reivindicaciones que constituyen "un torpedo contra la línea de flotación del futuro del bienestar de los ciudadanos".
El argumento no es nuevo. El Ejecutivo dice que a más independencia, más pobreza y más paro. Pero en esta ocasión el jefe del Ejecutivo, visiblemente contundente, utilizó términos que no se le escucharon tras la marcha de la Diada: las de cataluña, expuso, son "aventuras que no conducen a ninguna parte" y que solo generan "incertidumbres".
Los empresarios no quieren independencia
La clase empresarial, aseguran Gobierno y PP, está en contra de algarabía. Tanto en Cataluña como en el País Vasco, habida cuenta de los negocios que tienen en otras regiones. Precisamente, Rajoy despachó con responsables del sector en la Cámara de Guipúzcoa y, en privado, le aseguraron que quieren una "Euskadi integrada en el Estado".
"Proponer hoy separaciones y quedarse fuera de todo, de España y de Europa, en la nada, no es ni siquiera una opción ideológica, es un disparate de colosales proporciones y va como un torpedo contra la línea de flotación de lo que hay que hacer para superar la crisis", expuso el presidente, que fue a darle su apoyo a Antonio Basagoiti, cuyo eje de campaña está siendo alertar de los riesgos rupturistas.
Precisamente, en un artículo publicado en Libertad Digital, María Dolores de Cospedal incide en esta idea: "No nos engañemos, en las elecciones del día 21, las opciones también se reducen a dos posiciones muy nítidas: independencia frente a España. Soberanismo frente a Constitución. Salir de la crisis o engañarse con cuentos de la lechera. El PP, con Antonio Basagoiti a la cabeza, frente al resto de partidos", asegura.
En el terreno, Rajoy habló de una historia radicalmente distinta a la planteada por los independentistas: "Es un disparate de colosales proporciones que, cuando en la Unión Europea estamos debatiendo para hacer más unión política, más unión económica, cuando hablamos de unión bancaria y unión fiscal planteen exactamente lo contrario de lo que vivimos los vascos y los españoles". E, inciden -por ejemplo Alberto Ruíz Gallardón, desde Barcelona-, en que sólo España estará en el entramado comunitario.
"En el mundo actual se puede ser de casi todo salvo pequeño", por lo que reivindicó "la historia de un país que es el más viejo de Europa", que no es otro que España. "No hay que ir en contra de los tiempos y volver hacia atrás porque las fronteras tienen los días contados y hay algunos que no se han enterado", remachó.
El presidente aún dijo que "a nadie se le ocurre plantear cosas que nos llevan muchos años atrás, que solo generan problemas y divisiones y son obstáculos en la lucha contra la crisis económica". Si bien en privado se trasluce un desconcierto cada día mayor a unas proclamas independentistas que siguen copando las portadas y cada día van a más. De ahí, dicen fuentes gubernamentales, que Rajoy quisiera dar "un golpe en a mesa".