De noviembre a julio, la bolsa china duplicaba su cotización. Cierto es que, justo antes, había registrado mínimos históricos a consecuencia de la presente crisis financiera internacional. El Gobierno anunció entonces un plan fiscal valorado en 585.000 millones de dólares. Y antes de finalizar 2008, el Banco Central chino recortó los intereses 100 puntos básicos.
Tales políticas expansivas respondían a la necesidad que tiene China de crecer, como mínimo, al 8% este año. Estas medidas cortoplacistas han cumplido su misión de frenar la caída del crecimiento. Pero lo que debemos preguntarnos es ¿se están sentando las bases del crecimiento a medio-largo plazo?
El Banco Mundial espera un descenso de la renta potencial china en los próximos 5 años. Ello responde, simple y llanamente, a una menor acumulación de capital. Por tanto, estamos ante un incremento previsto del PIB, para este año y el próximo, de corto recorrido si las autoridades no empiezan a trabajar sobre la oferta. Tres cuartas partes del crecimiento económico chino estimado para este ejercicio 2009 se deben al intervencionismo público. Es urgente promover la inversión orientada por las leyes del mercado.
Esta distorsión pública, analizada con detalle recientemente por Libertad Digital, hace que la burbuja bursátil de Shanghai sea inevitable. Los créditos bancarios chinos han superado ya el billón de dólares. Los análisis más moderados señalan que un 15% del total ha ido directamente a bolsa. Otro porcentaje, bastante elevado, al sector inmobiliario.
“Las valoraciones no son atractivas y el mercado teme además un endurecimiento en la política monetaria”, explica Guillermo Moreno, de Daiwa Securities, a Libertad Digital. Shanghai cotiza 29 veces por encima de sus beneficios. Los préstamos bancarios concedidos en Agosto habrían retrocedido casi un 50% con respecto a Julio, según la publicación pekinesa Caijing Magazine. Las autoridades chinas, además, estudian aumentar el coeficiente bancario de caja para frenar la liquidez.
Shanghai cerró el lunes por debajo de los 2.700 puntos. Comenzó agosto rozando los 3.500.
Fuente: www.chinesestock.org
Los inversores institucionales de Daiwa, prosigue Moreno, no creen que China vaya a experimentar una recuperación en “V”. “Sumemos a todo esto que los beneficios estimados en algunos sectores, como Tecnologías de la Información, están generando algunas dudas”, concluye.
La bolsa china lleva un tiempo canalizando bastantes ahorros sin una base sólida. Andy Xie, economista independiente más conocido por adivinar con éxito el último bajón de los mercados chinos, declaró literalmente a Bloomberg hace unos días que hay una burbuja. La recuperación económica no es sostenible por el mal momento de las exportaciones.
El mercado interno tampoco es capaz de tomar la iniciativa (les recomiendo encarecidamente leer este artículo publicado recientemente en Global Times por un prestigioso economista del China Center for Economic Research, Miaojie Yu. Sólo quedan los estímulos fiscales y monetarios, estériles para el crecimiento económico a largo plazo. Es más. El temor a un repunte de la inflación hace que China pueda subir los tipos otra vez en 2010. Si la renta potencial disminuye, crecer costará más. Y no será nada fácil aumentar los beneficios empresariales. Tipos y expectativas de beneficio juegan en contra del inversor a medio plazo.
Por ello, cada descenso alborotado que observemos a partir de ahora en el índice SCI (Shanghai Composite Index) será producto del miedo. Un pánico a perder todo lo apostado y especulado en bolsa, merced a una liquidez excesiva. Estamos ante un “sálvese quien pueda”. Los inversores están preparados para salir del mercado y realizar, si pueden, infladas plusvalías. China está definitivamente en una burbuja y le corresponde corregir.
Es imposible pronosticar la magnitud de dicha corrección. Pero así será por más que algunos analistas nos intenten vender que los estímulos públicos van a sostener el apetito del mercado. Sólo es posible mantener inflado el globo por más tiempo si las autoridades deciden entrar directamente en bolsa. Tampoco sería la primera vez.