España se enfrenta a un panorama desolador. El desplome de los ingresos fiscales por la recesión económica no está siendo corregido con una reducción del gasto, y el agujero de la caja estatal no para de crecer. El Estado tiene problemas para afrontar sus compromisos, y las comunidades autónomas no están mejor. De hecho, algunas regiones devuelven hasta las recetas a las farmacias.
Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el Estado registró un déficit de 38.607 millones de euros hasta junio, en términos de Contabilidad Nacional, el 3,64% del PIB, frente al déficit de 4.600 millones de euros del mismo periodo del año anterior.
Quedan ya lejos los tiempos en los que el Estado gozaba de superávit en sus cuentas públicas. En concreto, al cierre de 2007 el saldo era de 12.811 millones de euros (equivalente al 1,23% del PIB). Pero en 2008 la política de incremento del gasto público puesta en marcha por el Ejecutivo abrió un agujero 41.874 millones de euros en 2008 (el 3,82% del PIB nacional).
Y en sólo seis meses de 2009, el Gobierno se ha gastado casi 40.000 millones de euros más de lo que ha ingresado, poniendo en serio riesgo a la economía nacional. ¿Por qué? La respuesta se encuentra en la forma de financiar este déficit a través de nuevas emisiones de deuda y más impuestos.
A pesar de la alta rentabilidad que dan los bonos y obligaciones españoles (por su mayor riesgo de impago respecto a deuda de otros países) el Tesoro tiene problemas para colocar los títulos y es la Seguridad Social la que está manteniendo la demanda con el Fondo de Reserva (la hucha de las pensiones), que antes de la crisis apostaba por la deuda extranjera.
Y es que los mercados no confían en España, sobre todo por la falta de capacidad del Gobierno para maniobrar en la tormenta. Sólo hay que recordar las palabras del presidente del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero en su discurso de investidura el 8 de abril del pasado año para certificar el error de previsión.
Zapatero y el superávit
"Los superávits acumulados en los últimos años permitirán absorber el impacto que una menor actividad en la economía pudiera tener sobre los ingresos públicos y el aumento de algunos gastos ligados a la protección sin necesidad ni de subir impuestos, ni de imponer recortes sociales". Así se pronunciaba el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en su discurso de investidura el pasado 8 de abril del pasado año.
Pues bien, el déficit público acumulado hasta junio duplica el obtenido hasta mayo, mes en el que el saldo negativo del Estado fue de 19.543 millones de euros, el equivalente al 1,78% del PIB.
Este resultado fue consecuencia de unos pagos que se situaron en 85.840 millones de euros, un 20% más, mientras que los ingresos sumaron 47.233 millones de euros, lo que supone una caída del 29,5%.
En términos de caja, que computa los ingresos y gastos que efectivamente se han realizado durante el periodo, el Estado alcanzó un déficit de 36.819 millones de euros, frente al déficit de 2.065 millones registrado entre enero y junio de 2008.
Según el secretario de Estado de Hacienda, Carlos Ocaña, el déficit obtenido debe analizarse teniendo en cuenta el impacto de las medidas anunciadas por el Gobierno que explican la mitad del déficit acumulado en el primer semestre del año, así como por la menor recaudación derivada de la situación económica actual, que explica la otra mitad.
De hecho, la recaudación neta ascendió a 74.915 millones de euros, un 19,1% menos. En concreto, los impuestos directos sumaron 36.591 millones, lo que supone un descenso del 19,1%, mientras que los indirectos alcanzaron los 29.130 millones, un 27,5% menos.