LD (Lorenzo Ramírez) "El problema del mercado laboral español es su excesiva flexibilidad". Estas palabras fueron pronunciadas por el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, el pasado 2 de abril, tan sólo dos meses después, este enfoque carece de valor a tenor del enésimo cambio de posición del Gobierno sobre las políticas a adoptar.
De una forma tímida, el Ejecutivo abre la puerta a la reforma laboral. Un país que tiene 4,36 millones de parados y una tasa de desempleo superior al 18% no puede permitirse el lujo de obviar la necesidad de introducir modificaciones en la normativa del mercado de trabajo.
Primero fue el secretario de Estado de Hacienda, Carlos Ocaña, luego la vicepresidenta económica, Elena Salgado, y ahora el presidente del Gobierno, José Luís Rodríguez Zapatero.
Hace falta “flexibilidad” en el mercado laboral
El inquilino de La Moncloa aceptó este jueves que es necesario que exista una mayor “flexibilidad interna" en las relaciones entre empresarios y sindicatos, aunque rechaza un eventual abaratamiento de los despidos, según informa Efe.
Aunque no se trata de una propuesta de reforma laboral con todas las consecuencias, estas declaraciones denotan que el Gobierno comienza a darse cuenta de que no puede ponerse la venda en los ojos ante la sangría laboral que vive España.
Aunque el Ministerio de Trabajo asegure que el pasado mayo se crearon cerca de 25.000 empleos, en realidad se perdieron 90.000, en términos desestacionalizados, una cifra que los analistas de Citibank sitúan por encima de las 100.000 personas.
"Diversas interpretaciones"
En contestación a pregunta sobre si es partidario de una reforma laboral, Zapatero afirmó que este concepto "puede dar lugar a diversas interpretaciones", en referencia a la propuesta de reforma que ha presentado la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), que establece un único tipo de contrato indefinido con una rebaja de la indemnización por despido.
No es una petición que hagan sólo los empresarios. Recientemente, los economistas Carlos Rodríguez Braun y Juan Velarde incidieron en declaraciones a Libertad Digital, en la necesidad de abrir o flexibilizar el mercado laboral, para favorecer la contratación y la generación de actividad y empleo como una de las principales claves para salir de la crisis económica.
Por otro lado, organismos nacionales como el Banco de España, e internacionales como el FMI o Bruselas, han recomendado a España reformas en el mercado laboral que se traduzcan en un incremento de la flexibilidad del mismo.
Incluso destacadas figuras socialistas coinciden en esta necesidad. Es el caso de Joaquín Almunia, David Taguas, Jordi Sevilla, Octavio Granado o Miguel Ángel Fernández Ordóñez, por citar algunos ejemplos.
“La flexibilidad interna” es importante
En rueda de prensa antes de almorzar con el Círculo de Economía y el presidente de la Generalidad catalana, José Montilla, Zapatero dijo que una de las interpretaciones para la reforma es la que él mismo planteó en el Debate sobre el Estado de la Nación, cuando abogó por acompañar el nuevo modelo productivo “verde” que defiende con su "adaptación en la empresa, donde la flexibilidad interna juega un papel fundamental".
Dicha flexibilidad, aclaró Zapatero, "se canaliza a través de la negociación colectiva", por lo que corresponde a sindicatos y empresarios tomar estas decisiones. "Es el típico ámbito de diálogo social bilateral", es decir, que el Gobierno da unas directrices pero serán CCOO, UGT y CEOE las que tomen decisiones al respecto.
Por contra, si por reforma laboral se entiende "modificar las condiciones de despido, facilitarlo y que los trabajadores pierdan derechos", dijo Zapatero, entonces "no somos partidarios. No apoyamos estas tesis", dijo.
Se niega a abaratar el despido
A este respecto, añadió que el Gobierno no hará ninguna iniciativa en esta dirección, porque "lo decisivo" para dar más estabilidad en el empleo pasa por "reformar" el modelo productivo español, y no por introducir más precariedad en las relaciones laborales.
Según él, si por reforma laboral se entiende "lo que se ha apuntado" por ciertos sectores empresariales (en referencia a CEOE) "no sirve, no es útil" para la economía española, ya que "sólo crea menos protección social".
El presidente del Gobierno reiteró su apuesta por un nuevo modelo productivo -que será determinado por una ley de planificación económica-, y recordó que pese a la crisis, los sectores relacionados con la innovación, las nuevas tecnologías y el desarrollo están generando empleo
Finalmente, recordó que los "tres pilares" del diálogo que defiende el Gobierno, y que desea que "concluyan" con un acuerdo a tres bandas con el Ejecutivo, empresarios y sindicatos, pasan por "el cambio del modelo productivo, acometer la aceleración de la reforma de la formación profesional y la formación para el empleo, y la protección social".
El mercado español, tan rígido como el de Ghana
El problema es grave. España destruye empleo a niveles récord, el paro duplica la media de la UE y 9 de cada 10 nuevos parados europeos son españoles. ¿Por qué? Cuenta con uno de los mercados laborales más rígidos del planeta (puesto 160), según el Banco Mundial, por detrás de países tercermundistas, según avanzó LD.
En concreto ocupa el puesto 160 del ránking, según el último informe Doing Business 2009, elaborado por el Banco Mundial. Dicho estudio analiza la facilidad de abrir y desarrollar un negocio en casi 180 países.
Uno de los indicadores clave que analiza este organismo consiste en medir el grado de flexibilidad laboral de las distintas economías. El mercado español ocupa los puestos de cola a nivel mundial, por detrás de países tercermundistas y en vías de desarrollo.
En concreto, el informe destaca que España cuenta con una elevada rigidez a la hora de contratar trabajadores, así como una excesiva burocracia para comenzar un negocio. En cuanto a rigidez laboral, España ocupa el dudoso honor de situarse en el puesto 160 de la tabla, por detrás de Zimbabue (puesto 127), Malawi o Ghana, y justo por delante de Mozambique.
Tan sólo los regímenes bolivarianos de Venezuela y Bolivia, así como otras economías tercermundistas, superan en rigidez laboral a España. Mientras, todas las economías del G-7 se sitúan muy por delante del mercado nacional.