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Zapatero-Kirchner, siete años de gobiernos paralelos

Ambos llegaron al poder hace siete años y, desde entonces, han desarrollado una política marcada por su ideología de izquierdas en el ámbito económico.

Zapatero y los Kirchner (primero Néstor, después Cristina) llegaron al poder hace siete años, con diez meses de diferencia. Durante este tiempo han desarrollado una política marcada por su ideología de izquierdas, y encaran la recta final de las actuales legislaturas dañados por un fuerte desprestigio ante la opinión pública, especialmente en el caso de España.

La prensa los llama "ZP" y "K", y el futuro de ambos es incierto: ni Zapatero ni Cristina Kirchner han aclarado si se presentarán a la reelección. En la economía, la política exterior y el estilo de gobernar, entre otros aspectos, se dan numerosos paralelismos entre estos dos gobiernos

Llegada al poder traumática

Tanto Zapatero como Néstor Kirchner llegaron al poder como consecuencia de un trauma nacional, el asesinato de 200 personas en Madrid y la crisis del "corralito", respectivamente.

En el caso de España el efecto fue inmediato, ya que las elecciones se celebraron a los tres días del 11-M. En el de Argentina se dilató más en el tiempo, pero cuando Néstor Kirchner ganó la presidencial del 2003 por incomparecencia de su adversario (el ex presidente Menem, candidato más votado en la primera vuelta, no se presentó a la segunda para evitar su previsible derrota) los votantes tenían muy presente el colapso económico y la desaparición de sus ahorros en dólares apenas un año antes, de los que el país entero culpaba al ex presidente. Kirchner ganó principalmente por ser el anti-Menem.

Cuando la economía vaya mal, matemos al mensajero

¿Se acuerdan de cuando la palabra "crisis" era tabú en el Gobierno de Rodríguez Zapatero, y de cuando se llamaba "antipatriotas"a quienes alertaban de la que se nos venía encima?

En Argentina ocurre algo parecido. La palabra prohibida aquí no es "crisis", sino "inflación". Hace cuatro años los precios comenzaron a dispararse y Néstor Kirchner intervino el INDEC, organismo que estudia y publica los índices de inflación, reemplazando a sus dirigentes por personas más afines a su política. Desde entonces nadie cree los datos oficiales y los agentes económicos se guían por la información que proporcionan las consultoras privadas, según las cuales los precios suben el doble de lo que admite el Gobierno.

Como Zapatero en su día, el Gobierno argentino se niega a admitir la realidad y ha proscrito el vocablo maldito: "Desde el 2006, la palabra 'inflación' ha desaparecido de las declaraciones de las autoridades", asegura el economista Víctor Beker.

Cristina Kirchner mantiene esa manipulación hasta el punto de que en el FMI ya se lo toman a guasa. Pero ella ha ido más allá que su difunto marido al prohibir que las empresas privadas informen sobre la inflación. Algunas consultoras se enfrentan ahora a multas de hasta 125.000 dólares por explicar a los argentinos que, contra lo que dice el Gobierno, los precios sí están subiendo.

Memoria asimétrica

José Luis Rodríguez Zapatero ha hecho de la llamada "Memoria Histórica", el recuerdo de los crímenes cometidos por uno de los dos bandos de la Guerra Civil, una de las banderas de su Gobierno. Incluso contra el criterio de las familias de alguna de las víctimas, que rechazan esta visión revanchista de la historia.

Néstor Kirchner promovió la derogación de las leyes que dejaban impunes las atrocidades cometidas en las dictaduras militares de los 70 y 80 y puso en marcha una política similar de recuperación de la "memoria histórica".Cristina Kirchner pide en sus discursos "justicia y castigo para los que delinquieron".

Nadie en Argentina cuestiona que los culpables deban pagar por dichos crímenes. El problema es que esta obsesión por el pasado es absolutamente asimétrica. Se omite la otra parte de la historia: entre 1969 y 1979 el grupo terrorista Montoneros emprendió una sublevación marxista que causó 22.000 atentados, 1.748 secuestros y 1.501 asesinatos de empresarios, funcionarios, periodistas, políticos, militares, policías, etc. Ninguno de estos crímenes ha merecido la atención de los Kirchner ni de su selectiva "memoria histórica".

La razón podría ser que sus gobiernos están repletos de montoneros, como explica Nicolás Márquez, autor de varios libros que documentan los horrores de esta guerra (los de ambos bandos). Las propias víctimas del terrorismo montonero detallaron en su reciente visita a Madrid el desprecio al que las somete su Gobierno. La memoria se convierte en olvido si a un marido, un padre o un hijo lo mató en esos años la izquierda terrorista, en lugar de la derecha dictatorial.

Ocultación de datos

Hasta esta misma semana, el Ministerio del Interior español se había negado a facilitar la relación de policías artificieros que recogieron los restos de los focos de los atentados del 11-M. Un año le ha llevado a la juez instructora del caso contra el jefe de los Tedax que Rubalcaba conteste a su petición. El vicepresidente finalmente accedió a ello, no sin antes mentir públicamente al respecto.

En Argentina la Auditoría General de la Nación también ha tenido que acudir a la Justicia ante el rechazo del gobierno a facilitarle datos esenciales para su labor de control de cuentas. Éstos afectan a organismos esenciales del Estado como el Banco Central, la Administración Federal de Ingresos Públicos (el equivalente a la Agencia Tributaria española) y la Oficina de Control Agropecuario, investigados por irregularidades en subsidios y gastos injustificados, entre otros asuntos. La opacidad oficial ha retrasado estas investigaciones durante años.

Ataques a la libertad

Es bien conocida la propensión de Zapatero y sus ministros a ilegalizar lo que no les gusta. La lista de actividades y productos afectados por sus prohibiciones incluye las hamburguesas, el tabaco, los toros, los crucifijos, las descargas por Internet, los chiringuitos de playa y la circulación a 120 kmh, entre otros.

El autoritarismo de los Kirchner impregna toda su gestión, pero cobra especial relieve en lo económico. Cristina utiliza a su secretario de Comercio, el siniestro Guillermo Moreno, denunciado en repetidas ocasiones por sus métodos violentos, para intimidar y amenazar a los empresarios que no se pliegan a sus deseos o modifican los precios sin su autorización.

En una escena de política-esperpento, Moreno llegó a presentarse en la asamblea de una empresa con guantes de boxeo y casco para evitar que se celebrase una votación que no convenía al Gobierno. Tras pedir a las mujeres presentes que se apartasen y retar a los hombres a una pelea física, logró su objetivo.

Entre los hitos de este gobierno está el asalto a las pensiones privadas de los argentinos, que vieron cómo los 23.000 millones de dólares que habían ahorrado para afrontar su jubilación fueron confiscados por el Gobierno bajo la excusa de "proteger a los jubilados". Hasta entonces existía la libertad de elegir entre un sistema de pensiones público, de reparto, o uno privado, de capitalización. Ahora esa opción ya no existe: Cristina decide por todos.

Los Kirchner también han violentado la libertad de expresión, por ejemplo mediante el cierre de licencias a los medios críticos con su gestión, como el grupo Clarín. No es de extrañar esta política, ya que la presidenta considera que la prensa debería ser nacionalizada.

Amistades escabrosas

Los amigos de Zapatero en Latinoamérica son Fidel Castro, Hugo Chávez, Evo Morales y Eduardo Correa. Los de los Kirchner son... exactamente los mismos.

Anti-capitalismo de boquilla

Tanto ZP como K sostienen una retórica anticapitalista contra el libre mercado. Pero a la hora de la verdad se pliegan a la realidad económica, si bien por distintos motivos.

Al presidente español no le quedó otra opción: después de seis años de jurar que jamás renunciaría a sus políticas "sociales", el 12 de Mayo del 2010 Zapatero se presentó en el Congreso para anunciar que le bajaba el sueldo a los funcionarios, recortaba las pensiones, eliminaba el cheque-bebé y reducía las ayudas a la dependencia. En la jerga izquierdista, se podría decir que Zapatero llevó a cabo toda una "agresión neoliberal de la derecha fascista a los trabajadores y las trabajadoras del Estado español".

Al menos a Zapatero no se le puede achacar que la traición a sus supuestos principios se deba a un afán de enriquecimiento personal. No se puede decir lo mismo de los Kirchner, quienes desde su llegada al poder aumentaron por siete su patrimonio conocido, hasta superar los 8 millones de euros, mediante operaciones de especulación inmobiliaria y financiera. Dieron su mayor pelotazo en el 2005, al comprar grandes extensiones de terreno en la Patagonia a menos de un euro por metro cuadrado, que vendieron poco después a 50 euros el metro. No está nada mal para un matrimonio que siempre culpó de todos los males al terrible "neoliberalismo".

Gasto público disparado

Hasta su repentina conversión a la ortodoxia fiscal, Zapatero era un firme convencido de que la solución a cualquier problema pasaba por gastar más. El gasto era la base de sus políticas "sociales", cuando la economía parecía ir bien, y también de las recetas para sacarnos de la crisis, como el "Plan E", cuando era evidente que iba mal. Sólo cuando España se hubo endeudado hasta las cejas para pagar estos programas, los mercados obligaron a ZP a dedicar al estudio esas dos tardes que tanta falta le hacían.

Argentina no se encuentra en esa situación. Sí lo estuvo en el 2001, cuando la incapacidad del Gobierno para hacer frente a sus obligaciones causó una fuga masiva de capitales y de ahí se pasó al pánico bancario, seguido por el "corralito", la desaparición de los depósitos en dólares de millones de argentinos y la bancarrota del Estado.

Diez años después la catástrofe económica y social que tuvo lugar sigue muy presente en la conciencia de los argentinos. No así en la de su Gobierno, que ha llevado el gasto público al máximo nivel de su historia.

Enfrentamiento con Estados Unidos

Zapatero protagonizó un acto de rebeldía del que cualquier adolescente estaría orgulloso cuando se negó a levantarse al paso de la bandera estadounidense en el desfile de las Fuerzas Armadas del año 2003. Después se pasó toda una legislatura tratando de que Bush lo saludara, pero su anti-americanismo ya había quedado en evidencia y las relaciones diplomáticas no se normalizaron hasta que la Casa Blanca cambió de color.

Las relaciones del Gobierno K con EE.UU. no son mucho mejores. Cuando Bush visitó Uruguay en el año 2007, Néstor Kirchner improvisó una cumbre paralela con Hugo Chávez. El presidente de Venezuela fue invitado a dar un discurso para 20.000 personas en un estadio de fútbol de Buenos Aires, donde se animó a los presentes a expresar su rechazo a Bush con una pitada general. Dos años antes Kirchner ya había permitido a Chávez organizar otro aquelarre "alternativo" contra Estados Unidos en Mar del Plata, al tiempo que George W. Bush asistía a la IV Cumbre de las Américas en la misma ciudad.

Con Obama las cosas no han mejorado mucho. Cuando Cristina Kirchner se enteró de que en su próxima gira, prevista para dentro de dos semanas, el presidente americano pasará por Chile y Brasil, pero no por Argentina, no tardó en encontrar una excusa para el conflicto. A los pocos días el Gobierno ordenó confiscar el material de un avión militar de EE.UU. que traía material para entrenamiento de la Policía Federal, porque supuestamente se había encontrado en su interior droga y armas no autorizadas.

La Casa Blanca se apresuró a desmentir las acusaciones y aseguró que estaban "perplejos" por el incidente, ya que el envío del avión había sido acordado entre ambos gobiernos. La justicia argentina archivó ayer el caso, con una sentencia que descarta que Estados Unidos hubiera cometido delito alguno.

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