Este martes se celebró en todo el mundo el Día Internacional de la Mujer (hasta hace unos años Día de la Mujer Trabajadora). Con tal motivo, se sucedieron los actos, las conferencias y los informes en los que se acusa, implícita o explícitamente, a la sociedad occidental de machista. En España, José Luis Rodríguez Zapatero y Leire Pajín han convertido el I Congreso de Mujeres Mayores en el acto institucional con el que celebrar el día.
En este sentido, el presidente propuso seguir rompiendo los "techos de cristal" y ha instado a luchar por la presencia de la mujer en los puestos de responsabilidad en las empresas. Ha hecho en este contexto también un llamamiento para terminar con la discriminación salarial, "que no es aceptable en una sociedad avanzada".
El Gobierno no se quedó sólo en su reclamación. Prácticamente la totalidad de fuerzas políticas, sindicales y sociales hicieron hincapié en la necesidad de seguir avanzando en la consecución de la igualdad (como si ésta no existiera). En la misma línea, Gestha (la asociación de los Técnicos de Hacienda) publicaba su informe Retribución salarial por géneros, en el que destaca que "las mujeres españolas ganan 5.300 euros menos que los hombres" y Axesor (compañía especializada en servicios de información empresarial) destacaba que "las mujeres sólo ocupan el 24% de los órganos sociales en la empresa española". Con todo este bagaje, parece difícil que alguien haga la más mínima matización en un tema dominado por la versión más políticamente correcta.
La realidad: Sin embargo, estudios como los citados anteriormente adolecen de un análisis más preciso de las circunstancias. Así, Gestha se limita a sumar los salarios de todos los hombres y mujeres de España, sin incluir diferencias en cualificación, horarios, sectores, situación personal o puesto profesional. De esta manera, se comparan dos poblaciones no homogéneas, con el consiguiente peligro de sesgo en el resultado.
Solteras vs casadas: En EEUU, sí se han realizado algunos estudios más detallados en los que se intenta comparar a hombres y mujeres en una situación similar. LD ya publicó en 2010 los resultados de dos de estos informes. En el primero, realizado en 2005 por June O’Neill para NBER, se establece que "comparando los salarios entre mujeres y hombres de entre 35 y 43 años que nunca se han casado ni han tenido un hijo, se encuentra una pequeña diferencia a favor de las mujeres". En el segundo, publicado el año pasado por Reach Advisors, se afirma que, de acuerdo al Censo oficial de los EEUU de 2008, "las mujeres solteras de entre 22 y 30 años sin marido ni hijos ganan una media de 27.000 dólares al año, un 8% más que los hombres en una situación comparable en las 366 mayores áreas metropolitanas del país". Las anteriores conclusiones tienen una cara B: si las mujeres solteras y sin hijos ganan un poco más que sus compañeros y el dato general muestra una diferencia del 20-25% a favor de los hombres, eso quiere decir que las madres y las casadas tienen un sueldo inferior entre un 30-40% a los hombres.
¿Machismo?: Lo que ocurre es que datos como los expuestos también desmontan la coartada del machismo. Si la sociedad, los empresarios o los hombres discriminasen de forma constante a las mujeres, todas ellas ganarían menos que los hombres. Si los empresarios son malvados y machistas, ¿por qué sólo perjudican a las casadas y dejan a las solteras que, incluso, cobren algo más que sus compañeros?
La madre del cordero: Encontrar una explicación a lo anterior que no esté relacionada con un supuesto endémico machismo de la mitad de la sociedad es mucho más fácil de lo que el presidente y su ministra de Sanidad suponen. El departamento de Trabajo de EEUU publicó en 2009 un estudio de 95 páginas sobre el tema. En el mismo, se llega a la conclusión de que hombres y mujeres se comportan de forma diferente a la hora de priorizar vida familiar y carrera laboral. Esta es la madre del cordero (y nunca mejor dicho) de la cuestión. Según las conclusiones de dicho estudio:
- "Un mayor porcentaje de mujeres tiende a trabajar en jornada reducida"
- "Un mayor porcentaje de mujeres interrumpe su carrera para cuidar a sus hijos o a sus mayores"
- "Las mujeres, especialmente las madres, tienden a valorar lugares de trabajo que les permitan conciliar su vida familiar"
- "Las mujeres valoran más otro tipo de compensaciones no salariales (seguros de salud y similares)".
- El estudio concluye que "las diferencias en la compensación de hombres y mujeres son el resultado de una multitud de factores y que la mera diferencia salarial no debería ser usada para justificar una acción correctiva [políticas de discriminación positiva]. De hecho, podría no haber nada que corregir. Las diferencias salariales podrían ser completamente explicadas como resultado de las elecciones individuales hechas tanto por hombres como por mujeres".
El sexo de la estadística: Pero no hace falta irse al otro lado del Atlántico para encontrarse este tipo de argumentación. Hace unos meses, el progresista El País, en su editorial El Acento, se hacía preguntas acerca de por qué las mujeres seguían eligiendo determinadas carreras profesionales: "Los sesgos sociales más llamativos entre los dos sexos no parecen tener mucho que ver con diferencias de capacidad intelectual. Por ejemplo, pese a que las mujeres ya son mayoría en un gran número de carreras universitarias -ciencias sociales y jurídicas, humanidades, ciencias experimentales, ciencias de la salud-, siguen sin alcanzar un tercio de las matriculaciones en ingenierías y otras carreras técnicas. Pero, pese a que estas cifras se mantienen correosas incluso en los países más avanzados e igualitarios, no son una consecuencia de la menor aptitud de las mujeres para las matemáticas, como se ha pensado tradicionalmente. Porque, si se selecciona un grupo de chicas y chicos con igual aptitud matemática, los chicos siguen eligiendo carreras técnicas mucho más que las chicas [estas carreras técnicas suelen ser más exigentes en dedicación pero también remuneran mejor a sus profesionales]. El menor número de ingenieras, por tanto, parece tener menos relación con el talento que con la motivación. La igualdad, objetivo primordial en cualquier sociedad que aspire a la justicia, no debería por ello confundirse de forma automática con el equilibrio numérico".
Es una argumentación similar a la que sostiene Susan Pinker, sicóloga y autora del libro, La paradoja sexual, en el que afirma que hasta "un 60% de mujeres con talento rechaza ascensos o aceptan trabajos con salarios más bajos a cambio de introducir flexibilidad u objetivos sociales en su trabajo". De nuevo, la clave es la motivación: las mujeres parece que no están, en promedio, tan dispuestas a ceder espacio personal para mejorar en su profesión. En España, por ejemplo, son mayoría las mujeres que se presentan a las oposiciones de las administraciones públicas, donde la conciliación es más fácil, mientras los chicos tienden más a seguir carrera en el sector privado.
Incluso, entre aquéllas que se dirigen a los escalones más altos de las carreras profesionales se repiten estas preferencias. El estudio de Marianne Bertrand para la Booth School of Business de Chicago sobre la evolución de los salarios de sus ex alumnos en MBA es un gran ejemplo. Según sus conclusiones, a los diez años de graduación en un MBA, un 16% de las mujeres no trabaja (normalmente porque prefiere quedarse en casa con sus hijos), frente a sólo un 1% de los hombres; no sólo eso, el 92% de los varones trabaja a tiempo completo, frente al 62% de sus compañeras; y además, el tiempo trabajado, que en el primer año tras el MBA era casi idéntico entre ellos y ellas, a los diez años muestra siete horas semanales más a favor de los chicos (56,7 horas frente a 49,3). Además, Bertrand advierte que los MBA masculinos tienden a escoger especialidades que exigen más tiempo laboral, pero que también aportan más sueldo (como finanzas), mientras ellas eligen más a menudo otras menos remuneradas (como marketing), una conclusión que concuerda con lo expuesto por el editorialista de El País (aunque a éste puede que le cueste admitirlo).
¿Qué tiene todo esto de malo?: Tras analizar todas estas evidencias, quizás muchas personas se pregunten ¿qué tiene todo esto de malo? Cuando un matrimonio se casa y tiene hijos, casi siempre llega un momento en el que se tiene que sentar a tomar decisiones: ¿es posible seguir ascendiendo en el trabajo los dos y al mismo tiempo darle toda la atención necesaria a nuestro hijo? ¿Cómo podemos conciliar una educación de calidad con una carrera profesional exitosa? ¿Es más importante nuestra familia o nuestro trabajo? ¿Quién va a dar, si es necesario, un paso atrás en la empresa?
La visión positiva: Normalmente, lo que se vende es que la madre "renuncia" a su trabajo a cambio de su familia: es una visión negativa, incluso en la terminología. Pero también puede enunciarse al revés, con una perspectiva más positiva: podría decirse que las mujeres tienden a "elegir" a su familia antes que su trabajo, es decir, valoran más el tiempo con sus seres queridos que un aumento de sueldo o un ascenso. Incluso la dificultad para dar un paso atrás en la carrera profesional podría leerse como una limitación masculina, y lo contrario como una virtud femenina.
En realidad, cualquiera de las opciones que se presentan ante una familia puede ser buena, siempre que el resultado sea producto una decisión libre entre las alternativas posibles.
La vida es siempre una cuestión de elección entre alternativas. Sería fantástico poder estar en todas las reuniones clave, hacer cientos de viajes de empresa para visitar a los clientes más importantes y ayudar a los hijos en los deberes y bañarles cada tarde. Pero el día sólo tiene 24 horas. Eso lo saben todos los matrimonios que cada día eligen la mejor manera de distribuir sus funciones. Afortunadamente, las nuevas tecnologías facilitan la conciliación entre vida laboral y profesional. Pero sigue siendo necesario optar. Incluso cuando eso supone que las estadísticas no le salgan al presidente del Gobierno.