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ESTRENO: 13 DE FEBRERO

Viernes 13: El icono del terror regresa, pero un pelín menos bruto

Probablemente la mejor de la saga, pero se queda cortita con la sangre. Sin complejos –ni sorpresas-, la montaña rusa de Marcus Nispel tira de arquetipo y escenario, pero se antoja demasiado complaciente con las nuevas audiencias.

Probablemente la mejor de la saga, pero se queda cortita con la sangre. Sin complejos –ni sorpresas-, la montaña rusa de Marcus Nispel tira de arquetipo y escenario, pero se antoja demasiado complaciente con las nuevas audiencias.

L D (Juanma González) Ya el original de Sean S. Cunningham, nacido a remolque de hallazgos previos de Tobe Hooper o George A. Romero, era un film simplemente malo, un gatillazo terrorífico con toques de gore salvaje y malsano y humor calentorro que la catapultó a un éxito perpetuo: a través de una serie de secuelas anuales perpetradas con mucho morro y mayor simpleza, la saga se las arregló para pervivir hasta su puro agotamiento. Necesaria a su manera, no obstante, ayudó a fijar la mitología del género y, sobre todo, nos dejó la figura del poderoso psycho-killer Jason Voorhees, que, entre los gemidos y chasquidos de la banda sonora, circulaba anónimo entre los muertos y los vivos, una máquina invencible de empalar jovencitos elevada a la categoría de héroe.

Quiso la suerte que Viernes 13 cosechase un descomunal éxito durante una década, de modo que era cuestión de tiempo una nueva entrega, ya sea disfrazada de remake, pura secuela o incluso parodia. De todo ello tiene un poco la nueva Viernes 13, que mejora –no era difícil- los intentos de resucitar el personaje en Jason X o la inaudita y psicotrónica Freddy vs. Jason. Pero uno se esperaba algo más, dado el espléndido precedente del director Marcus Nispel en el terreno del remake terrorífico. La matanza de Texas (2004) era casi tan sucia y malvada como el original setentero, un producto comercial empaquetado por un pintor profesional que supo adaptar al consumo de palomitas uno de los monstruos que definieron el resurgimiento del terror.

Pero en Viernes 13 (2009) no existe esa valentía, o sólo en un puñado de escenas verdaderamente conseguidas, capaces de aunar esa extraña, adrenalínica y básica mezcla de sexo, castigo y humor. Ahí está la escena del doble asesinato en la lancha y su ingeniosa culminación, y también alguna lustrosa escena sexual más explícita de lo esperado. Nispel también sigue sabiendo regocijarse en los decorados y acierta en el diseño de producción: igualmente, aporta algunas ideas en lo puramente narrativo (en esos primeros veinte minutos de película, que son los que albergan lo mejor de la propuesta).

Pero el énfasis en el sexo y el humor propio de la saga no funciona si no se hipertrofia el derramamiento de sangre. Cosas del género, that’s enterteinment. Por eso, Viernes 13 (2009) no acaba de arrancar. El déficit violento, su falta de crueldad, de la suciedad y la cutrez que envolvía las anteriores –y malas- entregas, anula parte de la gracia del juego del gato y el ratón y pone freno a la montaña rusa. Si a eso se le vuelve a añadir la base de siempre, la ingenuidad de la trama y los personajes, la falta de genuino suspense y de sorpresas propias del género, pues santas pascuas: aquí sólo van a pasar miedo los chavales de quince años.

Se necesita conjugar la diversión malsana de ver exterminados a semejante grupo de necios, con cierto carisma en el dibujo de esos personajes. Son requisitos compatibles. Pero esas cualidades se ven sólo esporádicamente en Viernes 13, y si a eso unimos lo estándar de una violencia mil veces vista, ajustada a los parámetros del slasher de los noventa y no los de la década precedente, el resultado pierde potencia a puñados pese a estar bastante por encima de la media. 

Sigo opinando que Marcus Nispel puede ser un director sensato, uno de los pocos que entienden la naturaleza inevitable de la reformulación de la narrativa terrorífica, ya sea por su esencia como por las necesidades comerciales que forman necesaria parte de ella. Parecía que teniendo todos los tópicos del género en la mano podía darles una nueva vuelta de tuerca. Pero Viernes 13 va a medio gas, simple y llanamente.

En Chic

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