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¿Una década desastrosa?

El arranque del siglo XXI ha sido cruel. La crisis subprime se ha llevado por delante el esfuerzo de los diez ejercicios precedentes. ¿Hemos vivido en balde?

Una mala noche, en una mala posada. Así es que como resumen algunos analistas la etapa desastrosa que ha vivido España en el último decenio, donde la palabra epidemia –en su acepción económica o social– se ha convertido en un leitmotiv cansino, imposible de borrar del imaginario colectivo.

Con la moneda única como telón de fondo, el único animador de un eurepeísmo tan incipiente como descafeinado, España vivió su primer ajuste de cuentas en el bienio negro de 2000 y 2001. Los valores de las ‘puntocom’ se derrumbaron como un castillo de naipes y uno de cada tres inversores registró pérdidas en dichos ejercicios.

Fueron años de incertidumbre y de demasiados deberes para el futuro: estaba claro que sólo sobrevirían aquellas empresas con un sólido respaldo financiero y que salieran a flote tras el reajuste del mercado de valores tecnológico. El milagro no llegó de la forma deseada, y, por primera vez en la historia, el Ibex se apuntó dos ejercicos consecutivos con pérdidas. "Nada puede ir peor", relataban las crónicas de la época, con la vista puesta en el 2003, Pero los ataques terroristas contra las Torres Gemelas de EE.UU, no sólo minaron la conciencia occidental, sino que lastraron el brillo de todos los parqués.

El término Expediente de Regulación de Empleo (ERE) comenzó a sonar entonces de forma tan fuerte como lo hace en nuestros días. Las compañías se preparaban para el futuro deshaciéndose de la grasa de sus sobredimensionadas plantillas. Telefónica fue la primera en anunciar un gran plan de despidos, con nada menos que 15.000 "desvinculaciones voluntarias" hasta 2007. Le siguieron el grupo hispano francés Altadis o Antena 3 Televisión.

A los afectados por el paro se unieron otras víctimas, las que se sucedieron un año después, en el atentado del 11 de marzo en Madrid, que se llevó por delante la vida de 192 personas. Los renglones de este brutal capítulo siguen incompletos -pese a que la Justicia dictó una sentencia para esclarecer los hechos, aún quedan preguntas en el aire sobre la autoría de la masacre- y, lo peor de todo, contribuyeron a enturbiar la normalidad de la vida política y social.

En 2004, y tras una victoria controvertida, José Luís Rodríguez Zapatero llegó a La Moncloa respaldado por el 42,5% del electorado. Heredaba un país dividido y una economía ansiosa de exhibirse ante el mundo.

Las esperanzas de operar un milagro se cumplieron. Como si se tratara de un caballo desbocado, la economía española enseñó al Viejo Continente todo su potencial en un tiempo récord. Fueron siete trimestres dorados de cifras que incluso entonces eran difíciles de creer.

El PIB brincaba a tasas trimestrales del 3,5%, casi seis puntos más que en la actualidad, mientras la demanda interna crecía en torno al 4%, frente al 6% que se espera que alcance este ejercio. A la inversión, con crecimientos próximos al 5%, tampoco les faltaba fuelle, si se compara con la caída vertical, del -13%, registrada este año. La euforia animó al Ejecutivo a abordar una refoma fiscal por la que se reduciría el tipo general del Impuesto de Sociedades en cinco puntos, gradualmente entre 2007 y 2011, hasta situar el tipo general en el 30% y el de pymes en el 25%.Además, cada contribuyente obtuvo una rebaja media del 6% en el IRPF.

La alegría parecía no tener límites . Por fin, España fue capaz de pulir su tasa de desempleo, hasta situarla muy próxima al 8%, a principios de 2007: la mejor nota de desempleo a la que puede aspirar dado su tejido productivo. Pero aún hay más; por primera vez el país conquistó los veinte millones de ocupados gracias a que cuatro de cada diez empleos creados en toda la UE llevaban la insignia nacional.

Con estos resultados, no resulta extraño que España se ganase la fama de la "locomotora del empleo" de la UE. Claro que tampoco nadie duda que entonces ya era de sobra intuído –por no decir sabido– que este gigante tenía pies de barro. Así, el pañuelo que antes se había utilizado para secar el sudor, a partir de la segunda mitad de 2007 se emplearía para secar las lágrimas

El año en que el PIB hizo boom

Después de un ciclo de diez años con un crecimiento medio por encima del 3% del PIB, la economía española se hizo trizas, arrastrada por el sector de la construcción, el pilar sobre el que se había sustentando todo el ‘sueño’ español. La desaceleración mostró sus primeras dentelladas con el repunte del paro, mientras se detectaban los primeros síntomas de nerviosismo en los mercados financieros y bursátiles de que se avecinaba una borrasca sin precedentes. El fenómeno subprime mostró sus fauces el 18 de julio de 2007, cuando Bearn Stearns anunció la quiebra de dos fondos de inversión contaminados por las hipotecas basura.

Para el caso español, tan sólo era el preludio de la que se convertiría en la mayor recesión contada desde, al menos, la Segunda Guerra Mundial. Las calamidades llegaron de golpe. El Ejecutivo articuló 108 medidas anticrisis (el afamado ‘Plan E’ de Zapatero), a pesar de lo cual han desaparecido 114.816 empresas, 1,3 millones de empleos y el déficit se acera peligrosamente al 10% del PIB , mientras irremediablemente aumenta la deuda y los impuestos -la última subida fiscal pretende recaudar 15.000 millones extra- para costear esta‘cirugía’ financiera, de resultados aún inciertos.

El saldo no puede ser más negativo. En dos años, sobre todo en el último, se ha destruído el avance de los diez precedentes, frente a lo que opinaba Zapatero en septiembre de 2007, cuando los bancos centrales ya estaban inyectando ingentes cantidades de dinero para evitar el colapso del sistema. "La economía española está preparada y demostrará su fortaleza en los próximos días". Días después aseguró: "La crisis de EEUU no afectará a España en absoluto".

Quizá el presidente se resistió en demasía en abandonar la promesa electoral del "pleno empleo", realizada en 2008, y que ahora se recuerda con humor ácido. Pese a que las estadísticas de paro, registradas en el antiguo Inem, hayan dado un respiro debido a los planes para reactivar las obras locales (que culminan este otoño), los datos del INE revelan que el paro ha ‘atropellado’ a 2,5 millones de trabajadores, mientras en un millón de hogares no tiene empleo ningún miembro. Entre tanta niebla, la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas) envía este mensaje a navegantes en su reciente boletín económico: el ajuste del empleo afectará a "todo 2010 y la mayor parte de 2011".

¿Y ahora qué? Incertidumbre es la mejor palabra que define el futuro. El Ejecutivo espera que en 2011 el PIB comienza a crecer levemente, en torno al 1%, una cifra que comparten algunas casas de análisis. Lo peor, sin duda, es que este leve avance tendrá que conjugarse con un déficit excesivo, que hipotecará a las generaciones futuras. Desde Afi y Funcas no descartan que el paro se acerque en algún trimestre al 20%, si bien podría moderarse por el efecto huída de los extranjeros: cada mes, unos 30.000 abandonan el país en busca de una salida laboral, según estimaciones oficiales del INE.

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