En un artículo titulado "La construcción cultural del fascismo", el filósofo analiza el programa de Telecinco en el que el público preguntaba a Belén Esteban. Dice que "el plató de televisión ha venido a sustituir a las grandes explanadas para la concentración de masas, como lugar propio de la demagogia populista" y que "el realizador veía en Belén Esteban un potencial fenómeno político de masas".
Ramoneda define el fenómeno Belén Esteban: "El argumento de la construcción de la princesa del pueblo es tan simple como las expresiones que le han hecho famosa: mujer pobre que alcanza el amor, un sitio en las élites de este mundo a través de un torero de renombre, y que es maltratada y expulsada por un poder de clase y masculino, que no soporta a una chica del pueblo que sigue fiel a los suyos hasta el último momento, y en especial a su hija, para la que está dispuesta incluso a matar".
Y en su opinión, este "mito mediático" tiene un "secreto principal que no puede pasar desapercibido" y que se ha convertido en "tabú". "¿Por qué la imagen física de Belén Esteban se deteriora tanto a pesar de la cirugía estética aplicada?". Para el columnista de El País, cuando se resuelva este misterio acabará el mito, "será el principio del fin de Belén Esteban" porque "el público se habrá quitado la venda de los ojos, que la pose de gritona mujer indignada habrá acabado su recorrido".
Su conclusión es que Belén Esteban "no suple el silencio de las clases populares, al contrario, lo alimenta. He aquí una definición del populismo fascistoide en la época de la televisión", un "fascismo de sala de estar más cultural que político".
Para Ramoneda "el repertorio básico de la cultura fascista está condensado en la frase estrella de Belén Esteban: 'Yo, por mi jija, ma-to' (...) Un problema, una respuesta. Me tocan a mi hija, mato. La muerte y la sangre: la muerte legitimada por la sangre. Por mi hija mato, por mi patria mato. Pura sonoridad fascistoide". Y continúa el filósfoco. "Da grima. La proximidad de la cámara subraya la furia a través de un rostro desencajado". Según el autor, la frase se repite en la calle, en la prensa, en el plató. "'Por mi hija mato' es del mismo tipo de 'por los míos hago lo que haga falta', 'los inmigrantes fuera', o 'eso se acaba metiéndoles en la cárcel'".
"Desprecio a las élites, desprecio a las leyes, desprecio a las intituciones: la solución es el pueblo en estado puro que ella pretende representar. Apoteosis de la ignorancia convertida en virtud", dice Ramoneda. Y advierte de "los peligros de un discurso que extiende todos los tópicos antipolíticos y antidemocráticos".