En una rueda de prensa muy clara pero un tanto desesperanzadora, como el propio contenido de El desmoronamiento de España, Alberto Recarte ha presentado a los medios la segunda parte del exitoso Informe Recarte, que el año pasado se convirtió en un sorprendente éxito editorial vendiendo decenas de miles de ejemplares.
De una forma un tanto telegráfica pero muy contundente, Recarte ha desgranado y analizado los problemas más importantes, tanto de índole política como económica, que aquejan a España, incluyendo algunos de carácter internacional como la guerra de divisas que han desatado China y algunos países asiáticos y que ha llevado al autor a afirmar que es partidario "de un arancel del 10% a todos los productos chinos".
Según Recarte esto no sería "empezar una guerra comercial, sino seguir la que ellos han empezado hace diez años". Además, considera "inevitable" el enfrentamiento y que si no se ataja esa política "la recuperación económica será muy difícil no sólo para España sino para muchos otros países".
El problema autonómico y el déficit
Buena parte de la intervención de Alberto Recarte se ha dedicado a desgranar uno los grandes problemas de España a día de hoy: "Una descentralización brutal e irresponsable", ya que las CCAA no recaudan impuestos y, en la práctica, los ayuntamientos tampoco lo hacen mucho.
Por si esto no fuera suficiente se agrava con una justicia que no es independiente y que, por lo tanto, "no puede controlar a los otros poderes", lo que ha derivado en que los partidos se conviertan en organizaciones no democráticas y el régimen en "una partitocracia".
Además, el estado autonómico no ha servido para solucionar uno de los problemas para los que en principio estaba diseñado: las desigualdades de renta entre diferentes zonas del país. De hecho, según Recarte "vuelve la división radical entre norte y sur", entre "una España de empresas prósperas y capitalizadas y otra de desempleados".
No sólo eso, es que la propia distribución del mercado de trabajo no es sostenible: de los 19,4 millones de trabajadores que actualmente tienen un empleo "sólo 14,4 son realmente productivos", mientras que los cinco restantes son funcionarios y empleados de las administraciones que ofrecen servicios de distinto tipo, algunos necesarios, pero que no son productivos.
Así que los primeros 14,4 tienen que sostener a los 5 millones de empleados de la función pública, a otros tantos parados y a ocho millones de pensionistas. Obviamente, esa situación no puede durar mucho.
En este sentido uno de los cambios que Recarte considera imprescindible es evolucionar hasta un estado federal que incluya la corresponsabilidad fiscal de las autonomías y un recorte de las transferencias, porque la actual situación ha degenerado en la aparición "de partidos comunitarios absolutamente populistas que sólo piensan en gastar, gastar y gastar" y que incluso "han convertido en populistas a los propios partidos nacionales".
Pero la realidad dejará pronto de admitir ese populismo: "El que gane las elecciones de 2012 se va a encontrar con que tiene que recortar 30.000 millones más". Una cifra que sólo podría sacarse "de las transferencias a las comunidades autónomas y también de prestaciones sociales como la educación o la sanidad", algo que "políticamente sería muy difícil".
Las dos crisis de Europa
Recarte señala que a la crisis financiera internacional que venían sufriendo algunos países de Europa, especialmente aquellos que habían pasado por una burbuja inmobiliaria como España, Reino Unido o Grecia, se le ha unido una segunda, la crisis del Euro, que hasta tal punto es importante que "la única política económica que se está aplicando son reducciones del déficit para que la moneda única no desaparezca".
Hay varias razones que explican esto, pero principalmente que la moneda "ha sido mal diseñada" y que los criterios de admisión "eran imprescindibles pero no suficientes". En este sentido, antes de la entrada del Euro se tendrían que haber puesto en marcha reformas de mucho más calado como "un presupuesto comunitario único" y eliminar las rigideces de "algún mercado de trabajo" como, por supuesto, el español.
Estos problemas con el Euro están siendo especialmente graves para España, ya que sin la moneda única "probablemente no habría habido un contagio tan fuerte de la crisis". Eso sí: "España no habría crecido tanto, habría menos inmigrantes, se habría creado menos empleo, pero no se habría inflado tanto la burbuja". Además, "no tendríamos un problema de endeudamiento nacional porque los inversores no nos habrían prestado tanto dinero ni locos".