El negocio de los microcréditos parece extenderse a los países desarrollados como EEUU, a medida que aumentan las dificultades para conseguir financiación para particulares. Tras su difusión por países subdesarrollados, los norteamericanos están empezando a descubrir las bondades de este sistema, en el que las cantidades que se prestan son muy pequeñas y que sirve de complemento para quienes no pueden acceder al crédito de los bancos comerciales tradicionales.
El tema de los microcréditos adquirió cierta notoriedad a nivel mundial tras el otorgamiento del Premio Nobel de la Paz de 2006 a Muhammad Yunus, fundador del Banco Grameen de Bangladesh, por "sus esfuerzos para incentivar el desarrollo social y económico desde abajo". Quizá lo más sorprendente del éxito del Grameen Bank es el mantener una tasa de morosidad por debajo de las de bancos en países ricos, a pesar de no exigir garantías patrimoniales.
Sin embargo, algunos ven en su actividad y éxito algo más que la perspicacia empresarial y el compromiso social por los pobres. Diversos analistas han tratado de poner de manifiesto algunos de los puntos débiles y supuestas tretas del banquero bengalí y su organización. Entre éstas están sus perjudiciales opiniones anti-globalización y anti-liberales para el desarrollo, su dependencia de las subvenciones y financiación de gobiernos y entidades públicas o su escaso o incluso nulo papel a la hora de generar crecimiento.
A diferencia de las prácticas del banco de Yunus, Álvaro Vargas Llosa, en una reciente columna, las contrapone con el ejemplo de la Fundación Microfinanzas BBVA y su labor en Latinoamérica. Así, afirma que mientras que el Grameen "se financia mediante la venta de bonos garantizados por el gobierno bengalí y funciona en base al principio de la presión del grupo", la Fundación del BBVA "administra el riesgo a la vieja usanza bancaria: evaluando la sustentabilidad de las propuestas realizadas por los pobres". Además, carece de subvenciones, añade.
La subdivisión del banco español está encabezada por Manuel Méndez del Río, quien desde los inicios del proyecto hace dos años, ha tenido que gestionar el negocio bajo los principios de la rentabilidad económica. Quienes piensen que ésta está necesariamente enfrentada con los beneficios sociales para los más pobres se llevarán una gran decepción con este caso.
Más de un millón de clientes
Y es que, en solo un año, como cuenta el periodista peruano, ya han prestado dinero a más de un millón de latinoamericanos, estando a punto de comenzar a ser rentables. "En Colombia, el crédito promedio, por lo general relacionado con actividades comerciales, es de unos 870 dólares, mientras que en el Perú, donde los préstamos se centran preferentemente en la agricultura y la ganadería, la cifra es de 1.600 dólares".
Desafortunadamente, la Fundación Microfinanzas BBVA se está encontrando con importantes obstáculos para desarrollar sus actividades en los países latinoamericanos. Estas piedras en el camino "no son la escasez de iniciativas comerciales, la falta de infraestructura, la escasa educación o un capital insuficiente", explica Vargas Llosa, sino que son puestas por los propios gobiernos de aquellos países, sus políticas, regulaciones y la falta de un régimen claro de registro, definición, protección y defensa de los derechos de propiedad.
Así, lo que Méndez del Río pide a los gobiernos y políticos no son subvenciones ni ayudas, sino que cumplan eficazmente con algunas de las mínimas funciones que todo Estado debería cumplir: mejorar el sistema de definición de la propiedad privada y poner en orden los registros de ésta, con el fin de que se puedan consultar los antecedentes crediticios de los pobres.
"La mayor riqueza que desde el inicio tiene la mayoría de la gente pobre es su honestidad y cumplimiento de compromisos, lo que, en ausencia de registros adecuados, simplemente se pierde", afirma el director de la subdivisión de microcréditos de BBVA en Latinoamérica.
Como en otras ocasiones, son los gobiernos quienes ponen trabas al cambio y al desarrollo económico liderado por miles de individuos llenos de entusiasmo, con proyectos empresariales y deseos de progresar económica y socialmente. Algunas historias de estos emprendedores, protagonistas del progreso económico, fueron documentadas en el libro editado por Álvaro Vargas Llosa, titulado Lessons from the Poor: Triumph of the Entrepeneurial Spirit (Lecciones de los Pobres: Triunfos del Espíritu Empresarial).
Una vez más, en las historias de las personas y familias de este libro, que van desde Kenya hasta Perú, pasando por Nigeria o Argentina, se demuestran los efectos nefastos del intervencionismo económico sobre el bienestar de los más pobres. La libertad vuelve a ser la mejor receta para alcanzar el desarrollo.