José Luis Rodríguez Zapatero se ha puesto este jueves el traje de estadista. En la tradicional rueda de prensa tras el último Consejo de Ministros del año, el presidente del Gobierno ha anunciado que 2011 será el año de las "reformas de gran calado" que permitirán a la economía española cambiar en "el largo plazo". No será fácil para el Ejecutivo socialista aprobar cambios que van en contra de lo defendido tradicionalmente por la izquierda y que asumen que costarán "esfuerzos" a muchos españoles. Incluso, el presidente ha llegado a defender que la economía española necesita una "liberalización".
El problema es que hace más de tres años que comenzó la crisis y ya se han presentado reformas en algunos de los aspectos que ahora, de nuevo, se dicen que necesitan cambios. ¿Por qué hay que creer al presidente cuando asegura que ésta vez va en serio?
La gran diferencia no está tanto en las palabras del socialista como en su tono, en lo que se van filtrando a los medios y en los avisos que llegan desde Europa. Parece que ya se ha acabado el tiempo de los anuncios grandilocuentes. En mayo, Rodríguez Zapatero tuvo que anunciar un paquete de ajuste muy importante (el tijeretazo), apremiado por los líderes europeos, tras la primera crisis de deuda. En otoño, volvió a presentar nuevas medidas (lo que se conoció como plan b) tras un nuevo aviso de los mercados, que rechazaban los bonos españoles por la falta de seguridad en la economía nacional. Pero, incluso con estas reformas, las dificultades de la deuda pública española se mantienen.
En esta situación, los líderes europeos han reclamado nuevas reformas, que modernicen la economía española. Los cambios aprobados hasta ahora han sido más cosméticos que efectivos. La prueba más evidente es el mercado laboral: después de más de un año de negociación con los sindicatos se aprobó una serie de modificaciones que casi todos los analistas calificaron de insuficientes. Ahora, se anuncia una nueva reforma que tocará los dos temas claves: la negociación colectiva y la definición precisa del despido objetivo.
El Gobierno "se la juega"
Para confirmar que esta vez va en serio, Rodríguez Zapatero ha remarcado que su Gobierno "se la juega" y ha asegurado que es "apremiante" aprobar estas nuevas leyes. De hecho, ha vuelto a asegurar que subirá la edad de jubilación a los 67 años y ha deslizado que la reforma laboral se aprobará con o sin acuerdo con los sindicatos.
En su opinión, España depende en exceso de la "financiación externa", algo que debería cambiar. Por eso, ha asegurado que los "esfuerzos" que vienen son "imprescindibles", para que las empresas nacionales sean "capaces de vender más". Para conseguir todo esto, "queda mucho trabajo por delante" hasta conseguir una economía que "crezca en productividad". En este sentido, ha vuelto a repetir, como hace unos días, que restan "cinco años" en los que se van a poner en marcha todas estas reformas.
Casi todo lo anterior concuerda con lo que han pedido la mayoría de los analistas y los organismos internacionales. En los últimos días, se han anunciado modificaciones en la legislación del mercado laboral, las pensiones, la energía, los servicios y el sector financiero. Pero en muchos de estos campos ya se habían aprobado leyes en los últimos meses, que ahora parece que el Ejecutivo considera insuficientes.
Desde que comenzó la crisis, el Ejecutivo defendió que la mejor manera de hacer frente a la dificultad era con medidas de "estímulo fiscal" (unas palabras que esconden un aumento del gasto público que disparó el déficit con medidas como el Plan E). Ahora, el Gobierno parece que ha decidido cambiar todo lo dicho anteriormente. Pero surgen varias preguntas: ¿serán suficientes las nuevas reformas? ¿llegará el Gobierno a dónde no se atrevió en 2010? ¿liberalizará realmente la economía española? ¿serán suficientes la presión de la UE y las dificultades en el mercado de deuda para hacer que Rodríguez Zapatero abdique de algunas de su ideología a favor de la eficiencia económica?
Ni oír hablar de su sucesión
Por otro lado, Zapatero no ha querido intervenir en el debate sucesorio. A pesar de la gran expectación en rueda de prensa –periodistas de varios medios preguntaron a este respecto- pero el presidente zanjó sin contemplaciones: "No es el momento ni el lugar". Minutos más tarde, repetía: "No voy a hablar de futuribles políticos, esto es Moncloa y tocan temas de Gobierno y no de partido" concluyó.
No hay intención de prolongar el estado de alarma
Zapatero ha asegurado que el Ejecutivo no tiene intención de prolongar, más allá del día 15 de enero, el estado de alarma declarado tras el plante masivo de los controladores aéreos durante el puente de la Constitución.
El presidente ha asegurado que ha "comprendido y respetado" la preocupación que algunos expresaron ante la decisión del Gobierno de utilizar por vez primera un mecanismo democrático como la declaración del estado de alarma.
No obstante, según Zapatero, todos los ciudadanos "han podido comprobar que más bien no ha habido alarma, sino tranquilidad" en un servicio público tan importante como el aeroportuario.
"El Gobierno no tiene intención de prorrogar lo que es el estado de alarma, que dura hasta el día 15", ha añadido Zapatero antes de mostrarse convencido de que una vez iniciada la negociación con los controladores, se estará "en condiciones de poder llegar a un acuerdo".