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Iron Man 2: Peor que la primera, aún así divertida

Iron Man 2 es una de las primeras cintas producidas por los estudios Marvel, división cinematográfica de la editorial de cómics. Tras el taquillazo de la primera, repiten su estrella Robert Downey Jr., y su director Jon Favreau. Scarlett Johansson y Mickey Rourke son las incorporaciones destacadas.

Iron Man 2 es una de las primeras cintas producidas por los estudios Marvel, división cinematográfica de la editorial de cómics. Tras el taquillazo de la primera, repiten su estrella Robert Downey Jr., y su director Jon Favreau. Scarlett Johansson y Mickey Rourke son las incorporaciones destacadas.

Hace un par de años Iron Man planteó bastante bien los cimientos de una nueva serie de películas basadas en el personaje de Tony Stark, millonario fabricante de armas reconvertido en el pacificador metálico Iron Man. Pese a no desarrollar suficientemente la trama o la aventura, el film sí planteaba muy bien el personaje interpretado por un recuperado Robert Downey Jr., complementándolo con generosas dosis de comedia que la acercaban al Spider-Man de Sam Raimi. La cinta dio tanto dinero que confirmó el salto de varios personajes más al cine y el advenimiento de nuevas secuelas.

Lamentablemente, el director Jon Favreau demuestra en Iron Man 2 no haber aprendido nada respecto a los errores de la primera entrega, también firmada por él. El film no acierta a continuar con el universo planteado y confunde el no tomarse en serio a sí misma con plantear algo con principio, nudo y desenlace. Favreau sigue sin saber emplear la banda sonora o manejar bien la cámara en las escenas de acción, y tampoco muestra el más mínimo interés en desarrollar la épica de un cómic Marvel. Quiere convertir Iron Man 2 en una comedia gansa y espectacular, pero su noción del humor se reduce a hilvanar conversaciones que no llevan a ningún sitio, dejando el desarrollo de los personajes a la improvisación de sus actores más que a un guión elaborado. De modo que, tras su correcto planteamiento, la película cae en la más absoluta de las indefiniciones en sus múltiples tramas, ninguna de las cuales parece tener un objetivo concreto o consecuencias palpables a lo largo del relato. Iron Man 2 es un film de acción en el que, sin embargo, no pasa absolutamente nada.

En la cinta apenas hay un villano que amenace a los héroes de la función (Mickey Rourke trata de desarrollar su personaje, pero lo hace con las manos atadas), de modo que no hay ni conflicto ni tensión. Tampoco las relaciones entre personajes consiguen captar nuestra atención, como sí lo hicieron en las dos primeras entregas de Spider-Man, el Batman de Christopher Nolan e, incluso, la primera de Iron Man. Y por último, la crisis interior del héroe carece de épica o siquiera de planteamiento, reduciéndose a un conjunto de revelaciones inexplicables, ya que no han sido siquiera planteadas con criterio.

De modo que nos encontramos más ante una operación comercial destinada a adolescentes consumidores de sagas que con una película propiamente dicha, cuyo único valor consiste en apuntar precedentes para la inminente cinta que reunirá a todos los héroes Marvel en una, Los Vengadores. Por eso, los apuntes más interesantes del relato, una vez se constata el coma profundo en el que cae tras sus primeros compases, son los descubrimientos que anuncian la futura reunión de todos los superhéroes bajo el mando del personaje interpretado por un Samuel L. Jackson, que, como era de prever, se toma el asunto con su habitual y saludable cachondeo.

Iron Man 2 decepciona a varios niveles porque desperdicia la mitología en la que se basa, así como a sus actores. Robert Downey Jr entona su personaje con su carisma de siempre, pero el horrible guión no le ofrece nada con lo que trabajar, aunque se las arregla para ofrecer suficientes gags y desplegar su personalidad habitual. Curiosamente, la que más sobresale es Scarlett Johansson, que está tan mal como de costumbre, pero cuyo hieratismo sienta francamente bien a su personaje. La Viuda Negra a la que da vida tiene la única escena verdaderamente espectacular y física de la cinta, aquella en la que se introduce en las instalaciones de Justin Hammer a patada limpia. Una lamentable decepción.

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