El mensaje, claro está, es que los mercados se equivocan y que no hay ninguna razón para esta desconfianza que estamos viendo cernirse sobre España en las últimas fechas. Pero, lógicamente, los mismos que niegan son los más interesados en que la desconfianza desaparezca, por lo que hay serios motivos para, cuando menos, analizar en detalle las razones que pudieran llevar a los mercados a reaccionar tan negativamente respecto a España.
Competitividad
Se aduce que la economía española está recuperando competitividad de forma sumamente rápida, y que en poco tiempo seremos tan competitivos como nuestros socios comerciales, pues los excesos acumulados durante la burbuja inmobiliaria ya están casi purgados. Para justificarlo se acude al buen comportamiento de las exportaciones españolas.
Pero si se acude a las estadísticas de la Organización Mundial del Comercio, se puede apreciar que el crecimiento de las exportaciones españolas desde hace unos trimestres simplemente es un efecto arrastre fruto de la recuperación del comercio mundial. Las exportaciones españolas del tercer trimestre de este año se hallan al 80,7% de las del mismo trimestre de 2008, mientras que en comparación las alemanas están en un nivel del 84,9%, las de Dinamarca en el mismo 80,7%, las del Reino Unido en el 83%, las de Japón en el 96,8% y las de China en el 105,8%. Como se ve nuestra recuperación es de las más modestas y más que reflejar una ganancia de competitividad en todo caso refleja una pérdida de ésta.
Por otra parte, el sector de bienes comercializables irlandés es uno de los más competitivos del mundo, con una tasa de cobertura (exportaciones/importaciones) del 190%, cuando en España es del 76%, tomando los datos de los últimos 12 meses. En este sentido, nos encontramos en una posición mucho peor que Irlanda.
Déficit Público
El déficit se dice, acudiendo a los informes de la Intervención General de la Administración del Estado, que se está reduciendo de forma rapidísima y que ello nos hará cumplir sin problemas con el objetivo del 3% del PIB en 2012.
Pero como desde LD hemos informado reiteradamente, aquí y aquí, el déficit se encontraba en su situación tendencial, en el 10,9% a fecha 30 de junio, según reflejaba el último informe del Banco de España. Es decir, sólo 2 décimas menos que el registrado a cierre de 2009. Pero la situación real es mucho peor, ya que se están contabilizando ingresos fiscales de una forma no homogénea.
Por una parte, este año se está ingresando más por las retenciones del IRPF que en 2009, fruto de la supresión de la deducción de los 400 euros y, además, se ha ingresado la cantidad correspondiente a la liquidación de 2009, con lo que tenemos 5 décimas del PIB de ingresos que realmente corresponden a 2009, pero que se están contabilizando en 2010. Con esto el déficit de 2009 realmente hubiera sido el 10,6% y la tendencia del de 2010 se iría al 11,4%, 8 décimas más.
Los problemas no terminan aquí. Como se ha informado desde diferentes medios, Hacienda parece haber recibido órdenes de retrasar en lo posible las devoluciones del IVA a las empresas, presumiblemente para maquillar la cifra del déficit público. Extrapolando a partir del incremento de la recaudación bruta del IVA, se puede suponer sin demasiado margen de error que esto ha supuesto demorar la devolución de un mínimo de 7.000 millones de euros, unas 7 décimas del PIB. Teniendo en cuenta dicho dato, la tendencia real del déficit está situada en estos momentos como mínimo en el 12,1%.
Por si fuera poco, el déficit irlandés se ha disparado debido a que el Estado ha asumido las pérdidas del sector bancario, que son ya conocidas en su mayor parte. Pero en España todavía tenemos pendiente la reestructuración de nuestro sector financiero, cuyas pérdidas debidas al inmobiliario aún han de aflorar.
Deuda
Es verdad que la deuda pública no es muy grande en relación a otros países de nuestro entorno, pero es un error creer que lo que importa es el tamaño de ésta. Lo que importa realmente es la capacidad de un país para hacer frente a sus vencimientos. Esa capacidad se define mediante unos parámetros bien sencillos, que son déficit público y crecimiento económico. De ahí el empeño del Gobierno en hacer creer a los mercados y medios extranjeros que ambas cifras son mejores de las que son realmente.
Además, es absurdo tener en cuenta sólo la deuda pública, ya que la economía española debe pagar ésta y la privada. Si hemos de ser realistas debemos tener en cuenta ambos tipos de deuda, y en eso sí que somos, dentro de las grandes economía europeas, casi la peor situada de entre los PIIGS, si atendemos a los datos de la posición neta de inversión internacional.
Situación de liquidez del país
Muchos analistas repiten que España tiene liquidez para hacer frente a sus obligaciones de pago durante varios meses. Esto es cierto, pero no es importante. Lo importante es que ante una eventual situación de pérdida de confianza de los mercados, con el bono por encima del 7%, los problemas vendrían, al igual que ha ocurrido en Irlanda, por las fugas de capital. El mecanismo es simple, pero los economistas próximos al Gobierno se empeñan en ignorarlo.
Si comienzan las fugas de depósitos y los bancos tienen problemas para renovar su deuda en el exterior, sólo existen dos formas de salvar la situación. La primera es acudir al BCE para utilizar su facilidad de liquidez. Pero esta facilidad necesita un colateral de calidad, y ante esos problemas es inevitable, igual que ha pasado en Irlanda, que ese colateral se agote en cuestión de pocos meses.
La segunda es que el Banco de España deteriore su posición frente al Eurosistema y facilite esa liquidez a las instituciones financieras españolas. Pero, al igual que ha ocurrido en Irlanda, el BCE en un momento dado se negará a que el BdE deteriore más su posición. Todo este proceso llevará sólo unas pocas semanas de tiempo, máximo pocos meses, una vez que el bono alcance esos niveles de rentabilidad.
CDS y spreads de la deuda y credibilidad de España
Se argumenta que los CDS españoles (seguros de riesgo de impago) y la rentabilidad de la deuda española son mucho mejores que los de Irlanda. Una vez más esto es cierto, pero si son mejores no es porque tengamos una situación mejor, sino porque los inversores creen que es mejor.
Ello es fruto, fundamentalmente, de la sobrevaloración más que evidente de los datos del PIB y por la interpretación equivocada de los datos del déficit público. La realidad aflorará tarde o temprano, y una vez que los analistas extranjeros sean conscientes de la inexactitud de los datos con los que han estado trabajando, la credibilidad se volatilizará de forma inmediata.
Crecimiento económico
Se dice que a pesar de los drásticos recortes en el gasto público el crecimiento económico apenas se ha resentido en el tercer trimestre. Pero, una vez más, nos encontramos con los problemas estadísticos. Por una parte, como hemos dicho, el gasto público no se está reduciendo, por lo que difícilmente puede tener un impacto negativo sobre el crecimiento.
Aunque lo realmente grave es que los datos de crecimiento informados por el INE están sesgados de una forma muy importante. Una vez más nos encontramos con el tema de las devoluciones del IVA. Si analizamos los datos desde el punto de vista de la oferta, vemos que las empresas han contabilizado estas devoluciones como parte del VAB (Valor Añadido Bruto) generado y, además, y al no haberse hecho efectivas por parte de Hacienda, también se han contabilizado como impuestos sobre la producción.
Aunque es difícil saber la cifra exacta, ésta debe rondar los 6.000 millones de euros en el tercer trimestre, o lo que es lo mismo, el PIB, en lugar de crecer 2 décimas en el interanual, realmente habría caído 2,2 puntos porcentuales. La importancia de este hecho es capital, pues de no haber ocurrido esto muy posiblemente la confianza hubiera sido gravemente dañada. Este hecho de suma trascendencia, junto con las dudas sobre el deflactor aplicado al PIB, las analizaremos en LD en un artículo posterior.
Desempleo
Muchos analistas dicen que los pésimos datos de paro españoles no son importantes para los mercados. Pero es evidente que sí que lo son. El razonamiento, una vez más, es simple y resulta preocupante que tan pocos políticos y economistas se den cuenta de ello. Lo que se pretende en España es un ajuste deflacionario, algo que, si bien no se había hecho en el mundo desde la II Guerra Mundial, era muy habitual antes de ésta y existe una extensísima literatura económica que estudia y analiza estos procesos y sus consecuencias.
Una de las consecuencias de estos ajustes, cuando se realizaron en el pasado, era una drástica elevación del paro. No era raro que el paro subiera en un principio 10 puntos o más. Pero el problema es que en esos países se solía partir de un paro bajísimo, por lo que el nivel que se alcanzaba no solía ser suficiente como para perturbar la paz social. Pero, ¿qué podría pasar en España si el desempleo se elevara 10 puntos más? ¿Quién puede confiar en que en un país que parte del 21% no habrá un estallido social? Nadie. Recuerden simplemente que cuando en Alemania ascendió el partido nazi al poder el paro se encontraba en el 33%, tras un proceso deflacionario como el que se quiere aplicar en España. Hay razones para que los analistas extranjeros se preocupen, y muchas.