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ESTRENO: 19 DE JULIO

Ejecutiva en apuros: reconversión amorosa de un tiburón de negocios

A modo de convencional traslación a la pantalla grande del modelo Doctor en Alaska, es un convencional e insulso ejemplo de comedia –más costumbrista que romántica- de tiburón de negocios ablandado por el ambiente rural. Una correcta Renée Zellweger se libra de la quema, pero falta humor.

A modo de convencional traslación a la pantalla grande del modelo Doctor en Alaska, es un convencional e insulso ejemplo de comedia –más costumbrista que romántica- de tiburón de negocios ablandado por el ambiente rural. Una correcta Renée Zellweger se libra de la quema, pero falta humor.

L D (Juanma González) Lo que sí sorprende de Ejecutiva en apuros es que anteponga el contraste entre las particularidades del modo de vida urbano con el de la pequeña localidad de Minesotta a la que se traslada la protagonista, a la -todavía más típica- redención a través del componente romántico. Entiéndanme, en el film del danés Jonas Elmer hay de los dos, pero afortunadamente han dejado para mejor ocasión el estereotipo más sobado.

Lucy Hill es una ejecutiva de Miami que es trasladada a una aislada, nevada y desesperante localidad rural de Minessotta para diseñar y ejecutar el plan de cierre de la factoría que mantiene vivo al pueblo. Lo que Lucy no sabe es que allí acabará enamorándose de la vida familiar y cercana con la que sus pintorescos habitantes la van a obsequiar, y que le va a costar echar el candado a la fábrica.

Y así ocurre: a los mencionados elementos de comedia romántica –que, esta vez y afortunadamente, no llegan a tomar el control de la película- Ejecutiva en apuros trata de añadir el contraste cultural y paisajístico de la enorme geografía estadounidense. Un mecanismo que, no obstante, se ve apagado por el tono desanimado y apático que domina el conjunto, que no muestra la más mínima energía de cara a sacar verdadero provecho cómico del asunto.

Con un serio déficit de humor y de situaciones cómicas que impulsen el relato, éste se conforma con ser una visible comedia costumbrista que no explota sus posibilidades, al carecer de gags visuales que adornen el invento. Ejecutiva en apuros amplía sus miras, eso sí, añadiendo a la mezcla cierto componente crítico –inocuo- contra el capitalismo voraz y su afán de beneficio inmediato, a veces incapaz de canalizar y comprender adecuadamente los esfuerzos humanos de los que se beneficia.

Menos mal que está Renée Zellweger, que sin demasiado esfuerzo y sin hacer exhibiciones de carisma, consigue llevar el peso de la historia sin mayores problemas y dar cierta hondura emocional a la ingenua propuesta. Apoyada por dos actores tan autosuficientes como Harry Connick Jr y, sobre todo, J.K. Simmons, el film de Jonas Elmer consigue reforzar sus posiciones durante la escasa hora y media que dura.

No obstante, pese a su simplismo y la sensación de encontrarnos ante una muestra menos vivaz –pero igual de anódina- que otros ejemplares similares, se agradece su candidez sin pretensiones, su escaso interés por cuadrar el círculo con el ejemplar definitivo de la ya vulgar disciplina de la comedia romántica. Pero se necesitaba de más contrastes y de más guión.

En Chic

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