L D (Juanma González) Lobezno adapta el personaje de Marvel creado y desarrollado en el seno de la editorial Marvel y unido a la franquicia X-Men desde el año 75. James Logan, ése es su nombre, había adquirido un rol principal en las tres películas de la franquicia X-Men, iniciada por Bryan Singer (Valkiria) gracias a la personalidad de su gran intérprete, Hugh Jackman. Ahora la Fox intenta recuperar la serie mediante el procedimiento del reboot, un reinicio de la licencia Marvel en la que se utiliza dicho personaje y se explora en su origen.
El problema es que X-Men Orígenes: Lobezno, nunca supera este punto de partida y se conforma con ser una confusa aventura que no aprovecha el carisma del personaje, y cae en el descrédito gracias a un guión que, pese a ser esquemático, se sume en un mar de confusión y un desbarajuste argumental notable.
Y es que en Lobezno se dan cita varias tramas: una de rivalidad fraternal y otra de venganza amorosa, todo ello con experimentos militares y la ya clásica alegoría de la saga sobre el desprecio al diferente, visualizada de nuevo en los mutantes protagonistas. Todas ellas se diluyen durante el desarrollo del film. La película de Gavin Hood no acaba de definirse por ninguna de ellas, sino que se limita a diseminarlas a lo largo de su breve metraje, en el que no consigue elaborar un itinerario sólido para su estupendo personaje -pese a tener el material ya hecho a medida-.
El resultado es una película de acción confusa e hipertrofiada, que desaprovecha sus posibilidades para proponer un nuevo episodio de X-Men plagado de nuevos mutantes, pero sin que sus personalidades o poderes sean realmente relevantes para el invento. Claro que no todo es culpa de sus responsables directos: el estudio que la ampara es ya conocido por limitar el alcance de sus apuestas de superhéroes a meros divertimentos adolescentes, que se conforman con reproducir el esquematismo visual y argumental de un videojuego al uso.
Por eso, el devenir del film se ve perjudicado por un dramatismo nulo (olvídense del melodrama de Spiderman o Superman Returns, o la habilidad de sacar provecho de un reparto coral de la propia franquicia X-Men) y por innumerables escenas de acción que nada aportan al conjunto, al igual que algunos personajes. A lo largo del film se suceden escenas de cierta violencia que carecen intensidad, y el propio Lobezno quiere apuntarse a la pátina de héroe trágico que incluso los responsables de la saga Bond están sabiendo aprovechar tan bien. Pero naufraga a la hora de dar entidad y peso a su trama y a los personajes, y todo se queda en una épica vacua y de mentirijillas.
El resultado es un film anticlimático, sin un final satisfactorio, y repleto de personajes que aparecen y desaparecen de forma arbitraria –los fundamentales Kayla y Wade, por ejemplo-, sin aprovechar su potencial y dependientes de una serie de revelaciones y giros finales que sumen al espectador en la frustración de un film que carece de épica y de tono, inverosímil incluso como cómic aventurero. Ello es debido a un guión que, pese a su linealidad, no sabe dirigirse a un punto concreto y que, por tanto, carece de objetivos. De modo que todos los conflictos familiares, amorosos o de pura aventura que aparecen diseminados la primera mitad dan la impresión de que se resuelven de forma apresurada y sin un un cierre adecuado.
Por eso, pese alguna persecución ciertamente visible –como aquella en la que Lobezno huye de las tropas de Stryker en la montaña y se deshace de un helicóptero, en lo que es el mejor momento del film- o momentos espectaculares –el climax final en la central nuclear- el resultado se parece más a una narrativa de videojuego más que a Spiderman 2, El caballero oscuro, o incluso la superior X-men 2.