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Valkiria: suspense bien engrasado para matar a Hitler

Afectada por diversos problemas en su rodaje, que redundaron en un cuantioso aumento de su presupuesto y  en su fecha de estreno final, Valkiria venía acompañada de la mala prensa generada a raíz de diversos incidentes. Y la respuesta de si todo eso se refleja en la pantalla es…

Afectada por diversos problemas en su rodaje, que redundaron en un cuantioso aumento de su presupuesto y  en su fecha de estreno final, Valkiria venía acompañada de la mala prensa generada a raíz de diversos incidentes. Y la respuesta de si todo eso se refleja en la pantalla es…

L D (Juanma González) …que no demasiado. Por un lado, Valkiria no vacila a la hora de desvelar su planteamiento, ni se complica innecesariamente la existencia a la hora de plantear disquisiciones morales o sombrías. Lo que Singer ha presentado es una eficaz pieza de suspense que privilegia el entretenimiento, la pura urdimbre argumental del complot, por encima de las ramificaciones siniestras del nazismo. La decidida apuesta de Bryan Singer (y su guionista Christopher McQuarrie, responsables de Sospechosos habituales) es entretener a la audiencia, y de veras lo consiguen.

Valkiria destaca por su ajustado sentido del suspense y del sobrio espectáculo. Sin levantar la voz y sin aspamientos teatrales, Singer se las apaña para elaborar un mecanismo de relojería bastante notable que, eso sí, ignora casi todas las zonas oscuras y ambigüedades del argumento. En ese sentido, el complot inicial que envuelve el avión del führer y la posterior reunión de Tresckow (Kenneth Branagh) para recuperar el explosivo, o los fenomenales momentos previos al atentado contra Hitler de Stauffenberg están destinados a provocar la máxima angustia al espectador.

Sin duda, una noble concepción del suspense que el jovencísimo realizador Bryan Singer (admirador confeso de artesanos comerciales como Richard Donner) maneja sin dificultad. Sin acongojarse por el material, elabora en Valkiria un juguete de suspense que sabe que fibras tocar y cuando hacerlo, y que ofrece, a pesar de todo, la impresión de ser imprevisible pese a su sometimiento a los acontecimientos históricos. A pesar de la aparente frialdad de sus compases iniciales, el film además es inesperadamente emotivo y dramático en sus acto final, sorprendentemente turbador.

No obstante, también es cierto que Valkiria adolece de falta de profundidad y cierta garra. En este punto, los personajes son meros resortes que Synger utiliza para hacer avanzar la trama, interpretados por un plantel de actores excelentes. Pero la mayoría de las individualidades carecen de peso, defecto que es compensado por la labor de su equipo actoral al completo y por la espléndida ambientación histórica. La decisión de Singer aquí es inteligente: privilegia el retrato del grupo frente a la individualidad de los insurrectos, y dibuja al abundante plantel casi como si de otra entrega de X-Men se tratase (franquicia que alcanzó un nivel notable bajo su mando).

Así, destaca un Bill Nighy simplemente fenomenal (como siempre) y una Carice Van Houten (la intérprete de El libro negro), dotada de un talento tan desmesurado como su belleza. Pero el protagonismo se lo lleva, era de esperar, un austero Tom Cruise, que vuelve a elaborar una sólida interpretación casi desprovista de sus habitual mímica, pese a que su presencia sea demasiado estelar.

Donde Valkiria sí podía haber tenido más proyección es en el retrato del lúgubre panorama dibujado por el fascismo en todo el mundo. Limitando su campo de acción al del thriller puro y duro, el film es un contenido espectáculo que evita absolutamente lo patético y lo horrendo del drama perpetrado por la Alemania nazi, para escoger el camino del relato heroico (pero dramático), limitando a propósito sus confines al intento de golpe de estado y a la  narración de un thriller de suspense que, no obstante, resulta inesperadamente dramático en su acto final.

Debido a esa falta de profundidad y exhaustividad, Valkiria no ocupará un lugar de honor entre las mejores películas del año. Ignora toda exploración histórico-política y prefiere optar por una narración vigorosa y bien construida,  por el puro suspense. Pero lo hace con decisión y, no lo duden, es un entretenimiento de primera.

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